La fe mueve montañas y al parecer, también votos. Es la única explicación lógica para su irrupción en una campaña electoral en la que el oficialismo y la oposición buscan una “bendición” eclesiástica que respalde mínimamente a las personas que aspiran a ocupar bancas en el Congreso tras las legislativas del 14 de noviembre próximo.
Necesitada de un “milagro” luego de las primarias del 12 de septiembre, la alianza gobernante Frente de Todos (FdT) apela a su liturgia partidaria para captar la volátil opción de voto de las comunidades católicas y evangélicas, en muchos casos celeste, que exteriorizaron en las urnas su enojo por la aprobación de la ley de aborto en medio de la pandemia.
El jefe de Gabinete, Juan Manzur, expuso el giro religioso en la estrategia oficialista al invocar públicamente la ayuda divina para salvar a la coalición peronista de otra debacle electoral. “Que (Dios) nos dé una ‘manito’, porque realmente esta vuelta nos hace falta para seguir saldando todas las deudas que la Argentina tiene”, pidió sin reparos y para sorpresa de la militancia que exige la separación de Iglesia y Estado.
Al funcionario católico maronita lo siguieron en esa línea el canciller Santiago Cafiero y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, quienes, en un acto reciente en el Palacio San Martín, endulzaron los oídos de las máximas autoridades de las comunidades de fe del país destacando el trabajo de contención espiritual que desarrollaron instituciones católicas, evangélicas, ortodoxas, judías, musulmanas, mormonas, budistas, de la Escuela Científica Basilio, sikhs, africanistas y de los pueblos originarios durante las instancias más complejas de la crisis sociosanitaria por la pandemia.
Por su parte, la oposición intentó embarrar la cancha con la versión, improbable en un contexto electoral, de que la Casa Rosada procuraba que el presidente Alberto Fernández volviera a reunirse con el papa Francisco en el marco del viaje que el primer mandatario prevé realizar a Italia los días 29 y 30 de octubre para participar de la cumbre del G-20. Fuentes gubernamentales y eclesiásticas consultadas por Letra P rechazaron de plano esa posibilidad. “No se realizó ninguna gestión ni sondeo en este sentido, ni oficial ni extraoficial, porque nadie lo pidió”, coincidieron en responder en forma tajante tanto en Roma como en Buenos Aires a fin de desarticular una posible operación mediática.
Las cuestiones de fe también le jugaron una mala pasada al alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, uno de los armadores de la estrategia electoral de Juntos por el Cambio (JxC), al no gestionar lo que agrupaciones católicas consideraron “ataques a las creencias religiosas” en salas culturales de Buenos Aires, en particular en el Teatro Colón con la versión libre de la obra Theodora, de Haendel; un affaire que provocó malestar en la feligresía de a pie y que, pese a que fue minimizado desde el palacio comunal del barrio porteño Parque Patricios y desde las oficinas partidarias amarillas, puede -reconocieron a Letra P en ambientes eclesiales- hacerle perder caudal de votos a la coalición opositora.
En tanto, organizaciones religiosas siguen presionando a aspirantes al Congreso para que se definan sobre algunas temáticas probables y “delicadas” -dijeron- de la futura agenda legislativa. La más dura fue la Pastoral Social de Córdoba, cuyo cuestionario de 14 preguntas se interpretó en instancias partidarias como una búsqueda de apoyo para forzar la derogación del aborto legal, aunque preguntara también cómo sería la intención de voto frente a eventuales proyectos de ley de eutanasia, despenalización de la marihuana para consumo recreativo, boleta única de papel y ficha limpia o al pedirles que dieran precisiones sobre qué norma impulsarían para “pasar de la cultura del plan social o subsidio a la cultura del trabajo”.
No menos interpeladora fue la Pastoral Social de Catamarca, aunque haciéndole el juego a la oposición al llamar a una mayor participación ciudadana en la próxima instancia electiva y exigiéndoles a quienes aspiran a bancas legislativas nacionales, provinciales y municipales que den a conocer “claramente” qué proyectos tienen para resolver la pobreza, la falta de trabajo, la inseguridad, la educación, el narcotráfico, la megaminería, el medio ambiente y el “cuidado de la vida desde su concepción hasta su disolución natural”. “Esperamos propuestas, no descalificaciones. Si se expresan con sinceridad, sabremos a quién dar nuestro voto de confianza”, esbozó el organismo diocesano.