Política

El antigrieta enjabonado

Junta fotos con peronistas, se siente radical y pudo ser candidato PRO, pero Facundo Manes esquiva las boletas. Las mil razones desde el Olimpo de la ciencia.

Facundo Manes es una serpiente enjabonada para el sistema político. El peronismo lo quiere cerca, el radicalismo lo cuenta como uno propio y el macrismo acumula ofertas rechazadas para pintarlo de amarillo, pero ninguno pudo hasta ahora imprimir su nombre en una boleta. Mientras tanto, el neurocientífico, de extensas relaciones en todo el arco partidario, se pavonea con una imagen que la dirigencia envidia pero que nunca puso en riesgo: sabe que el día que se calce una camiseta, esa aura inmaculada será historia.

 

Hay dos cosas que indefectiblemente ocurren con las encuestas en los años impares: siempre le erran al pronóstico en la intención de voto y siempre miden a Facundo Manes. Desde hace años es una fija de las consultoras y las billeteras que pagan esos trabajos van cambiando: algunas veces fue el peronismo el que quiso saber qué pasa con el científico en el terreno electoral; a veces el macrismo necesitó sus números como back up para ofrecerle una candidatura; otras fueron las mismas encuestadoras, que trabajan sobre figuras del ámbito privado para conocer su potencial, y en alguna oportunidad fue el mismo Manes el que sintió curiosidad de saber cómo evolucionaba de su imagen. El resultado es siempre el mismo: un nivel de conocimiento bueno pero no descollante, imagen positiva muy alta y la negativa casi en cero.

 

Uno de los encuestadores que más veces midió a Manes cuenta una curiosidad. Cuando se consulta sobre “Facundo Manes”, la imagen positiva es alta, pero el conocimiento no deslumbra; pero, si se consulta sobre “Facundo Manes, el neurocientífico”, la gente lo ubica más, el conocimiento crece muchísimo y todo lo que crece es imagen positiva, mientras la negativa roza el cero. Las razones de esto son dos. Una es que siempre le habló al barro de la política desde el Olimpo de la ciencia, lo que lo mantiene a salvo de la mirada crítica que pesa sobre los aparatos partidarios; la otra es que no le niega una foto a nadie, pero nunca ensayó ni un atisbo de definición política. Este doble chaleco antibalas se hará humo el día que se decida a ser candidato, independientemente de cuál sea la oferta que acepte.

 

Otro consultor coincide con esta mirada y compara al fundador de la Fundación INECO con dos figuras distintas. Una es René Favaloro. Manes intenta hacer un camino parecido, hablándole a la política desde la ciencia, pero con un poco más de roce, más asados, más rosca que el cardiocirujano argentino reconocido a nivel mundial. La otra es Rodolfo D´Onofrio, otra fija en las encuestas desde hace unos años, siempre amagando con el salto a las ligas mayores de la política y, por ahora, sin camiseta partidaria. Aunque en este caso el analista resalta una diferencia sustancial: una porción grande de la sociedad ve en el presidente de River el reflejo de su peor pesadilla. No hace falta aclarar cuál es. Hasta en eso Manes parece más impoluto.

 

Candidato multicolor

Alguien que acompaña todos los días a Manes se ríe y afirma que varias veces se enteró de sus negociaciones para ser candidato leyendo los diarios. En los hechos, solo una vez estuvo cerca de integrar una lista. La entonces gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, lo tentó con el segundo lugar en la boleta de candidatos y candidatas a la Cámara de Diputados en 2017, justo debajo de Graciela Ocaña, pero el científico rechazó la propuesta. Sí, en cambio, logró colar algunos cuadros técnicos en el gabinete vidalista. Ni ese gesto por parte de la dirigente macrista alcanzó para convencerlo de firmar para el PRO.

 

Si Manes hubiese aceptado la propuesta de Vidal, hoy sería uno de los vencedores de Cristina Fernández de Kirchner y esa experiencia de hace cuatro años conocida como Unidad Ciudadana. Si hubiese aceptado, su imagen negativa no sería cercana a cero. Esta es la cuenta que hace el científico y que tanto lo hace dudar ser candidato.

 

Vidal no logró que Manes sea su candidato.

Con el gobierno de Alberto Fernández mantiene una distancia prudencial. Su link más confiable es el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, la ventanilla que tiene la Casa Rosada para atender representantes del ámbito privado, sean empresarios, religiosos o de organizaciones de la sociedad civil, que no comulgan con el peronismo. Su máximo arrime al Frente de Todos fue en los días previos a la asunción del Presidente. El Consejo contra el Hambre ya estaba en marcha y se sondeaban figuras que quisieran hacer su aporte. En ese bolillero de nombres, el de Manes no solo apareció para ser parte de la mesa, sino que hasta se habló de la Fundación INECO como una entidad para monitorear todo el trabajo de esta iniciativa. Quedó en la nada: Manes nunca participó, ni siquiera de esa primera reunión a la que fueron todos, desde Marcelo Tinelli a Estela de Carlotto, pasando por Roberto Baradel y la chef Narda Lepes.

 

Pese a aceptar el convite a videoconferencias con intendentes del PJ como Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) y Andrés Watson (Florencio Varela), Manes respira como un radical. A fines del año pasado, tiempo antes de caer internado contagiado de covid-19, fue uno más en un asado con 30 intendentes de la UCR en Saladillo. Estaban todos menos quienes, en la interna bonaerense del partido, comulgan con la línea de Gustavo Posse y Martín Lousteau. De hecho, Gastón Manes, su hermano y socio en la Fundación INECO, va en la lista que promueve a Maximiliano Abad como presidente de la UCR de la provincia de Buenos Aires. Pero hasta el radicalismo siente en carne propia los coqueteos del médico: tanto Ernesto Sanz como Alfredo Cornejo quieren que se decida a ser candidato.

 

Manes y Sanz, su padrino político.

 

Mientras termina de convencerse de dar el salto a la política partidaria, Manes juega desde un think-tank llamado ConArgentina, conformado por “un grupo de ciudadanos con saberes, experiencias y afinidades políticas diversas, unidos por el deseo de ofrecer a la Argentina una visión de futuro y una estrategia de desarrollo económico” desde lo formal pero, al peinar la lista, esas “afinidades políticas diversas” no lo son tanto: ante una mirada prejuiciosa, el peronismo difícilmente sacaría más de cinco votos entre sus 47 integrantes. Una curiosidad: uno de ellos es el exgoleador de la Selección Argentina Gabriel Batistuta.

 

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