En las elecciones legislativas de noviembre pasado, Juntos obtuvo en el Partido de La Costa una contundente victoria -por casi diez puntos- que relucía por ser un distrito largamente administrado por el peronismo. El resultado reconfiguró el Concejo Deliberante: ocho bancas para el Frente de Todos (FdT) y diez para la alianza opositora. Así, el cambiemismo pretendía quedarse con la presidencia del cuerpo. Sin embargo, la ecuación no es tan simple en un municipio donde la gruesa telaraña interna opositora sufre tensiones de larga data, algunas de ellas plasmadas en las últimas ruedas electorales con una frondosa y variopinta oferta en las primarias de septiembre.
Con ese mar de fondo, el estallido de la oposición costera se produjo días atrás en el marco de la sesión preparatoria contemplada para la asunción de los nuevos concejales, la cual se inició con la presencia de los ocho ediles del FdT, el concejal amarillo Sergio Santana y la lilita Rosana Blanco. El resto llegó tarde a las puertas del Concejo Deliberante -con la sesión avanzada-, acusando que no les permitían entrar al recinto, en un clima de ebullición donde se vieron golpes y escenas de violencia.
Dentro del grupo que aún no asumió en el Concejo, figura quien lideró la boleta ganadora local en estas legislativas, el titular de la UCR costera, Daniel López, quien, posteriormente, en conferencia de prensa, dijo que, a última hora, Blanco y Santana “rompieron el acuerdo” que los concejales de Juntos tenían para la designación de autoridades. Y consignó que el retraso en llegar a la sede del Concejo se debió a que “como fuerza política nos estábamos reorganizando”. Es que, sin esos votos, Juntos quedaba con ocho voluntades, insuficientes para designar al presidente del cuerpo. Pero al arribar a las puertas del recinto, López denunció que el grupo de concejales electos recibió “amenazas y golpes” y que “había gente que no dejaron que entremos” mientras “la sesión se daba a mayor velocidad”.
Ante eso, la sesión diezmada consagró presidente del Concejo a Ezequiel Caruso (FdT). Que los dos concejales de Juntos presentes hayan votado por Caruso fue materia de dardos desde quienes quedaron afuera y marcan que Santana se quedó con la viceprimera. A la vez, hay voces que miran directamente al palacio municipal al buscar una respuesta del accionar de Santana y Blanco, y hablan de “pacto”. En ese contexto, las y los ediles de Juntos que quedaron sin asumir presentaron nota para que les tomaran juramento. Pero no tenían fecha concreta para eso hasta este martes.
Tras este episodio, las turbulencias no aflojaron. Santana emitió un comunicado con sello del PRO donde desmintió acuerdos con el oficialismo y machacó contra la “ausencia” de sus pares de Juntos. Así, apuntó a los “amigos de la UCR”: “Ustedes se doblaron. Y de la peor manera. Como PRO, no cuenten con nosotros para traicionar al pueblo. Resuelvan sus problemas internos. Pidan disculpas a la sociedad que los votó y que hoy les reprocha el faltazo sin justificación. En síntesis, el PRO participó, participará y buscará el consenso, el entendimiento y la unidad. Y en vez de acusar sin sentido, háganse cargo del error institucional que cometieron”.
Pero a Santana le salieron con los tapones de punta desde otro rincón interno del partido amarillo. Alba Becerra, que encabezó en las últimas PASO una de las cuatro listas que Juntos puso en competencia en el distrito, cuestionó que Santana hablara en nombre del partido y aclaró que la Junta Promotora local del PRO, que ella comanda junto a Carlos Natalizia, es la única reconocida por las esferas superiores.
Con esas aclaraciones, Becerra y Natalizia arremetieron en un comunicado contra el voto de Santana en favor de la presidencia del Concejo a manos del oficialismo: “Su actitud constituye un atropello legislativo y una traición al voto popular. Solicitaremos y gestionaremos ante las autoridades nacionales y provinciales del PRO, la expulsión del mencionado concejal por inconducta partidaria”, sentenciaron.
Según detallaron a Letra P diversas fuentes de la interna local de Juntos, en el radicalismo ya veían “torcido” a Santana mucho antes del día de la sesión preparatoria. Hay quienes marcan que ese concejal pedía internamente para sí la presidencia del cuerpo, aduciendo el rodaje de largo aliento del partido amarillo en el distrito.
Pero eso se topó con los argumentos del grupo de López que, al ganar holgadamente la interna, no mechó lista en las generales y metió un pleno de seis ediles boinablancas. Con esas cucardas, la UCR logró mayores consensos internos para anotar al presidente del cuerpo que, dicen, Ignacio Reimondez, quien venía de 2019 (diversas fuentes coinciden en que López no quería la presidencia, ya que opta por la resonancia del micrófono como jefe de la bancada opositora).
La postura solitaria de Santana no movía la aguja ya que, por reglamento, 9 a 9, definía la lista ganadora de la última elección. Lo que cayó como un balde de agua fría para López y su grupo fue la decisión que la lilita Blanco dio a conocer –afirman- media hora antes del inicio de la sesión.
Algunos afirman que la decisión de no arribar a un acuerdo fue de quien ocupase el asiento de secretario; otros prefieren seguir mirando al palacio municipal que encabeza Cristian Cardozo, hombre referenciado con Juan Pablo De Jesús. Quienes abonan a esa última teoría recuerdan que quien finalmente se quedó con la presidencia, Caruso, es hijo de un viejo asesor de confianza de Juan De Jesús padre.
Bajo este cuadro, una vez que asuman quienes quedaron afuera de la sesión preparatoria, la banca más voluminosa de Juntos estaría liderada por López, de ocho ediles –a priori, ya que allí dentro también existen líneas internas, una de ellas referenciada por otra figura radical, la senadora bonaerense Flavia Delmonte, mientras que también está la concejala amarilla Mónica Correa. En cuanto a Santana y Blanco, hay quienes hablan de unibloques.
Más allá de los detalles de la futura fisonomía, el inicio de esta nueva composición del Concejo Deliberante en La Costa augura un mar picado para los próximos dos años.