SEGUNDO TIEMPO

La batalla por la verdad hace dudar al mercado: ¿es la política o la economía?

Un grupo de analistas dice que la debilidad de las acciones se debe a que el FdT evitó su peor escenario. Otro mira al dólar y al FMI. Un túnel de dos años.

Tras un ciclo largo de deterioro económico –extremo en el 2020 del Gran Confinamiento– y de un rebote que recién comienza a estabilizarse pero que no se sabe cómo seguirá en 2022, las cotizaciones de los títulos públicos y las acciones de las empresas argentinas se encuentran en niveles muy bajos. Eso, en cualquier tiempo y lugar, sería una oportunidad de compra y el inicio de un ciclo alcista, pero ni el triunfo de la oposición market-friendly y su ubicación en la pole position para 2023 logra animar a los inversores. Las explicaciones de la aparente anomalía son variadas y van del 1 a 0 logrado por el Gobierno con su interpretación de los comicios legislativos a los problemas puros y duros de la economía, de la inflación al frente cambiario, pasando por la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la escasez de reservas.

 

La memoria del mercado financiero viaja a 2013, cuando el gobierno de Cristina Kirchner perdió en las legislativas bonaerenses a manos de un entonces anti-K Sergio Massa y, claro, del ascendente macrismo. Ese escenario, que sepultó las especulaciones sobre un intento de forzar una segunda reelección, derivó entonces en un bull market que, paradojas de la vida, terminó facilitando algo el tránsito de la expresidenta hasta el final de su mandato. Más allá de la corrección cambiaria de comienzos de 2014 –inevitable dada la brecha que se había acumulado–, aún se recuerda que la expectativa de cambio de ciclo y de la reconfiguración en ciernes de sectores ganadores y perdedores, las acciones de compañías eléctricas –por caso– subieron en los dos años posteriores entre 400 y 900%, mientras que el promedio general de la Bolsa triplicó su valor.

 

Sin embargo, dado lo ocurrido en los mercados ya en la previa del 14N y después de él, todo indica que esa expectativa se ha evaporado para lo que viene.

 

El ánimo de los inversores está pinchado y las razones son variadas, según la mirada más política o basada en los fundamentos económicos de los analistas.

 

Una de ellas, vinculada a la guerra de relatos sobre el resultado del 14N analizada por Juan Rezzano en Letra P, indica que, si en una crisis tan severa como la actual el peronismo logró mejorar su desempeño de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), si conservó su núcleo duro del 33%, si equilibró la cancha en la provincia de Buenos Aires y logró revertir derrotas en distritos clave, nada asegura que el cambio de ciclo imaginado por muchos se concrete en 2023.

 

Fuente: Ámbito Financiero.

Fuente: Rava Bursátil.

Esa perspectiva, que se ve reforzada por cierto clima de desazón perceptible en Juntos por el Cambio (JxC), ya sea por no haber arrasado en la provincia de Buenos Aires o por no haber superado el umbral del 50% en la Ciudad, fue expresada, entre otros, por el economista Germán Fermo.

 

Esta mereció una reacción digna de observar de Miguel Ángel Pichetto en La Nación+, donde embistió contra el especialista y contra periodistas militantes de JxC en su propia casa.

 

En un punto, Pichetto tiene razón: hasta donde se sabe, quienes ganan, ganan, quienes pierden, pierden y es una ingenuidad imaginar algo así como la evaporación del peronismo. Sin embargo, se sabe que la satisfacción o la frustración suelen tener la misma escala de los sueños cumplidos o abortados. En cualquier caso, la existencia de esa disputa puertas adentro de la oposición resulta expresiva del 1 a 0 un tanto insólito que el Frente de Todos logró establecer en el debate público.

 

La otra mirada para explicar la desazón de los operadores y la diferencias con el clima del mercado financiero de 2013 radica en las perspectivas de la economía.

 

De acuerdo con ella, el entendimiento con el FMI está al alcance de la mano y ya hay que descartar cualquier tentación del oficialismo por romper. Eso, de hecho, nunca estuvo en los planes del Frente de Todos –tampoco en la mente de la vicepresidenta– y las idas y vueltas al respecto solo obedecen a los vaivenes naturales de una negociación por 44.000 millones de dólares y a la imaginación afiebrada de algunos observadores.

 

Con todo, ese entendimiento entrañaría una serie de compromisos fiscales, monetarios y cambiarios que pueden provocar ruidos fuertes en Todos y hasta hacer difícil la gobernabilidad de los próximos dos años.

 

¿El rebote de la economía después de la depresión del 9,9% de 2020 puede prolongarse en un ciclo largo? ¿Cómo sería posible eso compatible con la necesidad de reducir el gasto y de ajustar la economía que surgirá del acuerdo con el Fondo? ¿Puede sostenerse la recuperación en un contexto de inflación del 50% anual? ¿Tendrá capacidad técnica y política el Gobierno para comenzar un sendero descendente de la misma o la propia discusión ideológica que plantea el cristinismo abortaría esa posibilidad? ¿El ingreso de dólares comerciales será, en lo sucesivo, suficiente para reducir la brecha entre los paralelos y el oficial y para evitar una megadevaluación recesiva? ¿Habrá, a partir del año próximo, dólares suficientes para sostener las importaciones necesarias para que el crecimiento de una economía muy dependiente de insumos extranjeros? ¿Qué pasará con los ingresos populares, algo clave para la estabilidad de la política y para la puesta en marcha, por fin, de la rueda del consumo? ¿La fumata blanca con los técnicos de Kristalina Georgieva llegará antes o después del vencimiento de 1.800 millones de dólares de diciembre, de los 731 millones de enero o de los 372 millones de febrero, cifras que, de tener que pagarse, solo abollarían más el casco del Banco Central? ¿Involucrará el entendimiento alguna inyección de dinero fresco para robustecer las reservas?

 

Las preguntas son muchas y las respuestas, por ahora, precarias.

 

El segundo tiempo de Alberto Fernández y el Frente de Todos se jugará sin garantías de resultado y el mercado lo sabe.

 

Se viene una nueva época en Vaca Muerta y la Patagonia.
Javier Milei en su recorrida en Expoagro

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