LA RELACIÓN CON BRASIL

Solá, Scioli y Bolsonaro: como Penélope, tejen de día y destejen de noche

La trama del acercamiento. Emisarios insospechados: un amigo brasileño. Señales que llegaron al Planalto. La relación se encauzó, pero llega la hora de abordar las diferencias. Pronóstico reservado.

Quedaron atrás los días en los que Jair Bolsonaro y Alberto Fernández se comunicaban, por decirlo de algún modo, a través de Twitter y de los medios de comunicación, blanqueando sus diferencias políticas y personales. En el ida y vuelta, cabe recordar, quedaron involucradas hasta las familias hasta que, afortunadamente, el mal gusto quedó atrás y se encontró un canal normal para la relación. ¿Cómo se llegó a eso? ¿Cuál fue la red de influencias cercana al palacio del Planalto que activaron para eso el canciller, Felipe Solá, y quien será embajador en Brasilia, Daniel Scioli? La mejora del clima alivia, pero las partes saben que las diferencias de visión sobre el futuro del Mercosur y, en general, sobre la política regional los someterán a tormentas permanentes.

 

LA JURA, LA ROSCA Y EL FACTOR SCIOLI. El presidente de Brasil denunció, justo después de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto, que “bandidos de izquierda” se aprestaban a tomar el poder en la Argentina. Consumada la victoria de Fernández en octubre, se deshizo en otras críticas extremas y dijo que no enviaría ninguna delegación a su toma de posesión. Luego cedió y anunció que despacharía una de bajo rango, presidida por su ministro de Ciudadanía, Osmar Terra. Finalmente, dio el brazo a torcer y terminó por aceptar que viniera su vicepresidente, el general Hamilton Mourão. ¿Cómo se tejió esa trama?

 

Empresarios de ambos países, con mucho que perder en una pelea sin sentido, colaboraron en el acercamiento que debía derivar en una presencia brasileña digna en la jura. De lo que no había noticias era que otros actores, menos imaginados, participaron también de esos enjuagues.

 

Scioli encontró un puente de oro en el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), un organismo dependiente de la Organización de Estados Americanos (OEA) con sede en Costa Rica. Lo dirige un argentino, Manuel Otero, quien junto a su asesor Jorge Werthein se puso manos a la obra. El hombre clave de la trama fue un brasileño, Caio Dornelles da Rocha, quien será presentado formalmente el próximo jueves en la Cancillería nacional el representante del IICA en el país.

 

Manuel Otero y Caio da Rocha, titular del IICA y representante del organismo en Argentina.

 

 

“Desde el inicio, junto a los amigos del IICA, Manuel Otero y Jorge Werthein, intenté aprovechar las relaciones que tengo en Brasil para ayudar a que viniera a Buenos Aires el vicepresidente Mourão”, le dijo Da Rocha Letra P. “Además, de inmediato comenzamos a articular junto con el ministro Osmar Terra en Brasil la posibilidad de que Scioli mantuviera un encuentro con el general Mourão”, añadió.

 

Caio da Rocha es un hombre con contactos aceitados en buena parte del arco político de su país. Ocupó cargos importantes en el área de agricultura bajo las presidencias de Luiz Inácio Lula da Silva y de Dilma Rousseff y llegó a viceministro nacional de Seguridad Alimentaria con Michel Temer hasta 2018: ninguna puerta está cerrada para él. Su presencia en la Argentina como hombre del IICA asegura ahora un canal alternativo hacia el Planalto e Itamaraty.

 

El 10 de diciembre se produjeron dos hechos importantes. El flamante presidente incluyó en su discurso inaugural un párrafo especialmente dedicado a Brasil, en el que ponderó la importancia del vínculo e invitó a una relación entre Estados, basada en intereses y negocios y no en la ideología. Luego se produjo el encuentro entre Scioli y Mourão, quien se llevó a Brasilia una impresión positiva.

 

“Esa reunión fue muy buena y permitió advertir en el futuro embajador la voluntad de trabajar sin preconceptos ideológicos. En lo sucesivo, Mourão puede funcionar como un interlocutor determinante para que las cosas se encaminen”, le dijo a Letra P una fuente cercana a la Presidencia de Brasil.

 

 

Vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourão, y Daniel Scioli,futuro embajador.

 

 

De hecho, el Planalto aprobó en tiempo récord el acuerdo al nombramiento de Scioli, lo que se concretó una semana después del contacto en Buenos Aires.

 

Cerca de Felipe Solá, en tanto, le dijeron a este medio que “se consiguió lo que se espera de Scioli: que se muestre capaz de abrir puertas”.

 

Así las cosas, Bolsonaro por fin descubrió que la Argentina no es gobernado por el comunismo, dio por superados los viejos entredichos y dijo que Alberto Fernández sería bienvenido si decidiera visitar Brasil. Pero, para eso, todavía hay que dar más pasos.

 

EL TURNO DE LOS CANCILLERES. Más tarde, el 26 de diciembre, llegó el turno de una videoconferencia de una hora y media entre Solá y su par brasileño, Ernesto Araújo. Pese a lo que podía temerse, dado que el último es uno de los referentes del ala ideológica y de derecha dura del gobierno de Brasil, el contacto salió bien.

 

Por el lado argentino, participaron de la misma el vicecanciller Pablo Tettamanti, el jefe de Gabinete de la Cancillería, Guillermo Chaves y también Scioli. En la charla se acordó que Solá viajara a Brasilia el viernes 31 de enero, pero eso no ocurrirá, ya que el canciller estará ese mismo día en el Vaticano con Fernández. La visita se concretará seguramente el mes que viene.

 

Además, se pactó establecer un mecanismo permanente de consultas y se abordó uno de los temas más espinosos de lo que viene: la pretensión brasileña de abrir el Mercosur a través de una reducción radical del Arancel Externo Común (AEC), algo que la Argentina aceptó negociar, pero no en general sino ítem por ítem y con consultas con los respectivos empresarios y sindicatos.

 

LA SORPRESA VENEZOLANA. La Cancillería nacional reaccionó el último domingo 5 contra la maniobra del gobierno de Nicolás Maduro para impedir que los diputados de la oposición ingresaran a la Asamblea Nacional y que los oficialistas pudieran reemplazar a Juan Guaidó por el borocoteado Luis Parra. El comunicado del Palacio San Martín “lamentó profundamente los episodios” y denunció como “inadmisibles para la convivencia democrática los actos de hostigamiento padecidos por diputados, periodistas y miembros del cuerpo diplomático al momento de procurar ingresar al recinto de la Asamblea Nacional, para elegir a las nuevas autoridades de su junta directiva”.

 

 

 

“Esa posición argentina, que aisló más a Maduro, cayó muy bien en el gobierno” de Bolsonaro, le dijo a Letra P el allegado al presidente. “Fue entendida como un mensaje de que Fernández no apoya ciegamente al régimen chavista y que hay límites que él mismo observa. Nadie piensa que Fernández haya actuado de ese modo para agradar a Bolsonaro y este mismo lo sabe, pero no deja de ser positivo”, añadió.

 

LOS TEMAS DE FONDO. Lo relatado hace a los esfuerzos de la diplomacia nacional para, ni más ni menos, volver a poner sobre carriles normales la relación más importante que tiene la Argentina. Sin embargo, restablecer el diálogo no evita que las diferencias de criterio sean numerosas y fuertes ni que eso evite que, como Penélope, los actores terminen por destejer lo tan trabajosamente tejido.

 

Arancel externo, la aspiración de Brasil (y de Uruguay y Paraguay) de negociar tratados de libre comercio individualmente y no en bloque, la aplicación a diferentes velocidades de los ya suscriptos… La agenda es densa y polémica. Para resolverla habrá que echar mano a recursos todavía más novedosos.

 

Javier Milei y Donal Trump, presidente electo de Estados Unidos.

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