GIRA PRESIDENCIAL

Fernández, profeta en Europa

Buena cosecha del presidente offshore, que afuera juega suelto, construye alianzas y se erige como referencia regional. De regreso, ¿otra vez calabaza?

Seis días frenéticos, prolijamente anudados entre sí, le dieron a Alberto Fernández las señales que fue a buscar a Europa. Las entrevistas con los líderes de Portugal, España, Francia e Italia, una charla con el papa Francisco, el primer encuentro cara a cara con la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, y la apertura de una puerta a los Estados Unidos anotaron puntos clave en las negociaciones por la deuda y erigieron al Presidente, también, como interlocutor en la región. “Silenciosamente, vamos poniendo las cosas en orden”, apuntó en una pausa de su gira europea.

 

Fernández se mueve cómodo en el plano internacional. Disfruta del diálogo con líderes extranjeros y del rol de articulador y ejecutor de acuerdos, lejos del agobio del barro de la política local. La delegación que lo acompañó a Europa lo percibió desde que pisó suelo portugués. El Presidente se distendió, aunque del otro lado del océano acecharan los mismos problemas, la inflación y la pandemia, cruzadas por las tensiones internas del Frente de Todos, que lo empujan a la búsqueda permanente del equilibrio, a cuidar que nada vuele por el aire.

 

“La gira fue muy buena, pero lo importante es resolver dos temas, la inflación y las vacunas. Nos puede ir muy bien afuera, pero a la gente le importan estas dos cosas”. Ya casi de regreso, un miembro de la comitiva presidencial puso los logros en perspectiva. A la vuelta, la capitalización doméstica del éxito internacional asoma como el principal desafío para el Presidente.

 

Europa lo acunó en lo económico y en lo político. “Estoy muy contento porque hemos alcanzado todos los objetivos que nos habíamos planteado. Estoy mucho más que conforme. No solo con la deuda, sino con otros temas de los que se van a ir enterando con el correr de los días", dijo Fernández la última noche en Roma, ante los medios nacionales que viajaron a cubrir la gira, entre los cuales estuvo Letra P.

 

En la embajada argentina en Italia lo esperaba una despedida que marcó el clima optimista del cierre. El anfitrión, Roberto Carlés, reunió a los funcionarios de la delegación argentina con los economistas estadounidenses Jeffrey Sachs y Joseph Stiglitz -acompañados por sus respectivas esposas-, y el secretario de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schmidt, que más temprano habían compartido panel con el ministro de Economía, Martín Guzmán, en el seminario organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias, en el Vaticano. La cena transcurrió entre bromas y se extendió más de lo previsto.

 

Para entonces, el Gobierno se había anotado varios logros en la gira que inició formalmente el domingo, en Portugal, y culminó el viernes por la noche, en Italia. El primer ministro portugués, Antonio Costa; el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez; el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el presidente del Consejo de Ministros de Italia, Mario Draghi, le habían dado expresamente su apoyo en los principales planteos que la Argentina le hace al Fondo, el pedido de suspensión de las sobretasas y la puesta en discusión de la distribución de los derechos especiales de giro (DEG). Costa, Sánchez y Macron lo dijeron en público, al lado de Fernández. Las sobretasas representan un costo de 950 millones de dólares al año.

 

La reunión con Draghi fue cerrada, pero el italiano le propuso a Fernández que lleve el tema de los sobrecargos a la próxima reunión del G20, que se celebrará este año en ese país. Fue el primer contacto entre el Presidente y Draghi, que fue electo en febrero de este año. “Ha nacido una buena amistad”, dijeron en la comitiva oficial. Para cerrar el círculo europeo y atar todos los apoyos, el martes 18, Fernández tendrá una reunión virtual con la canciller alemana, Ángela Merkel, quien no lo pudo recibir en Berlin debido a las restricciones de la pandemia.

 

Aunque el Gobierno no lo quiere confirmar todavía, de Europa se llevó también un “principio de acuerdo” con el Club de París. El mismo viernes circuló la noticia publicada por la agencia especializada Bloomberg, que aseguraba que el organismo había aceptado darle a la Argentina el “puente” de plazo que solicitó en el vencimiento del 31 de mayo, hasta tanto acuerde con el FMI. La delegación argentina en Roma prefirió la cautela, pero la información concuerda con la conversación que el Presidente tuvo con Macron el miércoles al mediodía. Así se congelaría el pago de 2.400 millones de dólares a fin de mes.

 

El francés le abrió otras puertas. Además de acompañar con declaraciones públicas, lo invitó a Francia nuevamente a fines de junio para participar de un foro sobre género. La relación Fernández-Macron encontró varios puntos de coincidencia. En el Elíseo, Guzmán los vio discutir, de manera franca y frontal, sobre las nuevas reglas de juego en la arquitectura financiera en un mundo que la pandemia puso patas arriba. Quedó “fascinado” por la conversación.   

 

En tanto, Sánchez confirmó que volará a Argentina a principios de ese mes junto con una amplia comitiva española que incluirá empresarios dispuestos a hacer inversiones en el país. Costa también se anotó para una visita, cuando la pandemia lo permita, y el papa orquestó desde el Vaticano el encuentro que puso a Guzmán en primer plano entre los popes de la economía mundial a los que Argentina necesita en todas sus negociaciones.  

 

El viernes, Fernández consiguió ponerle el broche final a la gira en su reunión con Georgieva, a la mañana, y en su encuentro con John Kerry, el enviado de Joe Biden para temas sobre cambio climático, a la tarde; un hilo de cónclaves atados de manera sucesiva en cuatro países diferentes y la Ciudad del Vaticano que en seis días selló las conversaciones con Europa y abrió el camino para el encuentro con Biden. Fernández tiene “muchas expectativas” de que la relación con la nueva administración demócrata sea mejor que con la de Donald Trump. Que el norteamericano tenga que salir al mundo a limpiar la imagen que dejó su antecesor también juega a favor de la Argentina, ahora cobijada por Europa.

 

Kerry le pidió a Fernández que lo ayude a organizar un encuentro entre América del Sur y Estados Unidos, con el cambio climático como excusa. En una región convulsionada, aún con problemas, Argentina tiene pergaminos en materia de estabilidad política e institucional para mostrar. “Somos los más prolijos del barrio”, dicen en el Gobierno y echan mano a la oportunidad. La figura de Cristina Fernández de Kirchneromnipresente en Argentina, no lo opaca en el exterior. Ni la vicepresidenta ni las internas del Frente de Todos forman parte de las conversaciones con líderes mundiales. Fernández hace su juego y habla rodeado de los suyos, conocidos por su pensamiento en el exterior, como Guzmán y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, arquitecto silencioso de la misión, o el canciller Felipe Solá

 

A los ojos de una Europa que todavía mira incrédula a Jair Bolsonaro, Fernández aflora como un interlocutor razonable y moderado que puede ayudar a generar un clima de diálogo en cuestiones complejas, como la salida de la crisis de Venezuela. El tema estuvo presente en las conversaciones que el Presidente tuvo con todos los líderes europeos, incluido el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, y también con Kerry. El argentino aparece como un posible mediador ante Nicolás Maduro.  

 

Las puertas de la diplomacia se abren. De regreso, Fernández intentará que el aire que ganó en su gira internacional le dé respaldo para lidiar con las internas locales, mucho más ásperas de domar.

 

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