"Matar al padre" era una metáfora que usaba Sigmund Freud para señalar el momento en que una persona deja de lado la figura paterna que la hizo crecer para largarse a otra etapa de desarrollo. Ese quiebre intenta la UCR santafesina, concentrada en estas semanas en el lanzamiento de un nuevo frente amplio, para dejar atrás el Frente Progresista que creó junto al socialismo y con el que gobernó la provincia entre 2007 y 2019.
La dirigencia radical entiende que es hora de juntar sus cosas e irse del hogar y le pide a su socio que haga lo mismo. El problema es que el socialismo no cree que sea la forma de tratar al padre. “Gobernamos las dos ciudades más importantes de la provincia y somos mayoría en Diputados. No se puede decir que la coalición está debilitada", dijo el diputado socialista Joaquín Blanco.
Más allá de la metáfora, hay sobradas muestras de que, en la vorágine política de estos tiempos, el pragmatismo se impone sobre el idealismo. Los radicales y las radicales sostienen esto como fundamento principal y le reclaman al exgobernador socialista Miguel Lifschitz que dé el salto y les aporte su potencia electoral. “Si queremos ganarle al kirchnerismo, no hay mucha alternativa. Si no, será el mismo resultado: 30% el Frente Progresista y 20% Cambiemos, pero el PJ 35%. Con Miguel, la cosa cambia”, resumió un radical que integra el Frente Progresista pero decidió sumarse a la nueva alianza.
Espejitos de colores
Después del lanzamiento ruidoso que agitó la política veraniega, los promotores y las promotoras del nuevo frente dedicaron esta semana a operar por lo bajo y a medir tiempos y voluntades con más detalles. Mientras el radicalismo dio el primer paso con exposición, el PRO acompaña sin salir a poner el cuerpo. En parte, se debe a que aún está definiendo ordenamientos internos.
"Todo se irá acomodando con el tiempo", apuntó una fuente radical a este medio. Aún así, en la UCR afirman que fue explícita la línea nacional para que el macrismo local trabaje en darle vuelo a este frente amplio. De hecho, en los últimos días desembarcó en la provincia el secretario general de PRO nacional, operador del larretismo e integrante del gabinete de la Ciudad de Buenos Aires, Eduardo Macchiavelli, para convencer a algunos dirigentes socialistas de sumarse a la alianza.
¿Hasta qué punto la dirigencia socialista deglute que un dirigente porteño llegue a Santa Fe a venderle algo que no le cierra y tratar de convencerla de hacer algo con su partido y en su propia provincia? Probablemente, la estrategia que más horizonte tenga sea ablandar directamente al ancho de espadas.
Eso mismo hicieron dirigentes provinciales en charlas informales con Lifschitz. Según apuntaron a Letra P, el exgobernador entiende que el escenario va hacia la polarización y que se requerirá de grandes mayorías en el futuro, pero aún no destraba cuestiones internas y personales. Una de ellas es que un salto semejante requiere de una contención fuerte para no romper el partido. La resistencia socialista se sostiene con ideales, nostalgia y amor propio. "Nacimos para cambiar la realidad de la provincia sin viejas recetas y sin atajos", publicó el jueves en Twitter el diputado nacional socialista Enrique Estévez al rechazar el esquema.
Además, al socialismo lo espanta la mediatización del anuncio del frente amplio y el operativo de la UCR, que logró contactar con el intendente de Rosario, Pablo Javkin, otro reticente a construir de esta forma aunque su esencia sea radical.
Macchiavelli sí tuvo margen y se movió cómodo para sermonear a los concejales rosarinos del macrismo Roy López Molina y Agapito Blanco por el comunicado que emitieron en la semana con críticas a la nueva construcción. “Debemos ser coherentes y creíbles. No podemos juntarnos con quienes, hasta hace un rato, sindicábamos como responsables de los males”, escribieron y sostienen la interna con el ala del diputado santafesino Federico Angelini.
El ruido que hizo en la política santafesina el anuncio de la alianza, aún renga, despertó todo tipo de especulaciones, incluso desde dentro del nuevo espacio. Hay quienes consideran que una derrota del frente amplio en las legislativas, sin haber sumado al socialismo, serviría para demostrar a quienes se oponen que en 2023 deberían sumarse sí o sí. Sacrificio o sacrilegio. A ese nivel se mueve la pelea electoral en las dos semanas que lleva el año.