Después de las muchas especulaciones en torno a posibles cambios en el gabinete de Juan Schiaretti, el gobierno de Córdoba creó este viernes el Ministerio de Vinculación Comunitaria, Protocolo y Comunicación, que estará a cargo del saliente diputado nacional Paulo Cassinerio.
Como Letra P ya había contado durante la campaña electoral, el futuro de Cassinerio estaba proyectado centralmente a un cargo de gestión que pusiera en valor el rol estratégico que el hombre nacido en la capital mediterránea a mediados de 1979 venía cumpliendo en los diferentes armados cordobeses, sobre todo en los capitalinos.
Su condición de militante histórico centralmente ligado a la figura de la flamante senadora nacional Alejandra Vigo, esposa del gobernador, obligaban a pensar en Cassinerio como actor central ante cualquier posible cambio de gabinete en el horizonte. No solo se lo mencionaba como pieza inicial de un dominó de movimientos que incluía a varias carteras de la administración y la Legislatura provincial, sino que también era un nombre que comenzaba a sonar fuerte para ocupar espacios dentro de la estructura de la Municipalidad que hoy conduce Martín Llaryora. Sin embargo, nada de eso ocurrió. A Cassinerio le crearon su propia cartera, una especie de superministerio que tendrá a su cargo algunos de los aspectos estratégicos del trabajo territorial y electoral de cara a los dos últimos años de la gestión de Schiaretti.
En la previa de su juramento como ministro, el propio gobernador definió a Cassinerio como “un joven que supo defender a Córdoba con liderazgo y coraje”. Desde este viernes, tiene a su cargo un conjunto de políticas que el Ejecutivo provincial considera estratégicas. Una de ellas es la profundización del plan de conectividad, que ya sirvió como plataforma para uno de los protagonistas centrales de la política mediterránea, el vicegobernador Manuel Calvo.
Bajo el mando del nuevo ministerio quedará subsumida la Agencia Conectividad Córdoba, una creación schiarettista que reúne diferentes voluntades sociales y políticas para fortalecer la inclusión digital en todo el territorio provincial. “La idea es poder llegar a 427 comunas y municipios de nuestra provincia”, prometió Cassinerio en su primer discurso como ministro, en la mañana del viernes.
Sobre las espaldas del nuevo integrante del gabinete provincial también recaerá una tarea de coordinación que contempla el trabajo conjunto de prácticamente todas las demás carteras sociales del Ejecutivo, “para trabajar puntualmente con los consejos barriales de seguridad ciudadana”. Seguridad, Hábitat, Desarrollo Social, Obra Pública, Cultura, Deportes y Juventud, enumeró al ser consultado al respecto del eje social, uno de los trabajos cruciales que tendrá en los años por venir. Allí, su labor volverá concentrarse en el territorio y lo ubicará como nexo último entre el despacho del gobernador y las problemáticas que se canalizan a través de centros vecinales, organizaciones religiosas y sociales y clubes de barrio.
“Planificaremos las medidas que tiene que llevar adelante el gobierno de Córdoba para fortalecer este entramado social que tanta falta hace, para que la comunidad en su conjunto pueda tener los servicios y la infraestructura que necesita”, dijo el viernes. En el horizonte, se dibuja una batalla silenciosa que busca evitar que Córdoba se espeje con su siempre observada Santa Fe: la lucha contra el narcotráfico.
Lo dijo el propio Schiaretti: “El objetivo es que cada barriada popular pueda organizarse, pero con fuerte presencia del Estado. Por eso, es muy importante que acompañemos estos consejos, porque, cuando el Estado está ausente, se corre riesgo de que el narcotráfico utilice estos espacios como base de operaciones e imponga las reglas en la barriada”.
Un dato no menor es que la nueva estructura dentro de la gestión provincial tendrá a su cargo la Unidad Gobernador, la Secretaría Privada, el Protocolo y la Secretaría de Comunicaciones. Es decir que, tal como lo hizo a lo largo de las últimas dos campañas electorales, Cassinerio tendrá la oportunidad de organizar acciones concretas vinculadas con la proyección política de Hacemos por Córdoba. Entre otras cosas, será clave a la hora de definir la distribución de la pauta publicitaria, uno de los temas que más altera a la oposición a la hora de analizar los movimientos económicos de las sucesivas administraciones peronistas.
Más allá de su relación de estrecha confianza con Vigo y su fuerte presencia entre la militancia capitalina, la figura de Cassinerio comenzará a proyectarse a nivel provincial a partir de la nueva tarea que le asignó Schiaretti. Su imagen comenzará a acompañar los anuncios en torno a la llegada de fibra óptica en los lugares más recónditos de la provincia y su participación en el territorio tendrá la venia institucional que le permitirá capitalizar un conjunto de políticas que buscarán ensanchar los márgenes de acción mucho más allá de las grandes ciudades.
Durante su jura, estuvieron presentes casi todos los ministros y las ministras que, al menos por ahora, permanecerán en sus cargos y trabajarán con él en el tramo final de la experiencia schiarettista en el Panal. Nadie lo proyecta, pero lo miran. Cassinerio levanta el perfil y se confirma a sí mismo como uno de los protagonistas centrales para la renovación dirigencial del peronismo cordobés.