Víctor Manuel Fernández o simplemente Tucho, como lo apodaron en su Alcira Gigena (Córdoba) natal, no es un arzobispo más, sino un hombre del riñón de Jorge Bergoglio considerado el “teólogo del papa” y el intérprete más fundamentado de la doctrina social de Francisco. Por eso, cuando el arzobispo de La Plata habla de cualquier tema coyuntural, sus dichos impactan en el escenario político vernáculo y llevan a preguntarse si lo hace por motu proprio o con el aval pontificio.
Tucho ha explicado mil y una vez por qué se identifica con la prédica papal. "Más que amigo, soy hijo de Bergoglio. Sus palabras me han marcado para el resto de mi vida", ratificó hace un año. La filiación nació en el trajín de redacción del documento final de la cumbre episcopal latinoamericana de 2007 en Aparecida, Brasil; la que catapultó al jesuita y arzobispo de Buenos Aires al papado.
Bergoglio ha sido el mentor del hoy arzobispo platense. Incluso, debió defender su nombramiento como rector de la Universidad Católica Argentina (UCA) a raíz de la oposición de un sector de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), que oportunamente lo había tildado de “demasiado progresista” para el cargo, hasta que finalmente se aprobó su designación.
El intercambio de datos entre Francisco y Tucho es permanente, al punto de que el arzobispo platense es -según él mismo reconoció- a quien el papa elige llamar por teléfono para entender de primera mano qué pasa en el país, más allá de los informes que le preparan en el Vaticano con la lógica eclesiástica de que “a Roma llega lo que a Roma va”.
La crisis política del Gobierno, emergente del resultado adverso del Frente de Todos en las elecciones primarias, con el consiguiente aluvión de renuncias puestas a disposición del presidente Alberto Fernández y el riesgo latente de un quiebre del frente gobernante, no fueron la excepción a esa regla comunicacional entre Roma y La Plata.
Fuentes eclesiásticas dijeron a Letra P que es “muy probable” que una comunicación semejante haya sido el disparador para que Tucho redactara una carta abierta publicada este jueves en el diario La Nación con el título “Presidente, queda poco tiempo”.
En esa epístola pública, el arzobispo critica al Presidente por no haber priorizado la cuestión social durante la crisis sociosanitaria, le advierte que radicalizarse más, como se planteó en el círculo rojo presidencial, “sería acercarse al abismo” y le manifiesta su anhelo de que pueda “revisar a tiempo su agenda de prioridades para evitar una debacle”.
También le cuestiona que haya estado "entretenido" con el aborto y la marihuana, mientras los sectores más castigados y la clase media tenían "hondas angustias"; punto que terminó de enfriar las relaciones entre Francisco y Alberto Fernández, como quedó evidenciado en la reunión de 25 minutos entre ambos de mayo pasado. El prelado hasta lo interpela sobre el cumpleaños de la primera dama, escándalo al que cree que igualmente se le pudo haber sacado rédito político de haber gestionado distinto. “¿Quiénes no le perdonarían al Señor Presidente el mal paso de la fiestita de Olivos si lo hubieran sentido más cerca de sus reales problemas?”, le preguntó.
En el episcopado dejaron solo a Tucho. Ni siquiera publicaron su texto en las redes sociales oficiales . “Es una carta de lectores personal y por ahora no se evalúa alguna expresión conjunta sobre esta crisis política”, dijeron a Letra P desde adentro y sin mayores expectativas de un pronunciamiento institucional. Apenas una reflexión pastoral del titular de la CEA, Oscar Ojea, quien puso más la mirada en la pelea interna del Gobierno: "No discutimos a dónde vamos, no pensamos a dónde tenemos que ir, no nos podemos poner a pensar juntos, sino que discutimos poder", se quejó.
En tanto, en el Vaticano reconocen que hay preocupación por la gobernabilidad en la tierra natal del papa. “Siempre y en todo lugar hay que preservar las instituciones republicanas, pero no esperen que desde aquí salgan frases como: ‘cuiden a Alberto’”, se atajó el interlocutor consultado por Letra P, en alusión al pedido (“cuiden a Cristina”) que La Cámpora le atribuyó al papa en 2014 tras una de las siete visitas que la entonces presidenta hizo al pontífice en plena crisis de final de mandato y versiones de “golpe blando”, y por la que apresuradamente se acusó a Bergoglio de “haberse vuelto kirchnerista”.
En el poco más de un año y medio de gestión de AF, el intérprete papal salió a puntualizar en varias ocasiones cuestiones que evaluó como una “manipulación política” de la dirigencia local. En este sentido, a Tucho se lo escuchó dar cátedra doctrinal sobre el derecho a la propiedad privada, la meritocracia, el populismo y, obviamente, el aborto.