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Kicillof, la vertiginosa y previsible construcción del candidato

Con Macri todavía bailando el triunfo de 2015, se subió a un Clio y lo convirtió en ícono de campaña. CFK lo quiso bonaerense y los intendentes terminaron aceptándolo. Su primer pleno electoral.

El precandidato a gobernador de Buenos Aires por Frente de Todos, Axel Kicillof, tendrá este domingo su primera prueba de fuego. Luego de tres años de recorridas, en principio poco publicitadas, el ministro de Economía durante la última etapa del kirchnerismo enfrentará en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) a la dirigente que conservó, más allá de las tormentas económicas, la mejor imagen dentro de Cambiemos: María Eugenia Vidal. Kicillof llega a las elecciones del domingo con la unidad del peronismo como armadura y con un crecimiento de encuestas en el sprint final de la carrera.

 

“Esto lo venimos haciendo hace tres años y medio”, le dijo Kicillof a Letra P a bordo del auto de su jefe de campaña. Es el Clio 2011 del ex funcionario de Cancillería, jefe de campaña y asesor del postulante, Carlos Bianco. El vehículo se convirtió en uno de los emblemas de la campaña a gobernador del ex ministro de Economía. Lo usó para desembarcar, primero, en el interior bonaerense.

 

Aunque no lo quiera asumir, la campaña de Kicillof comenzó a finales del 2015. Fue apenas dejaba el ministerio de Economía para convertirse en diputado opositor y mientras Mauricio Macri y su ahora directa competidora todavía bailaban al ritmo del triunfo en la elección que los llevó al poder. El economista reunió a su reducido equipo de trabajo y les dijo que había que salir a contar las consecuencias que iba a dejar el modelo económico que llegaba al Gobierno. Pero la primera incursión cara a cara con la gente fue en la Ciudad de Buenos Aires: el 20 de diciembre de 2015 con un Parque Centenario colmado. Un poco de catarsis y un “vamos a volver”.

 

El formato le gustó. Durante 2016 lo repitió con excursiones por el interior del país y en territorio bonaerense. Ya en la elección de 2017, la ex presidenta, que era la candidata a senadora nacional por Buenos Aires, le encomendó que se enfoque en grandes distritos bonaerenses, a los cuales ella no llegaría. Entonces, intensificó sus salidas por rutas bonaerenses. Siempre abordo del Clio que, por entonces, no eran tan famoso.

 



El Clio atrevando el puente colgante de Necochea (Foto: Mariano Sandá) 
 

 

Los intendentes empezaron a ver el despliegue y la convocatoria que generaban las charlas a las que le daba, casi siempre, un mismo formato: se paraba en la plaza central del distrito y hablaba. Al principio, algunos jefes comunales se extrañaron y relativizaron la lógica. Entendían que solo le hablaba al núcleo duro K.

 

Pero con el paso del tiempo, en esas visitas agregó reuniones con sectores productivos locales y su discurso comenzó a virar hacia un lugar específico.: la gestión bonaerense. Comprendió que la cara de ese diagnóstico de crisis y recesión que recogía tenía nombre y apellido. Empezó a repetir en sus charlas que “Vidal es Macri”. Los legisladores kirchneristas que reportaban directamente a CFK adoptaron ese slogan y empezaron a acompañarlo en las recorridas que hacía por sus distritos.

 

 

A principio de 2019, en distintas entrevistas le preguntaban si quería ser candidato a gobernador. Era un porteño que desde hacía algunos años venía recorriendo el territorio bonaerense. Casi, como había hecho antes la estrella PRO con la que el domingo juega un partido mano a mano. “Sí, es una posibilidad”, dijo el 15 de enero de este año ante la pregunta del periodista Gustavo Silvestre. Cuatro días más tarde, en el marco de una serie de reuniones en Mar del Plata –en plena temporada estival- decía “es un gran desafío”.

 

Los intendentes del PJ bonaerense querían a uno de ellos en ese lugar. Empezaron a cruzarse mensajes y salieron -en dos bloques distintos- a exigirlo. Así fue que se agruparon en la Liga Insaurralde y la Liga Magario. Un grupo pedía por el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. El otro, por la jefa comunal de la Matanza, Verónica Magario. Los apuntados, a diferencia de Kicillof, no se pronunciaban al respecto y tampoco hacían grandes recorridas por la Provincia.

 

Kicillof no encargaba encuestas, pero los intendentes les hacían llegar números. Cuanto más cerca del conurbano se medía, mejor posicionado aparecía. La preferencia de los electores diminuía conforme se alejaba de la zona metropolitana. No lo dudó: empezó a destinar dos días de la semana –jueves y viernes– a recorridas por localidades de la Segunda, Cuarta, Quinta, Sexta y Séptima secciones electorales. Se lanzó a la conquista del voto del interior que 2015 y 2017 atesoró Vidal.

 

 


Kicillof junto a Alberto Fernández, Felipe Solá, Mirta Tundis y los intendentes Martín Insaurralde, Gabriel Katopodis, Juan Pablo De Jesús y Juan Zabaleta (Foto: Mariano Sandá)

 


El tiempo fue corriendo, Kicillof seguía las giras. Las encuestas lo ponían primero en la preferencia del votante K en la provincia que aglutina el 37% del padrón electoral nacional, pero siempre lejos de la gobernadora. Los intendentes buscaron con un encuentro netamente político en Cañuelas hacer una demostración de poder. Empezaba una carrera contrarreloj.

 

Entonces, el intendentismo empezó a ofrecer la opción Insaurralde gobernador-Máximo Kirchner primer diputado nacional. La decisión final de la fórmula bonaerense corrió en buena parte por Cristina Fernández de Kirchner. La ex presidenta sigue con poder de decisión entre los intendentes más leales y tiene los votos que el pejotismo necesita en el conurbano. CKF jugó para AK.

 

 


El 28 de mayo se develó el misterio. Kicillof gobernador-Verónica Magario vicegobernadora sería la fórmula del -hasta ese momento- peronismo K para enfrentar a Vidal. ¿Qué se buscó en esa decisión? Por un lado, exprimir el carisma del diputado y pelear el discurso en un terreno fértil para él como es la economía, el endeudamiento y la inflación. Por el otro, darle lugar a los intendentes y asegurarse territorialidad con la figura de Magario, quien está sentada sobre una montaña de votos: con 1.088.968 electores habilitados para votar, La Matanza es el distrito más potente. Representa el 9,2% del padrón bonaerense.

 

Los intendentes se plegaron rápidamente a la campaña y acompañaron a Kicillof. El precandidato devolvió el gesto. En una entrevista con Letra P dijo: “Voy a gobernar muy cerca de los intendentes, nada puede hacerse sin ellos”. 

 

Luego, a la campaña llegó Sergio Massa y su Frente Renovador. El ex intendente de Tigre y el economista habían compartido dos años en la Cámara de Diputados. Fue durante el primer tramo del gobierno de Macri. Allí, Massa mantenía diálogo con Kicillof pero solo circunscripto a la tarea legislativa. Políticamente estaban lejos. Massa le dio una oportunidad a Macri al inicio de su mandato. Viajaron a Davos y el presidente lo etiquetó ante el mundo como el líder de la oposición. La gestión de Macri, en definitiva, fue armando la foto final que se dio el sábado último en la presentación del libro Sinceramente.
 

 


Junto a Sergio Massa, Malena Galmarini y Luis y Fernando Andreotti (Foto: Mariano Sandá)

 


Massa se plegó sin miramientos a la campaña bonaerense de Kicillof. También su esposa y precandidata a diputada provincial, Malena Galmarini. Así, a bordo del Clio, el ex ministro de Economía fue armando su propio camino.

 

Fueron solo dos las actividades que Kicillof tuvo por fuera en la provincia de Buenos Aires. Un acto en Ciudad junto a Mariano Recalde y en el cierre de campaña de Alberto Fernández en Rosario, Santa Fe. Por lo demás, toda la artillería estuvo enfocada en terreno bonaerense.

 

En la última semana de campaña habló de la identidad bonaerense. Presentó el libro “Radiografía de la provincia de Buenos Aires. Crisis de un territorio en disputa”. El acto fue en la sede de la Facultad de Psicología, de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). 

 

 


Junto a Cristina y su esposa en la previa a la presentación de Sinceramente en Malvinas Argentinas (Foto: Mariano Sandá) 

 


Tuvo que dejar de lado el perfil hermético de sus años de ministro; ahora da entrevistas a Revista Gente o se sienta en la mesa televisiva de Polémica en el Bar. Abre la puerta del auto de campaña, como lo hizo con Letra P. Cuenta su vida. Tiene 47 años, dos hijos, está casado con Soledad Quereilhac, que es taekowndista y doctora en Filosofía y Letras.

 

Fue creador de los planes de consumo Ahora 12 y Precios Cuidados. Negociador de la deuda con el Club de París y en la expropiación de YPF. Transformó el perfil técnico de investigador del CONICET y de ciencias duras para empaparse de territorialidad, rosca y proximidad con la gente. Tomador serial de mate y la persona con mayor demanda por una foto dentro del universo kirchnerista, después de la propia Cristina. Este domingo vota en la mesa 284, de la escuela primaria número 10 y secundaria número 20 de la localidad de Pilar. Por la noche tendrá en sus manos la primera encuesta real. Los números le darán una proyección, podrá calcular si el camino que emprendió por las rutas bonaerenses tiene, o no, chances de final feliz.

 

Cristian Ritondo y Silvia Lospennato, del PRO, promotores de la ley de acceso a la información pública que resiste Javier Milei. 
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