SAN PABLO (Enviado especial) Para intentar contener las críticas del oficialismo y tender nuevos puentes con el círculo rojo, que aún lo mira con temor, el candidato a presidente por el Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, difundió una carta destinada al “Brasil de mañana” con los 13 ejes principales de su eventual tercer mandato al frente del gobierno feredal.
El primero y más importante está destinado a la economía, el principal asiunto que deberá atender su administración si gana el ballotage de este domingo contra el actual mandatario, Jair Bolsonaro. “La democracia solo será verdadera cuando toda la población tenga acceso a una vida digna”, sostiene el documento, que promete “rescatar del hambre a 33 millones de personas y de la pobreza a más de 100 millones”. Ante la posibilidad de formar un gobierno que deberá maniobrar entre el establishment que lo apoya, representado en el candidato a vicepresidente, Geraldo Alckmin, y la izquierda más dura, el exsindicalista anticipa trabajar junto a los 27 estados para retomar un plan de obras nacional y, a la vez, “impulsar el cooperativismo y la economía popular” y generar una “nueva legislación laboral”, la principal demanda de los sindicatos.
“Nuestro mayor compromiso es construir un Brasil más igualitario, sin hambre y sin pobreza”, afirma su campaña días después de que el propio Lula llorara durante una entrevista mientras hablaba sobre la indigencia que existe en el país. Como en sus primeros dos mandatos, el expresidente también promete un “salario mínimo fuerte” que todos los años le gane a la inflación y robustecer el programa Bolsa Familia de 600 reales de base más 150 por cada niño hasta los seis años de edad. Una de las novedades es su iniciativa para desendeudar a las familias que debieron tomar compromisos para pagar los servicios públicos, principalmente. Brasil tiene la particularidad de tener una deuda externa baja, pero a milones de familias con la soga hasta el cuello.
Como relató Letra P, la campaña del PT presenta la pulseada con Bolsonaro como una batalla entre “democracia” y “autoritarismo” por el “alma” de Brasil y, en esta disputa, las propuestas para las distintas áreas del gobierno quedaron relegadas. “¿Quién es su ministro de Economía? ¿Cuál será su línea política? ¿Más estado? ¿Privatizará alguna empresa? No lo sabemos, es una caja negra”, aseguró Bolsonaro hace unos días. Con esta carta, el expresidente intenta despejar algunas dudas, pero en el fondo son las mismas promesas que ya realizó con la misma falta de detalles.
Las propuesta para las otra áreas recuerdan a sus primeros dos mandatos. Promete tratar a la educación como “una inversión y no como un gasto” y generar, a la vez, nuevas universidades. Además, vuelve a la carga con el programa de farmacias populares y "Mi casa, mi vida", un plan de infraestructura destinado los sectores más bajos. También anuncia que recreará el Ministerio de Seguridad Pública y eliminará los decretos que permitieron la liberación de la portación de armas promovida por Bolsonaro; reponer los ministerios de Cultura, de la Mujer y de Igualdad Racial y crear el de Pueblos Originarios.
La carta también hace referencia a dos puntos importantes para estas elecciones: la religión y la Amazonía. Sobre el primer tema prometió “asegurar la más amplia libertad culto” ya que, sostuvo, “el futuro debe respetar el respeto a los demás, la pluralidad y la diversidad. La influencia de la Iglesia en estos comicios es muy fuerte y Lula corre con desventaja ante el voto evangélico, que representa al 27% del padrón. Sobre el segundo punto, ofreció “desmantelamiento cero” y acabar con “la minería ilegal en tierras indígenas”. “Queremos ser campeones mundiales del desarrollo socioambiental”, agregó para acabar con una de las herencias más duras del gobierno de Bolsonaro.
En cuanto a la política exterior adelantó que superará el “aislamiento y reposicionará a Brasil como protagonista del mundo”. “Retomaremos una política externa, soberana, altiva y activa promoviendo el diálogo y respetando la autodeterminación de los pueblos”, profundizó y adelantó que volverá a invertir en la unidad de América Latina y el Caribe, luego de la ruptura de Bolsonaro de este tipo de organismos y de su posicionamiento ciego detrás del gobierno norteamericano del expresidente Donald Trump.
“Brasil pasa por un momento histórico en el que los derechos, las instituciones y las libertades democráticas están fuertemente amenazadas”, agrega el documento, que retoma los antecedentes ejecutivos de Lula: “La reconstrucción exige una gestión pública competente, responsable, abierta al diálogo. Una gestión de la economía con credibilidad, responsabilidad y previsibilidad”.
En esta campaña, Lula sufrió una serie de ataques en distintos actos proselitistas, usó chaleco antibalas, viajó al Nordeste, donde es amado, y al Sur rico, donde es odiado. Se casó con su nueva esposa, Janja, y volvió a visitar los poderosos estudios del multimedio O Globo. También viajó a Europa, donde fue recibido por importantes líderes mundiales. Con todo, hay algo que todavía no hizo: detallar su plan económico, quizás el punto más importante de su eventual tercer mandato presidencial. La carta brinda un poco más de detalles, pero no logra esclarecer las dudas que todavía existen y, sostienen en su campaña, comenzará a responder a partir del lunes, si este domingo gana el ballotage.