A tres metros de la Casa Rosada, sobre una calle adoquinada y repleta de turistas, está la sede del PRO. En pleno enero lució deshabitada: algunos empleados, mudanzas de computadoras y cajas de quienes trabajaron para la campaña presidencial de Mauricio Macri y ahora van en busca de nuevos rumbos. La quietud que reina en el edificio de la calle Balcarce se termina la primera semana de febrero cuando asuma como presidenta del partido amarillo la exministra Patricia Bullrich, cuya candidatura sigue firme y avanza sin oposición.
Este lunes vence el plazo para presentar candidatos, pero el trámite quedará en una simple espera burocrática debido a que, hasta el momento, no se registran opositores a la lista oficial. Entonces, será la única lista presentada para competir por el PRO. Empujada por Macri, Bullrich asumirá con lista única y tendrá a Eduardo Macchiavelli, del riñón de Horacio Rodríguez Larreta, como secretario General.
Tras ese paso formal, Bullrich debe esperar únicamente que el Consejo Nacional PRO, reunido en asamblea, la declare nueva presidenta en lugar del senador Humberto Schiavoni, también del riñón de Macri. Mientras tanto, la exministra, que pasó fin de año en su búnker offline planeando su desembarco, apaga la ansiedad previa a la asunción con reuniones con actuales autoridades partidarias.
En los últimos días, estuvo con el exsecretario General del PRO y actual consejero porteño, Francisco Quintana, y con el diputado nacional Ezequiel Fernández Langan, que ejerce como Secretario Políticas Públicas del espacio. Todavía hay roles y cargos en disputa, pero todos deberían estar confirmados para marzo. En el primer poroteo, hay un lugar que estaría cerrado: la exsecretaria de Innovación Educativa Mercedes Miguel conducirá la Escuela de Dirigentes PRO que hasta ahora lidera el senador Esteban Bullrich.
La ausencia de referentes en el edificio de Balcarce que caracterizó al mes de enero poco tuvo que ver con la actividad de diciembre: luego de la derrota electoral, hubo una breve crisis interna que había llegado al límite de forzar el cierre de la sede durante 24 horas. En la previa del 10D y el traspaso de mando, las tribus del partido que fundó Macri entraron en una guerra sin cuartel por el edificio ubicado a metros de Plaza de Mayo. Sin embargo, en las vísperas de Navidad surgió el milagro y se aplacaron los ánimos entre los alfiles del ex presidente, el larretismo y el desembarco de Bullrich.
La firma de la paz llegó tras un acuerdo para dividir roles y hasta mobiliario. La riña recién culminó cuando un histórico del PRO tomó el teléfono y llamó a los involucrados para apagar el incendio. Macri optó por correrse de la primera plana y esquivo ese conflicto por completo.
El reparto fue entre Larreta y los ex ministros Bullrich y Guillermo Dietrich. El primer piso de la sede quedó para la Fundación Pensar que, como contó Letra P, conducirá el exministro Franco Moccia. Dietrich, que absorbe el área de voluntariado y movilización del peñista Federico Morales, tomó el segundo piso.
El larretismo y Bullrich compartirán el tercer piso del edificio de Balcarce y avenida Belgrano, donde también está la administración. En tanto, el PRO bonaerense y la contaduría quedarán en el cuarto piso, mientras que el quinto queda para sala de reuniones y más oficinas.