Es un juego de roles. Cada uno defiende lo suyo, avanza y espera respuesta del árbitro. La disputa entre el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, y el ministro de Salud, Fernán Quirós, fue un intercambio de visiones sobre qué hacer con el día después del próximo vencimiento de la cuarentena. En su rol de juez, Horacio Rodríguez Larreta vio ambos planteos y dictaminó que la Ciudad, protocolos mediante, tiene que flexibilizar el aislamiento desde el 11 de mayo, aunque resta el aval de Alberto Fernández.
Rodríguez Larreta acumula semanas de presiones internas y externas para sumar actividades al registro de exceptuados. Como contó Letra P, Santilli y el ministro José Lus Giusti (Desarrollo Económico) encararon al alcalde con los números en rojo de pymes y empresas que afrontan serias dificultades para pagar salarios. En paralelo, las empresas gastrónomicas y las constructoras saturaron los teléfonos de los funcionarios porteños para adelantar que habían adecuado sus protocolos y estaban predispuestas a volver a trabajar bajo estándares sanitarios. Ese combo, junto con un reclamo generalizado para que cese la cuarentena estricta, aceleró la decisión del Ejecutivo porteño.
Sin embargo, el ministro de Salud y el jefe de Gabinete, Felipe Miguel, no dieron el brazo a torcer. Quirós insiste en que, según el diagnóstico de su equipo, el pico de contagios de coronavirus llegará a la ciudad la segunda quincena de mayo. Por eso, planteó reparos a una apertura sin control.
Ante este escenario, el tándem Santilli-Giusti acotó los pedidos a dos: habilitar el servicio de retiro de productos en los locales comerciales (take away) y la construcción privada bajo un horario escalonado, para evitar aglomeración en el transporte público. En rigor, pese a las distintas miradas, el gabinete porteño comprende que la Ciudad debe abrir progresivamente la cuarentena aunque, como enfatizó Quirós, "monitoreando periódicamente la evolución del virus".
El titular de Salud dio el OK y Rodríguez Larreta, tras días de inclinarse por mantener la cuarentena estricta, cedió y compró el plan. Ambos le presentaron esa propuesta este miércoles al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el ministro del Interior, Eduardo De Pedro, y la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra. El jefe de Gobierno y su ministro, de acuerdo al clima que vivieron en ese mitín, se fueron con la sensación de que ambos cambios estarán efectivos desde el lunes próximo. Pero la última palabra la tiene Fernández porque el decreto de prórroga del aislamiento obligatorio deja en claro que distritos con más de 500 mil habitantes deben negociar con la Casa Rosada las excepciones a la cuarentena.
Ante ese requisito burocrático, Rodríguez Larreta precisa de una habilitación nacional. Por estas horas, fuentes de la Jefatura de Gobierno admitieron a Letra P que tanto la Ciudad como la Nación deberán firmar una normativa -posiblemente un decreto en cada jurisdicción- para que prospere la flexibilización del aislamiento porteño.
Además, en el encuentro en el despacho de Cafiero, el jefe de Gobierno adelantó sus próximos pasos: si los números de contagios no registran un salto desde el 11 de mayo, la Ciudad se encamina a incluir al empleo en casas particulares entre las actividades exceptuadas, como método para reactivar a un sector de la economía que mayoritariamente habita en los barrios populares de la Ciudad y el conurbano bonaerense e impacta en un porcentaje altísimo en mujeres.
También se puso sobre la mesa la posibilidad de que los menores puedan salir de su casa por un tiempo acotado. Pero sobre este último punto aún hay discusiones en el seno del larretismo.