El ministro de Desarrollo Económico y Producción de la Ciudad, el radical José Luis Giusti, enfureció cuando lo dejaron afuera de la mesa en la que se acordó una marcha atrás con la flexibilización del aislamiento y el cierre de 11 mil comercios que, días antes, abrieron sus persianas por indicación de su cartera. Si bien esto pasó hace ya varios días, el tema escaló en una reunión de gabinete por videoconferencia, porque el funcionario fue consultado por las nuevas medidas y, tras un silencio sepulcral, dijo, ante la mirada de Horacio Rodriguez Larreta, que no podía opinar debido a que no había participado de la toma de decisiones previas.
Si bien en ese cónclave virtual solo dejó en claro su malestar haciendo silencio, en privado, el ministro apuntó contra el jefe de Gabinete, Felipe Miguel, y el secretario de Obras y Transporte, Juan José Méndez. La discusión lleva días, pero Giusti la reavivó para que no quedar afuera del nuevo esquema de apertura que se define en las próximas horas y Rodríguez Larreta se metió para calmar ánimos.
El ministro de las pymes y la producción rugió porque la definición de su área se tomó en otra repartición gubernamental cuando es él quien atiende llamados de cámaras y comerciantes que le reclaman ayuda estatal y le preguntan por la reapertura de sus negocios. Con el anuncio de la vuelta atrás porteña de fines de mayo, quedó en el ojo de la tormenta y todas esas comunicaciones lo dejaron en la situación incómoda de explicar una medida en la que, según admite, no tomo parte.
En rigor, muchos funcionarios porteños se enteraron de esa novedad en el anuncio conjunto de Rodríguez Larreta, Alberto Fernández y Axel Kicillof del sábado 23 de mayo. Los cambios en la Ciudad impactaron el martes 26. cuando esos 11 mil comercios debieron volver a cerrar las puertas que habían abierto apenas dos semanas atrás. Además de quedar fuera de esa decisión, Giusti impugnó el método utilizado porque zonas de la Ciudad como Tribunales, hoy con escaso movimiento peatonal y comercial, quedaron abiertas al comercio y otros puntos se tuvieron que restringir. La Secretaría de Transporte fijó, como le fue ordenado, qué zonas comerciales podían quedar funcionando según el nivel de circulación. En el medio de la interna sucedieron esas desinteligencias conceptuales que aceleraron los roces. Giusti apuntó a Méndez y Miguel por no consultarle, pero la última palabra la tuvo Rodríguez Larreta.
Por eso, el propio jefe de Gobierno intercedió para frenar la escalada de cruces entre sus funcionarios. Rodríguez Larreta impuso su propia marcha atrás y su mea culpa para, ahora, delegar la gestión total de qué actividades e industrias podrían reincorporarse en Giusti. Además, como gesto de distensión, lo sumó al equipo porteño que se acercó el lunes a la Casa Rosada para informar sobre la propuesta larretista para la próxima fase de la cuarentena. Como contó Letra P, el ministro encabeza junto al vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, el sector aperturista que choca con la postura del ministro de Salud, Fernán Quirós, que pide cautela y negociar punto por punto. Ese duelo, siempre envuelto en el marco de las reuniones del gabinete de crisis, se reavivó en las horas previas a la definición del nuevo ciclo de aislamiento.
De militancia radical y garante de la paz con Martín Lousteau y la UCR porteña, Giusti acumula presencia en los dos mandatos de Rodríguez Larreta. Desde 2016 tuvo a su cargo la coordinación del traspaso de la Policía Federal a la Ciudad y la consecuente creación de la Policía de la Ciudad. Allí elaboró el tablero de control para esa área y controló el despliegue de los móviles y efectivos policiales dentro del territorio porteño. Además, armó el inventario de recursos humanos, financieros y edilicios para negociar el traspaso de la Federal con el Ministerio de Seguridad de la Nación, entonces en manos de Patricia Bullirch.
De cepa radical, Giusti es un boinablanca con años de cercanía al PRO. En su llegada al macrismo contó con el aval de Daniel Angelici, también uno de los promotores de su llegada al gabinete de Rodríguez Larreta. A diferencia de sus compañeros de gobierno, no es un larretista paladar negro y por esa característica se permite sulfurar en una reunión por videoconferencia.