El dólar es el gran tema de la coyuntura económica argentina y fue, también, el corazón de la carta que escribió la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner a diez años de la muerte del expresidente Néstor Kirchner y a uno del triunfo electoral del Frente de Todos. En un mensaje lleno de subtextos, criticó a opositores y a empresarios, pero, también, a “funcionarios o funcionarias que no funcionan” y llamó a un gran acuerdo para intentar domar a la bestia verde.
Cristina calificó a la economía bimonetaria como el problema “más grave que tiene nuestro país” y sostuvo que es “de imposible solución sin un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina”.
Fue el cierre de un largo texto en la que, antes, repartió culpas entre quienes deberían formar parte de ese acuerdo. Al gobierno de Mauricio Macri le endilgó haber “chocado la calesita”. Se detuvo en los empresarios de IDEA, que “silbaron” al presidente Alberto Fernández en la platea virtual del coloquio celebrado hace diez días. “Es notable, sobre todo en el empresariado argentino, el prejuicio antiperonista”, generalizó y acusó a sectores que no identificó de impulsar una “más que evidente extorsión devaluatoria”.
La vicepresidenta identificó a la “restricción externa” como transversal a todos los gobiernos y defendió el cepo cambiario que estableció su gobierno a fines de 2011 y que Macri desarmó a poco de asumir la Presidencia. Contrastó los 2.500 dólares que podían comprar quienes demostraran capacidad de ahorro (en rigor, ese tope funcionó desde 2014, cuando la restricción se emprolijó y se incorporó el pago de un anticipo a cuenta de Ganancias) con los 200 que puso como techo el expresidente ese mismo 27 de octubre de 2019 de la elección general.
Cristina calificó a la economía bimonetaria como el problema “más grave que tiene nuestro país” y sostuvo que es “de imposible solución sin un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina”.
Pero Cristina no ahondó más allá. ¿Sobre qué bases se sentaría ese acuerdo? El consenso de economistas asocia las presiones devaluatorias con la excesiva emisión monetaria a la que acudió el gobierno de Fernández para solventar el gasto extraordinario que demandó la atención de la pandemia. El apetito por los verdes creció desde las mayores restricciones al dólar que impuso el Gobierno el mismo 15 de septiembre en que envió al Congreso un proyecto de ley de Presupuesto 2021 que contempla un déficit primario del 4,5% del PBI que sería financiado en un 60% con emisión monetaria.
Desde la semana pasada, el ministro de Economía, Martín Guzmán, intenta revertir esa sensación de “partido irremontable” con señales pro-mercado: habrá menos emisión monetaria (entre el 40 y el 45 por ciento del déficit), más colocaciones de deuda y un sendero plurianual hacia el equilibrio fiscal. El Gobierno se resiste al ajuste más pronunciado y a subir la tasa de interés, aunque queda por delante la negociación con el FMI.
Mientras la carta de Cristina copaba la agenda, Fernández y Guzmán se mostraban con el supermercadista Alfredo Coto en una de las tantas reuniones con grandes referentes del empresariado que vienen manteniendo en las últimas semanas. Ironías del destino: fue Coto quien, en noviembre de 2005, en el Coloquio de IDEA, aventuró una inflación del 12 por ciento anual para el año siguiente y motivó que Kirchner vaciara el evento empresario de funcionarios nacionales por una década.