La decisión del gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, de no adherir al decreto del presidente Alberto Fernández por el cual, el jueves pasado, restringió la actividad nocturna a partir de las 20 y la presencialidad de las escuelas para el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) tuvo vuelo corto y, en breve, podría ser revisada ante la explosión de casos de coronavirus, principalmente en Rosario. Las presiones internas del sanitarismo provincial y rosarino empiezan a mellar en la postura del mandatario, que arriesgó capital político con el "siga siga" sanitario y, en pocos días, podría tener que tragar amargo y darle la razón a la Casa Rosada.
La ciudad más grande de la provincia ya venía registrando un aumento diario de casos elevado, pero el fin de semana fue un punto de inflexión al notar el impacto de las reuniones durante Semana Santa. El dato más preocupante de todos los índices que empiezan a moverse sin piedad es el eventual colapso de las camas críticas que elevó su porcentaje de ocupación en apenas un puñado de días.
El viernes pasado, el secretario de Salud municipal, Leonardo Caruana, deslizó que esta semana podrían aplicarse restricciones similares a las que rigen para el AMBA si el sistema de salud alcanza entre el 85 y 90 por ciento de ocupación. El domingo a la noche, informaron que el sector público alcanzó 93% de camas críticas ocupadas y con casos de Covid en ascenso. Similar es el porcentaje en el ámbito privado.
Este lunes, las insinuaciones para mantener a raya a los ciudadanos y las ciuadanas con posibles restricciones partieron de la ministra de Salud provincial, Sonia Martorano. “La situación es acuciante. Si no bajamos el nivel de contagios, no vamos a tener la posibilidad de atender a todos. Las camas se van terminando; este fin de semana estuvimos haciendo un tetris con los pacientes para ocupar las camas”, sostuvo en ronda de prensa.
La apuesta
Perotti se jugó un pleno al no adherir al decreto del presidente Fernández del miércoles a la noche, que impuso restricciones más severas. Por primera vez desde el inicio de la pandemia, el santafesino fue en dirección contraria a lo que la Casa Rosada estableció, iniciando un desacople político que queda cada vez más en evidencia.
Indirectamente, Perotti terminó poniendo el cuerpo por el intendente de Rosario, Pablo Javkin, quien no hizo objeciones de la decisión provincial, pero el “monitorear día a día” que lanzó el gobernador como fundamento se alteró en apenas cuatro jornadas. Primero se escucharon las advertencias de epidemiólogos y epidemiólogas que incluso asesoran al comité provincial, pero ahora las alertas nacen del propio corazón de las dos máximas autoridades sanitarias, como la ministra provincial y el secretario municipal de Rosario.
“Esto no se combate solo con la vacuna ni solo con las restricciones ni solo con el uso del barbijo; tenemos que pensar en practicarlo todo junto”, sostuvo Caruana y agregó: “Estamos trabajando fuertemente, intensificando todo lo que se puede hacer, en medio de una conflictividad política y social importante, donde todo se pone en discusión en términos políticos partidarios”.
Por su parte, la ministra Martorano sostuvo: “Las restricciones pueden disponerse, se verá la situación. Habrá reuniones. Si me preguntan a mí, que soy médica, voy a decir las máximas, pero hay que hacer un paneo total”.
En el ámbito político se comenta que es cuestión de tiempo para que Perotti revea la situación o Javkin haga un planteo firme al respecto. Si finalmente Perotti termina volviendo sobre sus pasos y anuncia restricciones más severas, se confirmará que la apuesta le salió mal más rápido de lo esperado y se convirtió en un error no forzado.