SEGUNDO TIEMPO

Casa Rosada, de la modernización a la preservación patrimonial

El Gobierno quiere terminar en marzo las obras de remodelación que inició la gestión de Macri. El plan original que modificó Fernández.

Los andamios, las máquinas y los escombros desaparecieron casi por completo de la vista. A casi cuatro años de su inicio, cambio de gobierno, intervalos por la pandemia y modificaciones en el rumbo mediante, la obra de remodelación de la Casa Rosada entró en su etapa final y podría estar concluida para marzo de 2022.

 

El proyecto conocido como “Casa Rosada siglo XXI”, que se inició a principios de 2018, durante la gestión de Mauricio Macri, incluía tres etapas: el recambio de sistemas eléctricos y de iluminación, obras en cloacas y caños de agua, que el macrismo encontró muy deteriorados a fines de 2015, y la instalación de nuevos ascensores y aparatos de aire acondicionado y la refacción de salones. Estaba en plena ejecución cuando Alberto Fernández desembarcó en la Casa Rosada, en diciembre de 2019. Tras una evaluación sobre el estado patrimonial del edificio, la Secretaría General de la Presidencia, que conduce Julio Vitobello, decidió redireccionar los trabajos de acuerdo a la indicación del Presidente.

 

“La obra proponía una intervención muy agresiva de la fisonomía histórica de la Casa. La gestión de Macri tenía idea de modernizarla, cuando es un monumento histórico”, explica el subsecretario de Planificación General, Julián Massolo, a cargo de velar por la ejecución del masterplan. A partir de esa evaluación, el Gobierno llegó a un acuerdo con la empresa contratista, CONORVIAL S.A., para modificar la licitación inicial y redireccionar las obras con una nueva idea. “Buscamos que la Casa funcione de manera más eficiente respetando su fisonomía histórica”, apunta Massolo.

 

La renegociación incluyó una reducción de costos. En noviembre de 2019, el monto del contrato estaba en 320 millones de pesos, que se transformaron en 286 millones en febrero de 2020, según los números que informa la Casa Rosada. El precio final está sujeto a las redeterminaciones correspondientes a la fecha de certificación de los trabajos realizados. Tras la renegociación, las obras se reiniciaron a principios de 2020, se interrumpieron en la primera etapa de la pandemia y se retomaron, con protocolos, cuando se habilitó el regreso de la obra pública.

 

La remodelación de la Rosada no escapó a la grieta. Como publicó a principios de 2020 Letra P, el Gobierno impugnó el proyecto impulsado por el gobierno de Macri desde el primer día. "Qué desastre han hecho”, dijo el presidente Fernández ni bien puso un pie en Balcarce 50, que conocía de memoria de sus tiempos como jefe de Gabinete.

 

Las críticas al masterplan ejecutado en tiempos de Cambiemos florecieron con el paso de los días. Entre los hallazgos más polémicos estuvo la destrucción de una histórica escalera de mármol de carrara, cuyas piezas aún no fueron halladas. En su lugar, la administración macrista mandó a construir una escalera moderna. Además, tenía previsto instalar dos ascensores que llegarían hasta la terraza, donde había proyectado el armado de un deck multiuso que incluía una huerta, derribó la biblioteca de la Secretaría de Legal y Técnica para instalar nuevos baños y clausuró salones, como el Azul, ubicado en el subsuelo. En el Salón de las Mujeres, ubicado en el primer piso, se instaló un coworking con mobiliario típico de oficina: mesas de trabajo y escritorios de melamina. El Salón de los Pueblos Originarios, la galería de los ídolos populares y la galería de los patriotas latinoamericanos fueron desmanteladas.

 

Casi de forma inmediata, el gobierno de Fernández detuvo la instalación del nuevo ascensor. Según explicaron en la Casa Rosada, la excavación en el segundo patio de Balcarce 50 había dado con restos arqueológicos del Palacio de los Virreyes. El edificio fue construido a fines del siglo XIX y declarado monumento histórico nacional en 1942. Atendiendo las observaciones de la Comisión Nacional de Museos y Lugares Históricos, la nueva administración suspendió los trabajos “por considerarlos invasivos sobre el patrimonio histórico de la Casa de Gobierno” y decidió emplazar los nuevos ascensores, que ya están en pleno funcionamiento, en el núcleo Paseo Colón. El patio fue reciclado y volvió a su fisonomía original. La entrada de Balcarce 50, hasta ahora clausurada, quedó lista para su utilización.

 

El nuevo plan de obras dispuso, entre otras cosas, una relocalización de la zona de cocina y comedor, que será trasladada al subsuelo, cerca del economato, donde ingresan los proveedores. El antiguo salón Azul, también ubicado en el subsuelo, funcionará como un lugar de tránsito y reuniones.

 

Además, se modernizó y unificó el sistema de tableros eléctricos, se emplazó una nueva sala de bombas y tanques cisternas y se terminaron los baños. La biblioteca de Legal y Técnica volvió a su ubicación original, frente al Patio de las Palmeras, donde estaba prevista la construcción de un baño. Para suplir esa falta, se decidió que el otro baño emplazado en la planta baja funcione “para todos los géneros”, en sintonía con las políticas de inclusión del Gobierno.

 

Por último, la administración de Fernández también fijó un objetivo relacionado con la funcionalidad de la Casa, que consiste en la decisión de mover las áreas administrativas hacia otros edificios de gobierno. “La idea es que sea más la casa de la política y menos de lo administrativo, para no saturar de gente y recuperar los salones de reunión”, explican fuentes oficiales.

 

La obra lleva ya un 88% de ejecución y el Gobierno quiere tenerla terminada para marzo. Luego iniciará la etapa de pintura de la fachada.

 

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