ROMA (Enviada especial) El presidente Alberto Fernández aterrizó en esta ciudad en la tarde italiana -el mediodía argentino- con el objetivo claro de lograr que los países que forman parte del G20 incluyan, en su declaración final, las dos recomendaciones clave que el Gobierno necesita para la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI): la eliminación de las sobretasas y la creación de un fondo de resiliencia de la pandemia, que funcionaría como una tercera línea de créditos.
Con “muy buenas expectativas”, Fernández partió desde Buenos Aires el jueves a las 22.45 junto a una nutrida delegación de funcionarios y funcionarias de su círculo de confianza y un grupo de periodistas y medios, entre los cuales se encuentra Letra P.
Más allá de las reuniones bilaterales que tendrá sobre la cumbre, el Presidente apuesta todo a la declaración final que emiten los países, en la que el Gobierno tiene cocinando desde hace meses dos pedidos que espera que se plasmen en el texto. Sería el mayor triunfo que, entienden en la Casa Rosada, podrían cosechar.
La eliminación de los sobrecargos que cobra el FMI fue uno de los puntos centrales de la gira europea que Fernández hizo en mayo por Europa. Allí logró el respaldo explícito de los líderes de Portugal, España, Italia y Francia al planteo de la Argentina. Resta, ahora, que se plieguen de manera formal los demás países del G20.
El segundo punto, sobre la nueva línea de créditos, es fundamental para el pedido de Argentina respecto del plazo de pago para la deuda. Fernández trae en mente que, tal como está el acuerdo vigente, el país estaría obligado a desembolsar 19 mil millones de dólares en 2022. No los tiene.
La creación del fondo de resiliencia para la pospandemia fue una de las propuestas que el ministro de Economía, Martín Guzmán, llevó a la reunión de los ministros de Hacienda del G20. El fondo se financiaría con el dinero correspondiente a los derechos especiales de giro (DEGs) que les corresponden a los países desarrollados, de los cuales no hacen uso.
Esa tercera línea de créditos se sumaría a las dos ya existentes, stand by y de facilidades extendidas, pero con condiciones más favorables, como el plazo y montos mayores. Actualmente, el plazo máximo de devolución que brinda el FMI es de diez años, en el acuerdo de facilidades extendidas como el que tiene la Argentina.
El Gobierno apuesta a que la recomendación de los países centrales al FMI para que cree una nueva línea de créditos le permita a la Argentina plantear que, al existir nuevas condiciones más favorables, tiene derecho a acogerse a ellas. Una cláusula de pari passu, según define Fernández.
Las negociaciones están encaminadas, pero dependerán, en gran medida, de la postura final que adopte Estados Unidos. El Presidente apuesta todo a la línea de Joe Biden, cuyo discurso de las últimas horas respecto de la necesidad de que los ricos paguen más impuestos alentó las esperanzas. En la Casa Rosada entienden que tanto Biden como Jake Sullivan, consejero de Seguridad y hombre de peso en el gobierno demócrata, tienen una concepción keynesiana de la economía y acompañan la idea de la Argentina sobre la necesidad de crecer primero para pagar después. El encuentro que tuvieron la semana pasada Sullivan y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, generó buenas expectativas.
En lo que respecta a las conversaciones con el Fondo, Fernández tendrá una reunión con la titular del organismo, Kristalina Georgieva, el sábado 30 al mediodía argentino (17 horas locales) en la embajada argentina en Roma. En el Gobierno aseguran que la discusión del programa “está avanzada”. Resta esperar la línea que adopte el G20 y, en función de eso, el board del organismo.
La bilateral con el presidente norteamericano todavía está en suspenso. De concretarse, sucedería durante la cumbre de cambio climático, que se celebrará en Glasgow el lunes y el martes. Será el próximo destino de la comitiva presidencial después de Roma.