China se resfría y el complejo sojero argentino estornuda, podría decirse mejor que nunca a causa de la expansión del coronavirus y sus implicancias económicas. La dependencia del país respecto a las compras de soja y derivados se empieza a exponer, mientras, a la par, crece la incógnita sobre la cosecha gruesa a poco de su comienzo.
El COVID-19 se desencadenó justamente en el gigante asiático e incluso fue donde tuvo su pico de infectados. En estas últimas semanas hizo un gran trabajo de contención, pero en el medio ha sacrificado su economía con paralización de actividades, cierres y restricciones, lo que derivó en consecuencias económicas en otros países.
Argentina es el gran ejemplo. El complejo sojero es el más importante en la balanza comercial, con un aporte de 16.900 millones de dólares en 2019, un 40% del total exportado. China es un caso paradigmático para el país ya que es el destino de casi el 90% de las exportaciones de poroto de soja por un total de 3.000 millones de dólares según la Dirección de informaciones y estudios económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). También es gran demandante de carne porcina y bovina, al igual que Europa.
El 80% de la producción de granos se exporta por el Gran Rosario donde, además, está instalado el polo aceitero más grande Sudamérica. Por eso es que crece la preocupación en Santa Fe para quien las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) explican tres cuartas partes de sus exportaciones.
Según dijeron a Letra P desde la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro Exportador de Cereales (CEC) en las últimas semanas con las prevenciones por el coronavirus, hay una menor demanda de los países importadores, como China y también los países europeos con la demanda de harina de soja.
“Entendemos que la pandemia dará un golpe a las exportaciones porque los compradores están retraídos, e incluso un golpe al precio del commoditie que ya viene en caída. Es un cisne negro importante”, sostuvo Andrés Alcaráz, vocero de la CIARA-CEC, desde donde liquidan unos 2.000 millones de dólares mensuales, tentador para el problema del acceso al dólar de la economía nacional.
Hay dos cuestiones en este sentido. Por un lado, la mayor parte del ingreso de divisas se produce con bastante antelación a la exportación. Por otro, la liquidación está influida por el ciclo comercial de los granos, que depende de cambiantes factores como oscilaciones de precios, retracción de la oferta, movimientos de la demanda, condiciones climáticas, modificaciones regulatorias. Ahora el factor determinante será la pandemia.
El complejo agroexportador está trabajando a media máquina, en medio de la activación de protocolos y confusiones por el cierre de fronteras y su vínculo con el comercio exterior. El sector se pregunta por los alcances de la crisis del virus ya que está cerca la cosecha gruesa que promete una producción de soja de 51 millones de toneladas, de las cuales casi 10 millones pertenecen a Santa Fe según la Guía Estratégica de la BCR.
Proyecciones estimadas de producción de granos cosecha 2019/20 Guía Estratégica para el Agro BCR
Una ecuación simple: con caída del nivel de actividad, el Estado tiene menos ingresos. Los derechos de exportación son federales, pero ingresos brutos son provinciales, en una administración donde cada peso vale y donde hace apenas dos meses se subió el tributo a las agroexportadoras. Vale aclarar que las cerealeras abona por todo la actividad que hacen en el mercado interno, por ejemplo transformación de soja en harina y aceite, no exportaciones.
“Si a ello se le suma la caída de precios que vienen mostrando en el mercado externo los commodities agrícolas, principal complejo exportador argentino, se comprende que el impacto por esta vía puede ser notable”, explica el informe mencionado de la Bolsa de Comercio. Los contratos de soja cerraron con fuertes bajas en Chicago porque los operadores venden posiciones debido al temor de que la pandemia del coronavirus empeore.
Al problema se le agrega el caso de Brasil, principal socio comercial y termómetro de lo que puede esperarse para la actividad económica local. Su participación con el gigante asiático en las exportaciones es incluso más alta que la local, estimándose que se deterioren sus perspectivas de crecimiento para este 2020.