SEMANA SANTA FE

¿Y ahora a quién le hablo?

Perotti perdió al adversario que eligió desde el vamos. Ante la muerte de Lifschitz, se concentra en el valor propio. ¿Se mete en el barro de la grieta?

Miguel Lifschitz fue gobernador, conductor del socialismo y, también, el adversario que eligió Omar Perotti desde que asumió al mando de la Casa Gris. El rafaelino lo responsabilizó de una gravosa herencia, de embarrarle la cancha desde la Cámara de Diputados y de ponerle todas las piedras posibles en el camino. Ahora, ante la muerte del rosarino, el mandatario santafesino pierde a su espejo y la referencia que eligió. De cara a la competencia electoral, ¿a quién le habla ahora Perotti?

 

Tras 12 años de liderazgo progresista, la transición de gobierno en Santa Fe fue caótica y marcó el inicio del gobierno peronista. Mientras hacía pie, el grueso del gabinete sindicó entonces a Lifschitz como ejecutor de todos los males. Por su pasado, pero también por su presente, porque era el presidente de la Cámara de Diputados.

 

Aún al frente del combate de la pandemia, aún ante una próxima elección que tiende a polarizar y borrar del mapa a las terceras vías, Perotti eligió a Lifschitz. Poco se metió y se mete el gobernador en disputas de otro tenor y nivel. Por decisión propia y estilo, el rafaelino nunca hundió los pies en el lodo de la grieta.

 

Ahora, la coyuntura lo obliga a repensar sus movimientos políticos. Sin el gran elector que tenía la oposición, ¿Perotti reacomodará su estrategia y elegirá a Juntos por el Cambio en su conjunto? ¿Pondrá como reemplazante al intendente de Rosario, Pablo Javkin? ¿Se concentrará en vender sus logros y nada más?

 

En el Ejecutivo confían que el gobierno provincial está en otro momento; que la piedra basal de la época es el discurso que dio el mandatario en la apertura de sesiones de la Legislatura, el 1° de mayo. Allí, Perotti miró para adelante, es verdad, no denunció connivencia del Estado con el delito como en su primer Día del Trabajador. Hasta a la bancada disidente del PJ en el Senado le envió un símbolo de paz.

 

Con una pandemia que exprime, Perotti apuesta por el momento al despliegue de obra pública a lo largo y a lo ancho de la provincia y a la asistencia abundante a municipios, comunas y entidades. Confía en el “hacer como bandera”, como ordenador de lo político. No le será fácil en el frente interno, porque varias figuras no perottistas quieren jugarse unas fichas en la competencia electoral.

 

Con su rechazo a la medida presidencial del cierre a la exportación de carnes ya dio una pista. Primero Santa Fe, después el resto, avisó ¿Mantendrá esa lógica en campaña? ¿Priorizará el discurso provincialista para evitar el fango de la grieta?

 

Némesis a la vista no tiene. En la oposición, con la ausencia de Lifschitz, todo está en veremos, con varios y varias en la cancha del deseo, con el objetivo firme de ser el espejo del gobernador, pero nadie con el volumen político que tenía el líder socialista.     

 

Las paritarias se retoman con un nuevo encuentro en Santa Fe.
Ariel Sclafani, armador de la lista de la Locomotora Oliveras, es íntimo amigo de Chiqui Tapia.

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