Gustavo Idígoras está al frente de la poderosa industria cerealera-aceitera, uno de los pocos sectores que siguió motorizando la rueda de la economía nacional en tiempos de cuarentena. Posiciona al sector exportador para dar resultados rápidos al gobierno en la reactivación de la economía. Pero sugiere una condición que se repite en el sector agropecuario: quitarle presión fiscal para duplicar exportaciones. Afirma que el escenario mundial se dirige a una división de países confiables y no confiables, un desafío para que el país se posicione como futuro proveedor de un mundo que demandará más alimentos pos pandemia.
BIO. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Belgrano, con maestría en Relaciones Internacionales (FLACSO) y en Economía (Université Libre de Bruxelles, Bélgica). Exejecutivo de Monsanto. Exagregado Agrícola por la Argentina ante la Unión Europea. Desde 2018, presidente la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y del Centro de Exportadores de Cereales (CEC).
-¿Cómo se desenvuelve la exportación de granos durante la cuarentena?
-Arrancamos con una desorganización propia de una pandemia. Fue muy importante la definición política del gobierno de las actividades esenciales porque nos permitió seguir operando y adoptar nuestros protocolos. De a poco se fue acomodando. Hoy hay un flujo de 4.500 camiones, aunque deberíamos estar en 6.000. Sí hay demora en los barcos.
- ¿Qué papel tuvo el sector agroexportador en la economía durante estas dos semanas?
- Dos grandes roles. El ingreso de divisas para que la economía del interior se siga moviendo. Estamos comprando mercadería a cinco días, con operaciones de contado a 80.000 productores en cinco provincias. Por otro lado, estos dólares son el único ingreso de divisas del país, por ejemplo, para comprar insumos médicos. En marzo fueron 1.000 millones de dólares directos al Banco Central, y para abril calculamos más del doble.
-¿Cómo deberá prepararse el agro para el poscoronavirus?
-Vamos a una división mundial de países confiables y no confiables, y los alimentos serán una herramienta clave en cuanto a la elección de países proveedores. Aquellos que sepamos administrar la crisis, probablemente tengamos mayores niveles de confianza para suministrar los alimentos en el mundo.
-Es decir, una oportunidad en la crisis. Y un desafío...
-Muy grande. Ya hay toda una discusión mundial sobre cómo afrontar el nuevo escenario porque habrá mayor demanda de alimentos, sin dudas. Pero habrá criterios selectivos más estrictos. Aquellos países muy golpeados sufrirán más restricciones para comercializar alimentos. Estos cuestionamientos están surgiendo, por eso es determinante que Argentina se mantenga con mucha responsabilidad.
“Vamos a una división mundial de países confiables y no confiables, y los alimentos serán una herramienta clave en cuanto a la elección de países proveedores.”
-¿Argentina tiene crédito?
-Diría que mucho. Un ejemplo claro: el Senasa es uno de los cuatro primeros servicios sanitarios del mundo en habilitar el certificado sanitario electrónico. Sólo Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. Demuestra mucha seriedad, hay que seguir por este camino.
-No alcanza solo con el sector agroexportador. ¿Cómo se sale de esto?
-Después del aislamiento, se reprogramarán las prevenciones de tal manera que amplíe las actividades esenciales. Y habrá un fuerte financiamiento estatal. Cuando se ve el resto del mundo, no importa la visión política y económica que se tenga. Todos han abandonado los controles fiscales para encontrar equilibrios para asumir un rol estatal muy fuerte de políticas de bienestar social.
-¿Piensa que puede haber mayor presión fiscal sobre el sector exportador llegado el caso de reactivar la economía y recaudar más?
-El gobierno ha entendido que el objetivo de equilibrio fiscal ha dejado de ser una necesidad prioritaria. Más que aumentar ingresos fiscales, el camino va por la emisión monetaria para inyectar recursos. Con lo cual debería proyectar mecanismos para lograr una reactivación a corto plazo, y la posibilidad de incrementar las exportaciones es una disponibilidad rápida.
-¿Ahí nace un pedido del sector?
-Nosotros tenemos un 45% de capacidad ociosa, por lo tanto, millones con una gran campaña agrícola sin tanta presión fiscal podríamos pasar de 28.500 millones de dólares de exportación por año a más de 40.000. Creo que lo mejor sería que en el futuro se revea esa presión fiscal sobre sectores que tienen mayor capacidad de respuesta en el corto plazo.