Una vez más, la definición por el control de la hidrovía Paraguay-Paraná está en tiempo de descuento, aunque esta vez con algo más de certezas y con las tensiones en stand by dentro del Gobierno y por parte del sector privado, que traga saliva después de una reunión clave. En poco más de un mes, la Administración General de Puertos (AGP) se hará cargo de la administración de la vía troncal, pero para eso deberá contratar a una empresa que haga el dragado y el balizamiento del río en un panorama adverso: sin tiempo para una licitación y con la crisis hídrica del Paraná que obliga a no errar en lo más mínimo.
Como si fuera poco, la firma del contrato entre el ministerio de Transporte y la sociedad del Estado para otorgarle al organismo portuario la concesión temporaria y el cobro de los peajes por un año aún no se rubricó y demora los trámites finales. Por ejemplo, la definición del operador, que, según supo Letra P, no se determinará por licitación, sino que se establecería una adjudicación directa con una consulta de precios como respaldo técnico.
Para pasar en limpio, después de tensiones, prórrogas y parches, hay un esquema transitorio en marcha con demoras en su aplicación. Ese modelo generó resquemores en las provincias costeras, principalmente Santa Fe y Entre Ríos, y en el sector privado, que no quiere la pata estatal en el negocio por donde sale el 80% de las exportaciones del país. Sin embargo, resignados o no, los ánimos cambiaron.
AGP movió para no llegar tan de visitante al negocio y que los reciban con piedrazos. El santacruceño José Beni, presidente de AGP, encabezó una reunión con las principales operadoras de la agroexportación y el sector portuario para desmitificar algunos conceptos respecto de la presencia estatal en la hidrovía y fumar la pipa de la paz. Lo consiguió.
Los ánimos bajaron, o al menos dicen estar dispuestos a darle una chance sin embarrar la situación y aportar lo suyo. En el fondo, las operadoras saben que es un negocio en el que, si se para, pierden más que nadie. Si bien el contenido de la reunión se mantuvo bajo siete llaves, según reconstruyó Letra P el mensaje que se bajó es que “nadie viene a tocarle el negocio a nadie”.
Una fuente que está encima del tema sostuvo a este medio: “Todo lo que se quiera modificar es perder tiempo y hay poco margen, y lo sabemos”. Esto aplica en dos sentidos: en el esquema de la operatoria, y, sobre todo, en la tarifa, el mayor miedo de los privados. “No se subirá, al contrario”, agregaron. Igualmente, explican, que tocar la tarifa consume todo el año de la concesión entre las audiencias requeridas y las resistencias.
Así, lograron mantener a raya la idea de que el Estado venía a transformar todo, al menos en esta concesión transitoria. Otra historia será en la licitación de fondo, momento en que volverá a operar el lobby y la interna en el Gobierno entre el ala del kirchnerismo bonaerense y el massismo.
La nueva demora
A esta altura se cree que la firma entre Transporte y AGP podría llegar, con suerte, la semana próxima. Dicen que no hay nada caído, incluso que están armando la contabilidad del nuevo negocio. Lo que sí se definió es que será un solo tramo el que se le otorgará a la operadora, descartando la opción de darle a una firma el recorrido desde la ciudad de Santa Fe al sur, que es el más complejo de mantener, y a otra de Santa Fe hacia el norte, que más que nada es una tarea de balizamiento.
También toma fuerza la idea de darle a dos empresas diferentes el dragado y el balizamiento, y no dejarlo en manos de una sola. Desde hace 25 años la operatoria es de Hidrovía SA, compuesta por la dragadora belga Jan de Nul y la argentina Emepa, encargada de la señalización del río. Para los belgas esto es una ventana para divorciarse de la firma de Gabriel Romero, a quien le critican que se lleva el 50% de la facturación, pero aporta un trabajo menor.
La actual concesionaria tiene algunas ventajas para quedarse con el mantenimiento durante los 12 meses en los que la vía navegable estará administrada por AGP. El escaso margen al vencimiento de la actual prórroga le juega a favor, porque el movimiento de las máquinas y la puesta en marcha de la operatoria arrastra tiempo y costos. Más aún en momentos en que la bajante histórica del Paraná complicó el negocio agroexportador y cambió la logística. Además, conoce el revés del río. Todos detalles que AGP no deja sin analizar.