Enrique Albistur dice que ahora lo pasa mucho mejor. El exsecretario de Medios, que durante seis años largos trabajó bajo las órdenes de Néstor y Cristina Kirchner, hoy se mantiene detrás de escena, sin tener que responder por sus decisiones y sin la pila de cuestionamientos y denuncias que recibía como funcionario. Ya no administra la publicidad oficial ni entra en conflictos de intereses con sus empresas ni publica solicitadas para “apretar a los periodistas en su día (con un fuerte abrazo)”. A los 73 años, se declara “jubilado”, una categoría que hay que tomar con pinzas, tanto por su fortuna como porque enseguida aclara que detesta a los “falsos humildes”.
Casado con Victoria Tolosa Paz, la primera precandidata a diputada por el Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires, Pepe está, otra vez, en el círculo de relaciones más estrechas del Presidente. Amigo de toda la vida de Alberto Fernández, el lazo no se cortó ni siquiera cuando el exjefe de Gabinete renunció a su cargo y se convirtió en detractor televisivo del cristinismo. Desde 2019, es un lugar común recordar que le sigue prestando al jefe de Estado su departamento de Puerto Madero. Hace casi un mes, vieron juntos la final de la Copa América junto a Tolosa Paz y Fabiola Yañez. Sin embargo, Albistur dice que a Alberto lo contacta cada tanto, bastante menos de lo que se piensa o se supone. “Le escribo cuanto tengo algo para decirle. Hay gente a la que le encanta ir a Olivos, pero no es mi caso. Trato de no ir y, mucho menos, de pasar por la cárcel rosada. Estuve seis años y medio. Fue demasiado”, le cuenta a Letra P, en alusión a sus días en Balcarce 50.
Militante peronista desde los años setenta, el empresario que trabaja hace casi medio siglo en publicidad y colaboró con todas las campañas del peronismo desde el regreso de la democracia dosifica al máximo sus apariciones y trata de no hablar en público. Autor de eslóganes que marcaron una era -como aquel del menemismo, “El peronismo vuelve a enamorar”, de los Equipos de Difusión-, Albistur dice que la regla número uno de un buen estratega es “no hablar en campaña de la campaña”. De todas maneras, su influencia se hace sentir y trasciende los compartimentos estancos del cristinismo y el albertismo. Habla con todo el mundo, dentro y fuera de la coalición oficialista, tanto como para jactarse de tener a unos cuantos “amigos gorilas” y con poder en su radio de relaciones.
El escolta
¿Cuál es su rol hoy en el Frente de Todos? “Soy el jefe de campaña con cama de adentro de Victoria Tolosa Paz”, responde Pepe y se puede adivinar una sonrisa al otro lado de la línea. “A Vicky estoy pensándole todo”, agrega, pero remarca que no necesita hacerse ver ni estar presente en los lugares donde aparece la candidata del Gobierno.
En la noche del cierre de listas, Albistur hizo una excepción y acompañó a la extitular del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales a Sobredosis de TV, en C5N, y la escoltó después en su incursión a TN para la entrevista que le hicieron en A dos voces. En el canal de Constitución, Albistur vivió un extraño déjà vu: hacia años que no visitaba los estudios del Grupo Clarín. La última vez había ido al mismo programa para acompañar al entonces jefe de Gabinete del kirchnerismo y el dúo periodístico del programa histórico de Todo Noticias estaba integrado por Marcelo Bonelli y un “joven” Gustavo Sylvestre. Además, en aquella época, según recuerda Albistur, el estudio era de avanzada, no como ahora, “que se viene abajo”.
Albistur tiene siete hijos y conoció a Tolosa Paz, que tiene tres, hace 14 años, durante el lanzamiento de la candidatura a senadora de Cristina Fernández, en La Plata. Desde entonces están juntos y hace ya cuatro que el empresario comenzó a trabajar para contribuir con el proyecto político de su esposa. Primero en La Plata, donde en 2019 perdió la interna con Florencia Saintout, y ahora en la campaña en el territorio madre de todas las batallas. Hasta pensaron en algún momento en adoptar a cuatro hermanos de un barrio de emergencia que querían ser adoptados juntos. Estaban un domingo desayunando en su casa de City Bell cuando Albistur leyó un aviso clasificado. “Es un mensaje para nosotros, Vicky”, le dijo. Después, les resultó imposible completar todos los trámites de adopción. Por esas historias, que Albistur prefiere no difundir, amigos comunes como el diputado Eduardo Valdés afirman que Victoria logró el milagro de “humanizar” a Pepe. Otros, que no lo quieren, no se dejan conmover y guardan el recuerdo de su paso por la función pública, cuando la revista Noticias lo convertía en tapa y florecían las notas en su contra.
El propagandista
Casi como una carta de presentación, Albistur repite a quien le pregunte que vive hace casi 50 años de la publicidad y sostiene que, para dirigir una campaña del peronismo, es necesario ser parte del “campo nacional”. Eso, afirma, es lo que le permite a un publicista saber cuándo un eslogan o una consigna puede interpelar a la sociedad en un contexto determinado. Por eso, asegura, el PJ jamás debería contratar a un asesor extranjero.
Dueño desde hace décadas de una parte del mobiliario urbano en varias ciudades del país -entre ellas, la que gobierna Horacio Rodríguez Larreta, desde los tiempos de Carlos Grosso-, el apoyo de Albistur es codiciado para cualquier dirigente que intente lanzarse a la aventura electoral. A la pionera Equipos de Difusión, le fue sumando con el tiempo otras empresas como Wall Street Vía Pública, Alto Vuelo Comunicación, SistoLemme y Cía, Publicidad Rainbow, Estación Tango, Onda Norte y Grupo al Sur, con la cual administra el teatro ND/Ateneo.
Esa maquinaria ya está a disposición de la precandidata bonaerense del Frente de Todos. También, de Leandro Bussato, el jefe del bloque del PJ en la Legislatura de Santa Fe, que está casado con su hija Lucía y va como precandidato a senador suplente en la lista de Agustín Rossi.
"Mis amigos corren con ventaja", suele decir, aunque, claro, la publicidad no es todo ni alcanza. Como prueba irrefutable queda aquella campaña de Martín Insaurralde en 2013, cuando el astuto Pepe aprovechó el instante en que Cristina y el intendente de Lomas de Zamora se cruzaron con el papa en Brasil para empapelar toda la ciudad de Buenos Aires con la consigna "Nunca se desanimen. No dejen que la esperanza se apague". Sergio Massa, el rebelde de ayer, frustró aquella jugada de Albistur montado a la ola del anticristinismo. Otros tiempos.
El kirchnerista
La relación del Presidente con Albistur es tan estrecha que genera suspicacias en el frente opositor. Sin embargo, el exsecretario de Medios no pudo lograr uno de los objetivos prioritarios que tenía en el arranque del gobierno de Fernández: ser el interventor de la Agencia Federal de Inteligencia, el lugar para el que el inquilino histórico de Puerto Madero eligió a la exfiscal Cristina Caamaño. Albistur decía que quería “jerarquizar” la cueva del espionaje criollo y “ponerla en valor” para que cumpliera la función de hacer inteligencia en serio, “no contra los opositores”, aclara. “Esa era la única razón por la que me hubiera arruinado la vida otra vez”, le dice el exfuncionario a Letra P. Pero Alberto se negó y Pepe no quedó muy conforme, ni por la decisión ni por la gestión de Caamaño, a la que suele criticar puertas adentro del Gobierno.
Más adelante, vinieron algunos otros cortocircuitos como cuando, en 2020, el publicista mandó a imprimir afiches para la convocatoria del 17 de octubre que Fernández pretendió desactivar. Nada, por supuesto, pudo deteriorar el vínculo entre los dos. “Yo me reservé el cargo más alto del Gobierno: ser amigo del Presidente. Y lo asesoro desde la amistad”, afirma.
Como su esposa, Albistur tiene el capital de llevarse bien con distintas alas del Frente de Todos. Funcionario de Cristina hasta que renunció en 2009, se fue de la gestión con unas cuantas denuncias, entre ellas, la del exfiscal de Investigaciones Administrativas Manuel Garrido, de la cual salió favorecido con falta de mérito en diciembre de 2019. Pasado el tiempo, nunca se desligó por completo del peronismo y de la expresidenta. En el Gobierno afirman que su amistad con Alberto no le impide llevarse bien con el cristinismo y La Cámpora. “Con Cristina hablo de vez en cuando; no hablo más porque no quiero hacerme cristinista”, dice con ironía. “Con Máximo también hablo, aunque me gustaría hablar más seguido. Tiene cosas que me hacen acordar al padre, a quien extraño muchísimo”, agrega. Albistur está de regreso: lo convoca la campaña.