“Nosotros fuimos los que pedimos por él”. Varios son los intendentes radicales que se atribuyen haber craneado “el paso” de Facundo Manes sobre el escenario político. Algunos, a partir de invitaciones a reuniones de foro el año pasado; otros, por sugerirlo durante cenas con Daniel Salvador post derrota de 2019. Sea como fuere, la mayoría de ellos ven la irrupción del neurólogo como un hito concreto para evitar que se desinfle la estructura radical en el llano del interior bonaerense y apuntalar, a la vez, aspiraciones particulares hacia 2023.
Alcanzando 37 municipios bonaerenses bajo la órbita boinablanca en 2015, referencias comunales del radicalismo consultadas por Letra P analizan que el fenómeno Cambiemos fue un espaldarazo clave para la eyección al sillón de mando municipal de varias figuras locales de la UCR que, amén de la estructura enraizada en el pago chico (en cada pueblo hay un comité, subcomité o ateneo), la nafta no les alcanzaba al no contar en los tramos superiores de la tira electoral con figuras provinciales y nacionales taquilleras que terminaran por catapultarlos a la intendencia. Eso pasó con la ola amarilla.
La experiencia macrista en el poder junto a su partenaire frentista radical hizo que en 2019 mermara el caudal de comunas UCR en la provincia de Buenos Aires: 32. De todos modos, sigue siendo un número nada despreciable, más si se piensa en los áridos años del post delaruismo.
Pero que haya persistido el cambiemismo (ahora denominado Juntos en PBA) como receptáculo mayúsculo del voto antikirchnerista (con vertiente voluminosa bajo el fértil suelo de la pampa bonaerense) no es ahora garantía de que la tropa correligionaria sostenga o aumente su ábaco de municipios.
Es que, a diferencia de 2015, cuando el PRO no contaba con soldado alguno en varios distritos del interior y la UCR era quien aportaba el 100% de la estructura de Cambiemos en pagos chicos, ahora el partido amarillo sembró dirigencia propia sobre esos terrenos, en muchos plantando en este 2021 precandidaturas que desafían a las boletas bendecidas desde los municipios. Ante eso, el 2023 asoma peliagudo si no cuentan con una figura propia que tribute a las perspectivas radicales en cada distrito. Es ahí donde se hace atractiva para varias y varios correligionarios la apuesta por Manes en estas legislativas.
De las 32 comunas UCR, 25 están al mando de figuras que ya fueron reelectas. Así, ley de tope a las reelecciones mediante, 2023 asoma como un interrogante para quienes aspiran a no concluir en ese año su tránsito por la política activa. Hay quienes ya hicieron sus movimientos, como Érica Revilla (Arenales), que encabeza la lista de Dar el Paso al Senado en la Cuarta, o Claudio Rossi (Rojas), que hace lo propio en la Segunda. También aparece en la nómina de la Sexta Facundo Castelli (Puan), aunque sus posibilidades de acceso al no liderar se ven restringidas con la integración post PASO.
El único intendente radical que no trabaja bajo el paraguas de la precandidatura del neurólogo es quien comanda el distrito UCR más voluminoso: Gustavo Posse. Con las tensiones de la interna partidaria sin zanjar, el sanisidrense juega con Diego Santilli con un ojo puesto en la fisonomía de la UCR bonaerense y cómo incidirá en ella el resultado del domingo.
Hay jefes comunales que jugaron por Posse en la elección radical de marzo que no cortaron –ni mucho menos- comunicación telefónica con San Isidro. Perjuran no sacar los pies del plato del neurólogo, pero se enfocan en el presente inmediato al ser consultados sobre qué sucedería de no alcanzar Manes una performance que lo posicione como una figura competitiva a futuro. De no sedimentarse ese horizonte para el neurocientífico, hay voces que no descartan un reverdecer del possismo que discuta los planes del oficialismo partidario.
Por lo pronto, la mayoría de los intendentes UCR ven en su cabeza de lista al Congreso la posibilidad de construir un 2023 que garantice su radio de influencia en sus territorios (sea con reelecciones o herederos) y una puerta abierta al ámbito legislativo provincial.
Aunque los tiempos acotados de campaña hicieron que Manes no desembarcara en buena parte de los distritos UCR, los intendentes se acercaron al centro de la provincia, Olavarría, para tomarse fotos conjuntas y personalizadas con el neurólogo a fines de exhibirlas en las campañas locales.
Hay buena sintonía entre el precandidato a diputado y varios de los jefes comunales, algunos de ellos como Víctor Aiola (Chacabuco), uno de los primeros en expresar su apuesta por Manes. También en la Cuarta sección se destaca el presidente del Foro de Intendentes UCR, Miguel Fernández (Trenque Lauquen), con activa articulación entre sus pares, buena parte de ellos presentes en el acto de cierre esta semana, en Quilmes.
Uno de los que más bregó por una postulación del neurólogo desde comienzos de año fue Esteban Reino (Balcarce), lo mismo que su par de Brandsen, Daniel Cappelletti. En suma, la estructura de conducción del Foro de Intendentes, de anclaje salvadorista, ha sido un activo engranaje en pos de esta precandidatura. Aunque algunos de ellos tampoco dejaron de mantener sintonía con el socio PRO, por ejemplo, con firmas de convenios de colaboración con Horacio Rodríguez Larreta durante este año, actividades que el jefe de Gobierno porteño impulsó, generando que varios intendentes UCR desfilaran por los pasillos del edificio de Uspallata.
Amén de esto, la prédica del grueso intendentista boinablanca subraya la pretensión de “un radicalismo fuerte” que “lidere la coalición” Juntos. Ese postulado asociado a la figura de Manes es una ecuación clave para las aspiraciones de muchos de ellos a 2023.