La Argentina siempre estuvo cerca. Un movimiento reciente en el tablero de obispos local demostró que Jorge Bergoglio sigue manejando desde Roma el escenario político eclesial vernáculo, que se encuentra sumido en una situación irregular con todos los mandatos vencidos tras las suspensiones de noviembre 2020 y agosto 2021, por la pandemia, de las elecciones estatutarias trienales para renovar las autoridades del episcopado argentino.
“El santo padre ha extendido, con la fórmula donec aliter provideatur, su permanencia al gobierno de la diócesis de San Isidro”. El texto remitido por la Nunciatura Apostólica no es meramente protocolar, sino el respaldo explícito del pontífice para que Oscar Ojea pueda ser reelecto al frente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA); posibilidad que estaba en duda o, al menos, condicionada al formalismo de que el prelado sanisidrense debía presentar su renuncia canónica por edad el pasado 15 de octubre al cumplir 75 años.
La nota del nuncio Miroslaw Adamczyk trajo alivio a Ojea y al círculo rojo del Club de San Isidro, que intentarán quedarse en la Presidencia de la CEA en los comicios eclesiásticos que se celebrarán del 8 al 12 de noviembre en la casa de ejercicios el Cenáculo La Montonera de Pilar. Además, buscarán sumar poder en la mesa ejecutiva pese a la alianza de obispos del interior que pretende frenar ese impulso y colar a sus candidatos en esa comisión decisoria de la Iglesia. No menos presión opositora ejercen los bergoglistas solitarios Tucho Fernández(La Plata) y Jorge Scheinig (Mercedes Luján).
Un reciente rumor de que el papa Francisco crearía (NdeR.: término eclesial) cardenal a Fernández lo sentó ad doc en la mesa ejecutiva episcopal, aunque el arzobispo platense haya salido a desmentir a través de sus redes sociales lo que definió como un “chisme” surgido en usinas vaticanas. “Es difícil negarle al menos una vicepresidencia a un purpurado, o que suene como tal, y que además es un teólogo de máxima confianza del pontífice”, dijo a Letra P una fuente habitual al explicar la lógica que prima históricamente entre sus pares.
El otro arzobispo con chapa de candidato para sumarse como vicepresidente al tridente de conducción es todavía un interrogante. Descartados los nombres del cardenal Mario Poli(Buenos Aires), impedido de ser reelecto y con renuncia por edad en un año; de Marcelo Colombo (Mendoza), con escasa posibilidad de continuar otro trienio, y de Carlos Ñáñez (Córdoba), renunciado y sin un sucesor designado; todas las miradas y opciones de voto se dirigen a Carlos Azpiroz Costa (Bahía Blanca).
La prédica del fraile dominico bahiense ha ganado adeptos en el esquema episcopal local y también más allá de las fronteras, donde, puertas adentro de la Iglesia, muchos comienzan a percibirlo como el sucesor natural para la arquidiócesis primada de Buenos Aires una vez que el pontífice le acepte la renuncia por edad al cardenal Poli y deje la cátedra porteña.
De darse la lógica del voto cantado por Ojea para conducir el episcopado, el reparto del equilibrio en el poder eclesial estará dado por quién ocupe la influyente Secretaría General y quiénes presidan comisiones fundamentales para afrontar la coyuntura de altos índices de pobreza y desocupación de la pospandemia como Pastoral Social, hoy a cargo del jesuita Jorge Lugones (Lomas de Zamora), y Cáritas Argentina, encabezada por Carlos Tissera (Quilmes), ambos con posibilidades de ser reelectos.
El Club de San Isidro no solo se contentará con la Presidencia de la CEA, sino que pretende mantener el “Ministerio de Economía” que hoy controla el obispo auxiliar sanisidrense Guillermo Caride y que, a través del Programa FE, busca generar recursos propios para sostener la misión evangelizadora de la Iglesia en el país y, finalmente, renunciar a los fondos que recibe del Estado.
Un sondeo previo hecho por Letra P en ambientes eclesiásticos reveló que Caride corre con ventaja y podría ser reelecto para un nuevo período en la Comisión Episcopal para el Sostenimiento Económico, pero el grupo que lidera Ojea no correría la misma suerte en su intento de promover al otro obispo auxiliar, Raúl Pizzaro (San Isidro), como secretario general de la CEA. La oposición interna aspira a retener ese cargo tras la salida obligada de Carlos Malfa (Chascomús) después de un mandato de tres años y otro extendido de cuatro, por lo que fogonea la candidatura del obispo Pedro Laxague (Zárate Campana).