¿En qué medida la ciudadanía ponderará los resultados sanitarios? ¿En una mayor que la realidad económica, deteriorada allí y en todas partes por la peste? ¿Cuán comprensiva será, al evaluar las penurias materiales, de las dificultades que han atravesado los gobiernos para domesticar la coyuntura de 2020 y de este año? Por otra parte, ¿qué suerte correrá Morena, la alianza que sostiene al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y qué efectos tendrá el resultado sobre la gobernabilidad hasta el final de su mandato de seis años en 2024? ¿Se consolidará o se debilitará el liderazgo de quien es el mayor aliado de Alberto Fernández en una América Latina que, más allá de algunos amagues, como el de Bolivia y el de la primera vuelta de Perú, cuyo desenlace también se producirá este domingo, sigue sin concretar un giro completo al progresismo, tal como se comprobó recientemente en Ecuador?
Alrededor de 95 millones de personas están habilitadas para participar en los comicios, de los que surgirán una nueva Cámara de Diputados –de 500 miembros– y las titularidades de 15 de las 32 gobernaciones de la federación, entre unos 21.000 cargos estaduales y municipales. La próxima cita electoral será dentro de tres años y en ella se votará otra vez la composición de la Cámara baja, la del Senado de 128 bancas y la Presidencia. Como en México no hay reelección, AMLO debería encontrar entonces un sucesor a la altura del desafío.
La pandemia hace que las elecciones que se desarrollan en diversos países tengan puntos de contacto. En el estrictamente sanitario, México es el cuarto país más castigado del mundo por cantidad de muertos, casi 230 mil. En relación con su población de casi 126 millones de habitantes, el ránking lo encuentra en un doloroso top 20.
La actitud de López Obrador en la emergencia ha sido muy criticada, en particular por sus descuidos personales. Sin embargo, más recientemente, la curva de contagios ha venido en baja sostenida, producto en parte de los ciclos del virus y de la estacionalidad en el hemisferio norte, pero favorecida también por una campaña de vacunación que, como en Argentina, por fin parece cobrar velocidad. Al respecto, cabe recordar que ambos países son socios en la producción del inmunizante de AstraZeneca para toda Hispanoamérica, emprendimiento que recién se pone en marcha tras una larga demora por falta de equipamiento en México.
Personas que recibieron al menos una dosis de vacuna contra el covid-19. (Fuente: Our World in Data).
La mortandad causada en México por el covid-19 en relación con la población resulta similar a la registrada en la Argentina, así como el modo en que la vacunación comienza a afectar las percepciones sociales. Por eso, lo que ocurra allí el domingo será interesante como banco de pruebas para nuestro país: ¿vacunar será una carta tan ganadora como la tradicional, dada por las condiciones de vida materiales inmediatas?
El producto bruto interno (PBI) de México se redujo el año pasado 8,5%, una cifra algo menor pero de magnitud equivalente al 9,9% nacional. Este año se espera que recupere 6,5%, prácticamente lo mismo que proyecta en nuestro país el consenso del mercado. Se trata de rebotes más vistosos en lo estadístico que en la percepción concreta de sociedades muy golpeadas.
Por otra parte, la vocación ideológica de Morena es similar a la del Frente de Todos y similares fueron sus respuestas a una crisis social previa, pero agravada por el nuevo coronavirus. La ayuda fluyó hacia la población más vulnerable, al punto que llegó a alcanzar al 70% de las familias. He ahí otro factor constante que podría servir para pensar si el México del domingo puede parecerse a la Argentina de noviembre.
En la misma línea, también los niveles de pobreza son equivalentes, más allá de las diferencias metodológicas para medirlas en ambos países. Ya antes de la pandemia, alcanzaba a más del 45% de la población mexicana, índice similar al que, lamentablemente, ha alcanzado la Argentina.
Si esa foto luce parecida, no lo es el modo en que la inflación le pega a la franja más débil: el índice de precios al consumidor viene en alza en el país norteamericano, pero se mantiene por debajo del 6% anual, mientras que en la Argentina apunta a un 45% y pone en entredicho una de las promesas más sentidas por quienes votaron al Frente de Todos: hacer más sencillo el acceso a la comida y a otros consumos de primera necesidad.
Sin embargo, hasta allí llegan los puntos en común. Por el lado de las diferencias, López Obrador llegó al poder al frente de una alianza heterogénea de contenido progresista que se alzó contra los partidos tradicionales y que, tras dos fracasos polémicos en cuanto a la prolijidad de los escrutinios, se impuso como una alternativa renovadora. En Argentina, en cambio, el peronismo es, desde hace mucho, un elemento predominante cuando la democracia no se ve alterada, lo que hace difícil ubicarlo como antisistema.
Como sea, mientras la imagen positiva de López Obrador sigue bien alta, en torno al 63%, la de Alberto Fernández parece deshilacharse en el baño María de una crisis múltiple.
Por otro lado, mientras en la Argentina la paz social se sostiene –más allá de las dificultades conocidas–, AMLO tiene dificultades para mostrar resultados en lo que respecta a la prometida pacificación de un país desquiciado por la violencia del narcotráfico y de fuerzas de seguridad que han mostrado un escaso apego a los derechos humanos. Las muertes registradas en esa "guerra" que el mandatario pretende desactivar ascienden a más de 83 mil desde su llegada al poder en 2018 y en el 2020 de confinamiento se redujeron apenas 1,3%, según datos oficiales. De ese modo, México sigue siendo un país estragado por las muertes traumáticas, con una inquietante tasa de homicidios de 27 cada 100 mil habitantes.
De hecho, en lo que va de la actual campaña electoral, 35 candidatos han perdido la vida en ataques en distintos puntos de la geografía mexicana.
¿Qué puede esperar AMLO el domingo? Hoy goza de una mayoría de dos tercios en Diputados, pero el compendio de encuestas que realiza la firma Oraculus anticipa que retendría solo una simple, suficiente para hacer avanzar leyes comunes, pero no enmiendas constitucionales. La cosecha que obtenga el oficialismo en lo que hace a poder territorial también deberá ser tan tenida en cuenta a la hora del balance.
Como en Argentina, las elecciones mexicanas de mitad de mandato suelen mostrar mayor dispersión del voto y castigar a los oficialismos. A esta cita, López Obrador llega con una elevada popularidad y, en cada ítem de gestión, con una de cal y otra de arena: una ponderación discutible de su manejo de la pandemia, pero esperanza por un proceso de vacunación más acelerado; datos económicos negativos, pero una política social activa en la emergencia, y una mejora en términos de seguridad, pero demasiado tenue como para que sea más que una gota en un mar de violencia.
El gobierno argentino observa, ansioso, cuál será el destino de su principal socio regional. Todavía más, sigue la saga como si estuviera parado frente a un espejo capaz de anticiparle su futuro.