La presentación de las listas bonaerense y porteña para las elecciones legislativas de noviembre dio pie el sábado a una sorpresa de Cristina Kirchner, quien en su discurso abrió la posibilidad de utilizar el dinero que el Fondo Monetario Internacional (FMI) girará en breve a los países miembros a pagar vencimientos con el propio organismo. Esa idea, impulsada por Martín Guzmán, había sido resistida hasta ahora por el ala K del Frente de Todos, algo que le generó en su momento al ministro de Economía un cortocircuito importante en la interna oficial. La idea, sin embargo, vuelve al primer plano del debate entre Alberto Fernández y la vicepresidenta ante la constatación de que un acuerdo para refinanciar la abultada deuda con el organismo probablemente no llegará antes de que se abran las urnas y de que entrar en default no sería una buena idea en plena campaña.
La señal tomó a Guzmán con la guardia baja. Tras la sorpresa inicial del sábado, la orden bajó clara este lunes: no confirmar, no desmentir, no agregar ni detallar nada que pueda servir como un titular que desgaste al ministro en la puja interna. Así las cosas, el palacio de Hacienda se limitó a ratificar la idea de que se negociará todo el tiempo necesario con el Fondo para llegar al mejor acuerdo para el país –el más extendido en el tiempo, el más barato y el menos condicionado posible– sin caer en cesación de pagos. Lo último es lo clave.
“Charlando con Alberto, me decía que en unos días más van a ingresar los Derechos Especiales de Giro, los DEG, que el Fondo Monetario Internacional ha decidido (…) entregar prácticamente a tasa de interés cero para que los países hagan frente a los estragos de la pandemia. Nosotros no vamos a poder destinar eso a lo que lo van a destinar el resto de los países. ¿Por qué? Porque le debemos 45 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional, además de los 70 mil u 80 de deuda que se reestructuraron el año pasado”, dijo Cristina el sábado con especial énfasis en su discurso en la planta de Queruclor de Escobar. “Entonces, un tema de debate importante, casi vital les diría, es discutir cómo se va a pagar, quiénes van a pagar”, añadió.
El contexto de esas palabras fue la reivindicación del modelo que rigió en el país entre 2003 y 2015 y la decisión de Néstor Kirchner de cancelar, en 2005, en un solo pago, la totalidad de la deuda con el FMI. Pese a lo que digan sus opositores, el kirchnerismo paga.
Como dijo la propia vice, el tema fue tratado al máximo nivel, esto es con el Presidente. Según supo Letra P de una fuente de la Casa Rosada, Guzmán convenció a ambos de que la gobernabilidad económica depende, antes y después de los comicios, de que el país no entre en cesación de pagos con un organismo fondeado por los países miembros, Estados Unidos en primer lugar, y que un desplante sería muy disruptivo para una economía que habrá que gobernar, por lo menos, dos años más. Esa fue, en definitiva, la lógica usada para lidiar con la deuda contraída con el Club de París.
Mientras hace uso del margen fiscal que le dejó el ahorro fuerte del primer semestre para poner dinero en los bolsillos de los ciudadanos en la campaña, el ministro –agregó la fuente– no va a confirmar ni desmentir una decisión que necesita que sea un hecho consumado por instancias políticas superiores. El tema es sensible en la interna del Frente de Todos, aunque más para quienes son más papistas que la propia papisa.
Como se recuerda, el Senado votó a mediados de mayo por iniciativa de Oscar Parrilli una resolución –un texto no vinculante– que instó al Gobierno a usar los dólares que girará el Fondo para "financiar la puesta en marcha de políticas públicas tendientes a resolver los graves problemas de la sociedad argentina derivados de la pandemia de covid-19” y no para pagar deudas.
Los Derechos Especiales de Giro (DEG) son la moneda del FMI, que decidió realizar una distribución de capital entre sus miembros para darles liquidez con la que afrontar los efectos económicos y sanitarios de la pandemia del nuevo coronavirus.
A la Argentina, dada su cuota en el organismo, le tocaría el equivalente a unos 4.500 millones de dólares, dinero que calza bastante bien con los vencimientos de 1.900 millones de dólares en septiembre y otro tanto en diciembre, que caerían antes de que se llegue a un acuerdo para la refinanciación de toda esa deuda legada por Mauricio Macri. Cabe recordar que el cronograma de pagos dejado por el gobierno anterior es imposible de afrontar –por caso, en marzo del año que viene vencen 4.800 millones de dólares más– dado que nunca se logró cumplir con la premisa del Stand-by caído: que el país pudiera volver a financiarse en los mercados voluntarios.
Con un nivel de reservas brutas apenas superior a los 43.000 millones de dólares en el Banco Central y unas realmente disponibles no mayores a 8.000 millones, los DEG del FMI podrían servir entonces para pagar vencimientos, seguir negociando y cerrar un acuerdo definitivo después de las elecciones de noviembre.
Todo, claro, siguiendo el manual del kirchnerismo realmente existente, que no es el que describen ni sus exégetas acríticos ni los detractores que nada le conceden.