Es tiempo de que La Costa se anime a dar el paso

En los últimos días me preguntaron varias veces por qué queremos que La Costa se anime a dar el paso, qué esperamos con esta propuesta de sacudir las viejas estructuras. Lo que esperamos, la razón por la que trabajamos todos los días, por la que buscamos construir diálogo y sumar a los más diversos sectores en esta propuesta es porque queremos poner a nuestras localidades en el camino del verdadero desarrollo.

 

En numerosas ocasiones dijimos que La Costa tenía un presupuesto que debiera ser la envidia de un sinnúmero de pueblos del interior de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, en nuestras localidades hay barrios enteros sin agua potable, sin cloacas, kilómetros y kilómetros de frente costero abandonado a la buena de Dios. Problemas viejos que podrían haberse resuelto si hubiera existido la voluntad política, porque la plata estaba, pero hoy siguen siendo una pesadilla en la vida cotidiana de muchos de nuestros vecinos.

 

Hace pocas semanas el mar se llevó una casa de nuestra costa. Salió en medios de todo el país y en varios portales internacionales. En todos lados se discutió y se habló sobre por qué pasan estas cosas. Acá no tenemos que pensarlo tanto, porque todos los costeros lo sabemos: es una clara consecuencia de la improvisación, la falta de una planificación coherente sobre el manejo de la playa, una carencia de equipos técnicos especializados con una estrategia de proyección, sacar arena de acá para tapar allá y ocuparse de estos asuntos cuando ya se desencadenó el problema, sin perspectiva, sin una mirada a largo plazo.

 

La cuestión de la sudestada y la tormenta que se llevó la casa y se hizo viral no es una metáfora suelta en el aire. Es un ejemplo claro de la manera en la que vivimos los costeros desde hace casi dos décadas, con una gestión que no distingue lo importante de lo urgente y que, aunque lo hiciera, de todos modos, llegaría tarde, porque así lo ha demostrado en estos últimos 18 años.

 

Además, este contexto completamente adverso en el que nos deja la pandemia nos hace encender todas las alarmas y deja ver el déficit estructural generalizado en el que está sumida La Costa, una decadencia que nos impide salir a flote, pensar en el futuro, apostar al camino de la modernidad y el desarrollo.

 

Esta matriz de poder, de la vieja política y todos sus vicios es también un yunque que nos empantana en el atraso, en la falta de anticipación. En esta situación de crisis generalizada y con una trayectoria de un año y medio de medidas discontinuas, confusas y hasta contradictorias, la gestión de gobierno debiera generar las condiciones y adaptaciones necesarias para que los vecinos puedan trabajar y educarse en un marco de tranquilidad, pero lo única certeza que seguimos teniendo es la incertidumbre.

 

Por eso, este nuevo proceso electoral se presenta como un punto de quiebre y las opciones reales de los costeros siguen abrevando en dos orillas: las mismas respuestas de siempre un poco más maquilladas, con zapatos más lindos y fotos intimistas o una alternativa con verdadera vocación de futuro, sustentada no solamente en la unidad, la empatía y la solidaridad, sino también en el compromiso con las instituciones democráticas, con los valores del trabajo y el progreso como faros indiscutibles.

 

En La Costa también es tiempo de dar el paso.

 

Juan Schiaretti volverá a hablar en público después de la elección presidencial el próximo 6 de abril. 
Martín Menem y Karina Milei.

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