JUAN CARLOS DEL BELLO

“Si la Ley de Educación Superior se transforma en asambleísmo, es puro costo”

Figura clave del ámbito universitario desde los 90, alerta sobre el debate para cambiar las reglas del sistema. Soria, Pichetto, Doñate y links al PJ.

Juan Carlos Del Bello es un personaje clave para entender el sistema universitario argentino de las últimas décadas. Durante la presidencia de Carlos Menem, fue el primer titular de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) en 1993, creó la Agencia Nacional de Promoción Científica en 1997 y es uno de los redactores de la Ley de Educación Superior vigente. Oriundo de Mar del Plata y rionegrino por adopción, Del Bello hoy dirige la institución que ideó, la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), de la que primero fue el rector organizador y más tarde autoridad electa en tres ocasiones. Su actual mandato en la casa de estudios patagónica que congrega a 10.000 alumnos por año y en la que se dictan cerca de 60 carreras termina en 2023. Dice que será el último.

 

En diálogo con Letra P, alerta sobre el debate que se cocina en el Congreso de una nueva ley de Educación Superior que reemplace a la sancionada en 1995, la cual asegura que permitió que Argentina esté junto con Uruguay entre los "únicos países de América Latina en los que no se privatizó la educación universitaria". "Si se transforma en asambleísmo, si no hay acuerdo básico del CIN y del Poder Ejecutivo sobre lo que se va a modificar, se abre una caja de Pandora y es puro costo", señala.

 

La política partidaria no le es ajena. En 2002, jugó y perdió con Carlos Soria la interna del peronismo rionegrino para ser candidato a gobernador. Durante la presidencia de Eduardo Duhalde, dirigió el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). La medición de pobreza e indigencia le valió un duro choque con el entonces ministro Roberto Lavagna.y derivó en su salida meses después. “Soy peronista, pero no rezo en el altar de la obsecuencia”, dice Del Bello, quien supo trabajar con el exsenador Miguel Ángel Pichetto pero hoy está cerca de Martín Doñate, hombre del Frente de Todos en la Cámara alta. 

 

-¿Cómo evalúa el desarrollo de la Agencia Nacional de Promoción Científica que contribuyó a fundar?

 

-La agencia se creó por una iniciativa en la que participé, porque era secretario de Ciencia y Tecnología entre el 96 y el 99, y se legitimó por ley. Funciona, aunque en los últimos años cayó porque dependía fuertemente del financiamiento externo, concretamente del Banco Mundial y del BID. Cayó mucho durante el gobierno de Mauricio Macri, pero desde la convertibilidad los gobiernos hicieron un buen uso de los fondos internacionales de crédito. Lamento que durante el período de altas tasas de crecimiento económico, entre 2005 y 2015, no se haya sustituido el financiamiento externo para los proyectos de investigación.

 

-¿Hace falta una nueva ley de Educación Superior?

 

-Las leyes no son para toda la vida. La actual es de 1995, han pasado 26 años, es lógico que tenga una revisión. A tal punto la apoyo que estoy sentado con quienes discuten la revisión en el CIN (Consejo Interuniversitario Nacional). Además, promoví una revisión inmediata de la ley para reconocer el derecho a la educación universitaria de los pueblos indígenas y afrodescendientes, que implica una modificación de seis artículos, pero no todo se resuelve con una ley. Sin embargo, esta norma garantiza absoluta autonomía, y en ese ejercicio se pueden hacer modificaciones. 

 

-¿Es el momento para el debate?

 

-Es muy difícil que una nueva ley modifique las premisas básicas de la regulación de la educación superior. La ley del '95, mal que les pese a los que rápidamente dicen que es neoliberal, y están profundamente equivocados, hizo que la Argentina junto con Uruguay sean los únicos países de América Latina en los que no se privatizó la educación universitaria. Si esto se transforma en asambleísmo, si no hay acuerdo básico del CIN y del Poder Ejecutivo sobre lo que se va a modificar, se abre una caja de Pandora y es puro costo.

 

-Fue funcionario de Menem y Duhalde e intentó ser candidato a gobernador de Río Negro. ¿Piensa en volver a la actividad partidaria o aspira a un cargo legislativo?

 

-No, tampoco me lo han ofrecido. Soy una persona del Ejecutivo, rechacé en dos oportunidades ser diputado nacional. Perdí la interna del PJ con Soria en 2002 y, en aras de la unidad, armamos la lista de legisladores provinciales en conjunto y disputamos la gobernación en 2003. Se perdió. A partir de ese momento dejé la política partidaria activa. Hoy colaboro con las gestiones de Roberto Salvarezza en Ciencia y con la SPU que conduce Jaime Perczyk. En Río Negro, colaboro con el senador Doñate que es de La Cámpora y está cumpliendo un papel bastante similar al que cumplió Pichetto como senador nacional para la UNRN.

 

-¿Cómo se llevó con Pichetto? 

 

-Cuando fui precandidato a gobernador, en mi propuesta programática estaba la creación de la UNRN. Perdí, pero Soria la llevó como una de las banderas. Pichetto como senador me propuso armar el proyecto para una universidad nacional. Lo hice y lo asistí cuando fue tratado en el Congreso. Después asumió Juan Carlos Tedesco en Educación y con Daniel Filmus y Pichetto me designaron, en 2008, rector organizador. Con ese proyecto superamos las diferencias que tuvimos a lo largo de la historia: yo fui cafierista, él menemista, por ejemplo. Pichetto, desde la creación de la UNR hasta que terminó su mandato como senador en 2019, acompañó nuestro desarrollo y crecimiento. La sintió como propia. Era un senador con poder, jefe de bloque, ayudó muchísimo, gestionó fondos para obras. Cuando decidió ser candidato a vice de Macri no volvimos a hablar.

 

-¿Cómo ve su futuro en la UNRN?

 

-Mi mandato termina en 2023, tengo 70 años y es la hora de otra generación. Fueron tres mandatos consecutivos, puse los rieles para que transite bien y sea reconocida. Ocupamos la novena posición en investigación entre todas las universidades y somos la número 42 por año de creación. He sido una persona de acción, me peleé con Lavagna sobre cómo se medía la pobreza, estuve en contra de la intervención del INDEC. No renuncié a mis convicciones aun con mi propio gobierno porque soy peronista, pero no rezo en el altar de la obsecuencia.

 

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