El radical de NEO, Maximiliano Pullaro, piensa su precandidatura por una banca en el Senado de la Nación en representación de Santa Fe como un antes y un después en su carrera política. Pretende que sea un despegue para su construcción personal y no una candidatura testimonial. Pisar fuerte, consolidar su perfil en Juntos por el Cambio (JxC) y poner primera en la competencia por la gobernación de Santa Fe. Todo eso es un diseño que toma forma en su cabeza, pero, como toda pretensión que escala alto, tiene como contrapartida el riesgo de caer fuerte. Por ahora se sostiene en un salto en largo desde el progresismo a la arena movediza de JxC.
Hacía un largo año que buscaba despegarse a como dé lugar. Apretó el acelerador con la idea de un Frente Radical de Todos con el fallecido Miguel Lifschitz de candidato, pero, frustrada la jugada, saltó sin más del Frente Progresista a JxC para disputar las elecciones nacionales. Los reproches para el radical aún retumban por tocar en el piano amarillo.
Convencido que el Frente tiene un techo que termina en los límites de Santa Fe, Pullaro hizo puente con Martín Lousteau que lo subió al tren del radicalismo renovador. Se reunió con Horacio Rodríguez Larreta en pleno cierre electoral y se encontró con un dirigente que le habló más de gestión que de rosca política, que era a lo que justamente iba.
Ahora bucea en la dura interna de Juntos por el Cambio donde disputa la precandidatura para senador contra el macrista puro Federico Angelini, y dos radicales: la periodista y debutante Carolina Losada y el exintendente de Santa Fe, José Corral. En las primeras mediciones, se acomoda en el pelotón del tercero y cuarto, que de confirmarse en las PASO, sería un duro revés a su jugada más allá del posicionamiento que pueda lograr. Sólo una encuesta, en Rosario, lo da arriba. En su campamento interpretan que Losada y Corral tributan parte de sus votos en el electorado macrista, y que esos votos se irán a Angelini y, junto a un buen repunte de él, se armará una disputa mano a mano que parece vidriosa por el momento.
Un híbrido
Muestra un perfil duro, alejado ya del progresismo que supo ocupar. Habla de un “nuevo” Juntos por el Cambio; también de un nuevo Pullaro. Es que intentará sacarle jugo a su pasado como ministro de Seguridad en la caliente provincia de Santa Fe, donde los homicidios se contaron por kilos. Recuerda como leitmotiv que durante su gestión se desarticularon las principales bandas criminales y se metieron presos a los principales cabecillas como Esteban Lindor Alvarado y de la banda Los Monos.
Pero no quiere encasillarse en un perfil de seguridad, al que riega con el slogan “tengo lo que hay que tener para ponerles límites”, y abre el abanico. Sí cae en el discurso antikirchnerista en el barro de la polarización y se sube a la agenda de los temas nacionales como el cumplegate que salpicó al presidente Alberto Fernández. Además sumó como precandidato a Diputado a Gabriel Chumpitaz, referenciado en Patricia Bullrich.
"Al kirchnerismo hay que vencerlo muchas veces", dice y lo plantea como un monstruo de varias cabezas. También pone el foco en el gremialismo: “Hay mafias sindicales que defienden más a sus dirigentes que a los trabajadores. Se derrumbó el salario y estuvieron callados”. Esos son puntos de conexión con el macrismo visceral y el radicalismo más duro. En definitiva, Pullaro busca moldear su proyecto personal y para eso entiende que debe salir de dos lugares: del “ministro de”, y del Frente Progresista que, según explica, nunca podrá ser fuerza nacional. Por ahora está en el aire de su salto.