LA PELOTA SE PRIVATIZA

Fútbol S.A., el sueño de Macri (y Scioli) que Bolsonaro hizo realidad

El líder PRO lo intentó y falló dos veces. En la segunda, como presidente, tuvo como socio político al actual embajador en Brasil. Acá y allá, el mismo relato.

El discurso es el mismo que se escuchaba acá: “Funcionaría como una rueda de auxilio”, “las instituciones no tienen la obligación de cambiar de modelo”, “es solo una alternativa para quienes lo elijan”, “hoy de hecho ya son empresas”. Pero en Brasil, a diferencia de Argentina, la iniciativa ya es ley: los clubes de fútbol pueden convertirse, a partir de esta semana, en sociedades anónimas.

 

El presidente Jair Bolsonaro promulgó el proyecto de ley 5516/2019 que crea la figura de la Sociedad Anónima de Fútbol (SAF), un viejo sueño de Mauricio Macri, que lo intentó dos veces: una como presidente de Boca en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y otra como presidente de la Nación en el Congreso. Su anhelo siempre chocó contra la pared.

 

Los proyectos –el fallido argentino y el aprobado brasileño– son casi calcados. El que había motorizado la gestión de Cambiemos en 2018 tenía apenas un cambio nominal –y de alcance– con respecto al votado del otro lado de la frontera: el nombre propuesto era Sociedades Anónimas Deportivas y no incluía solo al fútbol.

 

En contraposición de lo que sucedió acá, la dirigencia del fútbol brasileño y los diferentes bloques parlamentarios no se opusieron, sino todo lo contrario: lo empujaron.

 

Aprobada por ambas cámaras y luego promulgada por Bolsonaro, la ley fue hecha a medida de algunas instituciones como Cruzeiro y América, que esperaban este paso para avanzar hacia una transición, y de otras que buscaban una homologación porque ya funcionaban de hecho de esa manera, como Bragantino, el pequeño equipo paulista financiado por la multinacional Red Bull.   

 

La pasión y los votos

Casi como pasó con Racing a principios de siglo, cuando la Blanquiceleste de Fernando Marín gerenció el fútbol de un club quebrado, Cruzeiro es una de las razones por las cuales el proyecto avanzó hasta convertirse en ley: hundido en la Serie B hace dos años (descendió por primera vez en su historia en 2019) y con una deuda de 900 millones de reales (172 millones de dólares), el Concejo Deliberante del emblemático equipo de Belo Horizonte dos veces campeón de la Libertadores aprobó el martes 3 la constitución de una SAF que se hará cargo del fútbol profesional del club: podrá vender futbolistas, comercializar derechos televisivos y administrar los ingresos de la masa societaria, la publicidad, el merchandising y el patrocinio. 

 

En una asamblea presencial y remota, 217 de los 224 concejales del Cruzeiro votaron a favor de convertir esa parte del club en una empresa. No hubo votación ni nada parecido: ese Concejo decidió una forma de organización privada que involucra, de una u otra forma, a sus siete millones de hinchas.

 

El método brasileño es muy distinto a lo que Marín, operador y amigo de Macri, les adelantaba en privado a dirigentes de clubes para persuadirlos.

 

Consultado en 2016 por el diario Perfil, Marín defendía su intención amparado en una supuesta libertad de acción. “El Gobierno no promueve la llegada de las S.A., lo promueve FIFA –enfatizó–. El Gobierno promueve modernizar los estatutos de la AFA. Y bajo ese paraguas, se contempla que si un club desea convertirse por decisión de mayoría de los socios en S.A. o concesionar una parte, lo pueda hacer. Es decir la verdad. Las S.A. son ruedas de auxilio que tiene el fútbol. Para mí, el punto ideal es una asociación civil sin fines de lucro. Ahora, supongamos que a ese club lo afanaron, lo gestionaron mal o tiene pocos socios, y una serie de benefactores o de socios dice: ‘Che, hagamos una sociedad anónima’. Bueno, que AFA, a través de su reglamento, pueda habilitar eso. No que los obligue a hacerlo por debajo de la mesa. En España, por ejemplo, hay veinte o treinta sociedades anónimas”.

 

Ese proyecto trunco, ideado por Marín y el exsecretario general de la Presidencia Fernando De Andreis, contaba con el apoyo de un paradójico aliado: Daniel Scioli, que en aquel momento era diputado y buscaba quedarse con la presidencia de la Comisión de Deportes.

 

El tiempo a veces pone las cosas en su lugar: hoy, Scioli es el embajador argentino en Brasil.

 

Un veto a los nombres

La idea de quienes harán la “beneficencia”, según Marín, es uno de los puntos urticantes de la ley de SAF en Brasil, porque Bolsonaro la firmó, pero también la modificó. Además de cancelar el régimen fiscal especial que preveía el proyecto original, el presidente quitó estos dos ítems:

 

-Los fondos de inversión con una participación superior al 10% en el club-empresa deben revelar los nombres de sus accionistas.

 

-El club-sociedad debe informar su composición accionarial: nombres, número de acciones y porcentaje de cada accionista

 

Ese veto parcial, que ahora deberá ser refrendado en el Congreso, siembra dudas sobre el origen de los capitales que podrían aterrizar en el fútbol brasileño.

 

Acompañado y elevado por el establishment local, Bolsonaro ya tiene antecedentes de vincular a empresarios afines con el fútbol: el más reciente fue el esponsoreo contrarreloj en la Copa América de los supermercados Havan, de Luciano Hang, uno de los excéntricos financistas de la campaña de fake news que lo ayudó a llegar al Palacio del Planalto.  

 

Quienes escribieron la ley de las SAF conocen a Bolsonaro. Por esa razón, el abogado y profesor universitario Rodrigo Monteiro de Castro, uno de los autores del proyecto, advirtió: “La SAF son una realidad. Ahora hay que dar la batalla para que sus propósitos no se desvíen".

 

Miguel Ángel Pichetto
Javier Milei y Martín Llaryora durante la firma del Pacto de Mayo, el 9 de Julio, en Tucumán.

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