Hay tres consensos bastante amplios entre las y los economistas. El primero: la actividad rebotará después de la caída de más de 10% de 2020. El segundo: el "viento de cola" de la soja garantizará mejores ingresos y menor presión cambiaria. El tercero: la inflación no bajará del 3,5 o 4% mensual, por lo que la recuperación del salario que espera el Gobierno para llegar a las PASO con algo de aire está por verse. El horizonte, que cobra especial relevancia para el oficialismo y la oposición en el marco de la discusión sobre la conveniencia de ratificar o suspender las primarias de agosto, es brumoso: la recuperación dependerá de la magnitud de la esperada segunda ola de coronavirus y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) podría ayudar a despejar dudas, pero también dilatarse y agregar más incertidumbre sobre el tipo de cambio.
El Presupuesto 2021 estimó una recuperación del 5,5% para todo el año, después de una caída que será algo inferior al 12%. El dato es similar al del último consenso entre economistas que arrojó el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del Banco Central, aunque algunas consultoras comenzaron a corregirlo a la baja ante un escenario probable de mayores controles a las importaciones e inflación más alta. "La economía parece estar entrando en una nueva normalidad, un status quo mediocre con bajo crecimiento, restringido por la falta de importaciones y la mayor inflación, pero dejando detrás -o, al menos, pateando para adelante- la dinámica explosiva", indicó la consultora Seido en un reporte reciente.
Es una línea que comparten muchos y muchas economistas. Por caso, el expresidente del Banco Central Federico Sturzenegger, que escribió en el diario Perfil. "Es probable que lleguemos a las elecciones sin que este cóctel explosivo haya detonado. En simples palabras: hasta octubre aguanta", sostuvo.
Para el Gobierno, la recuperación de los últimos meses acelerará en la primera mitad del año. "Hoy tenemos una economía que lleva cuatro meses de recuperación, de manera heterogénea pero que se está volviendo más sólida por las políticas públicas que pudieron ejecutarse", destacó el ministro de Economía, Martín Guzmán, el viernes, en una visita a Chaco.
En la industria, el rebote sería mayor al de la economía general. Estimaciones preliminares de la Unión Industrial Argentina (UIA) esperan una recuperación heterogénea, pero del 8,5 por ciento para 2021, siempre que no se descontrole el frente cambiario. "Las exportaciones debería crecer por la recuperación de los socios comerciales y, si bien no sabemos qué pasará con la pandemia, debería haber una recuperación de todo lo perdido en 2020 y quizás un poco más en el promedio, aunque con algunos sectores más golpeados", dijo Pablo Dragún, economista jefe de la UIA.
Uno de los subsectores que traccionará en el empleo y en esa dinámica es el metalúrgico. "Si el entramado automotriz, agropecuario y de la construcción crecen como se prevé en 2021, la actividad metalúrgica aumentará el volumen de producción este año. Otros segmentos que son abastecidos por el sector metalúrgico, como todo el entramado de petróleo y gas, generan mayor incertidumbre y todavía no está claro qué pasará con la actividad de este sector en 2021 y de qué manera traccionará la producción local, o si se abastecerá con producción importada", dijo Tomás Canosa, director de Estudios Económicos de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra).
Viento de cola
El precio de la soja tocó los U$S520 y bajó a U$S495, pero los valores esperados son significativamente más altos que los previstos hace unos meses. Para Ricardo Delgado, director de Analytica, los superprecios de los commodities contribuirán a la estabilidad, al fortalecer tanto las reservas del Banco Central como la caja de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). "El mayor precio de la soja puede aportar hasta U$S5.600 millones extras de reservas y ayudar a una descomprensión cambiaria y también fiscal, porque habrá $300.000 millones adicionales de recaudación", dijo. La cifra equivale a 1,5 punto del PBI y es similar a lo que el Gobierno espera recaudar con el impuesto a la riqueza.
Para que ese escenario se materialice, los productores deberán vender sus porotos. Para que eso ocurra, el Gobierno deberá controlar la brecha cambiaria, sobre todo en estos meses de "sequía" en el ingreso de divisas. El BCRA descuenta que en febrero se interrumpirá la racha positiva de acumulación de reservas e intentará que eso no pegue en las ya deterioradas expectativas.
"Veo que el Gobierno aguanta y no habrá un shock nominal antes de las elecciones; tiene margen para controlar la brecha hasta entonces, vendiendo bonos contra pesos (en el "contado con liqui"), restringiendo importaciones, subiendo algo la tasa de interés y con la soja en 500. Y, al mismo tiempo, veo una acumulación de desequilibrios macroeconómicos que en algún momento van a pasar factura", dijo Federico Furiase, director de Eco Go.
FMI
Esos desequilibrios forman parte de la agenda de conversaciones con el Fondo. Guzmán insiste en que el acuerdo llegará entre marzo y mayo, aunque cada vez más economistas creen que el Gobierno ganará tiempo hasta que pasen las elecciones, gracias al "viento de cola" de la soja. Eso permitiría diferir ajustes en el gasto público. "El acuerdo con el Fondo se puede dilatar por las restricciones políticas del año electoral; harán lo imposible para no devaluar y extenderán el congelamiento tarifario, apretando el ancla del tipo de cambio y las tarifas para que el salario le gane a la inflación", afirmó Furiase.
Delgado, en cambio, consideró que habrá acuerdo con el FMI en el corto plazo y que ayudará a ordenar las expectativas. "Asumo que ese hito se va a cumplir y que será una hoja de ruta concreta sobre el programa económico", dijo. En su opinión, el Gobierno tiene margen para sobrecumplir la premisa fiscal del 4,5% de déficit primario del Presupuesto y hasta llegar al 2,5-3% de rojo fiscal, por mayores ingresos, un "arrastre estadístico" y el retiro del gasto covid. "Lo fiscal va a determinar lo monetario: cuánto hay que emitir o colocar deuda y, por lo tanto, cuánto hay que apretar la tasa de interés", sostuvo.
Inflación
De todos modos, con esas variables precariamiente ordenadas, la inflación sigue siendo la roca en el zapato de un gobierno que debe lograr que el salario se recupere antes de las PASO. El consenso de economistas del REM espera que los precios suban 49,8% en 2021 y viajen a entre 3,5 y 4% entre enero y junio. Para agosto, el REM marca una expectativa anual del 51,2%. Guzmán sostiene que el índice general estará cerca del 30% a fin de año, pero los primeros meses serán calientes. Como contó Letra P, los datos preliminares del BCRA muestran un índice más cercano a 3 y la autoridad monetaria esperará hasta que se conozca el dato oficial de enero para ajustar la tasa de interés.
"Es difícil que la inflación baje del 3,5 o 4% mensual; hoy no hay un plan antiinflacionario", dijo Delgado. "2020 cerró con un ritmo anualizado del 54% y eso deja un piso que puede estar entre 45 y 50% a fin de año. El rebote no deja mucho espacio para que el salario le gane a la inflación", agregó Furiase.