MERCOSUR-UE | CONTRAPUNTO

Elizondo: “El acuerdo rompe una matriz de décadas de aislacionismo argentino”

El país se asoma al libre comercio y el especialista en comercio internacional expone su perspectiva optimista. Ganadores y perdedores. Costos y oportunidades. Empleo. ¿EE.UU. es un horizonte?

Marcelo Elizondo, experto en comercio exterior y director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), se cuenta quienes ven con optimismo el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE). No ignora las asimetrías existentes entre los bloques ni los problemas macroeconómicos que limitan las posibilidades de expansión de las empresas argentinas, pero cree que los plazos de convergencia plena establecidos en aquel dan tiempo suficiente para corregirlas. “Ningún acuerdo en el que se involucran 32 países, 28 de la UE y cuatro del Mercosur, va a ser ideal, pero, en lo conceptual, rompe con una matriz de aislacionismo y de cierre de décadas de la economía argentina”, se entusiasma en la entrevista que le concedió a Letra P.

 

A continuación, el diálogo, realizado en base a un cuestionario que se repite en una entrevista que se publica en paralelo, realizada a una especialista con una mirada divergente sobre el proceso.

 

BIO. Porteño de 55 años, Marcelo Elizondo es abogado, realizó estudios de posgrado en Derecho y Economía y logró un máster en Administración de Empresas en la Universidad Politécnica de Madrid. Fue director ejecutivo de la fundación Exportar entre 2002 y 2010. Investigador y docente, es director desde 2010 de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI).

 

 

-¿Cuál es su valoración del anuncio de un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea? ¿Qué tiene para ganar o para perder la Argentina con el mismo?

 

-Mi valoración es positiva. Ningún acuerdo de este tipo, en el que se han involucrado 32 países, 28 de la UE y cuatro del Mercosur, va a ser ideal para ninguno de los signatarios. En una negociación se buscan consensos, todos ceden en algo y por supuesto la Argentina lo ha hecho. Pero, en lo conceptual, me parece que rompe con una matriz de aislacionismo y de cierre de décadas de la economía argentina y concede una perspectiva gradual, con un plazo de gracia, de inserción en un mercado externo y sofisticado. Un mercado, además, que no compite por costo, lo que es bueno para nosotros, y que nos va a generar un estándar normativo y regulatorio que eleva el marco de referencia de los negocios para las empresas argentinas.

 

-¿Considera que las asimetrías entre las respectivas economías quedan contempladas por los períodos de salvaguarda negociados para diferentes sectores?

 

-Las asimetrías que hoy existen entre sectores responden a distintos motivos. En primer lugar, sobre todo, a las políticas macroeconómicas de la Argentina, que hoy hasta tiene asimetrías en comparación con Brasil si se analizan tasa de inflación, tasa de interés, entorno regulatorio, variabilidad cambiaria. Segundo, a las propias estrategias de las empresas, que tendrán que reenfocarse y desarrollar atributos competitivos. Esas asimetrías, por supuesto, son mayores con respecto a Europa, pero el plazo de gracia que se concede para la competencia de productos europeos en el Mercosur nos permite trabajar en su reducción. En diez años hay tiempo suficiente para corregir todo eso y avanzar en un escenario nuevo, no solo por el acuerdo con la Unión Europea sino, también, por la evolución tecnológica que se va a dar y que va a modificar la operatoria de las empresas.

 

"Parte de las asimetrías que hoy existen se debe a las políticas macroeconómicas de la Argentina, particularmente en tasa de inflación, tasa de interés, entorno regulatorio y variabilidad cambiaria."

-¿Qué sectores salen ganando y cuáles salen perdiendo con el entendimiento?

 

-Eso no puede saberse porque de ahora a diez años, que es cuando se va a poner en marcha la competencia para el Mercosur, va a cambiar sustancialmente la naturaleza tecnológica de los negocios. En los plazos que van a correr puede haber evoluciones tecnológicas tales, que los que hoy pensamos que van a ganar no ganen y que los que parece que van a perder no pierdan. Afirmar eso sería muy anticipado. En todo caso, la ventaja de este acuerdo es que nos concede un marco de referencia, un norte hacia el cual hay que dirigirse en los procesos de desarrollo productivo. Con la información de hoy, ganan los sectores de alimentos manufacturados, el agro y el de servicios, que son muy competitivos. Se tendrán que reajustar, pero tienen potencial, el automotor, el de los químicos y el de la maquinaria agrícola. Más allá de eso, habrá muchos otros que claramente tendrán que mejorar sus atributos competitivos. Pero insisto: la exigencia será para todos. Con la foto de hoy, ninguno llega dentro de diez años, porque la evolución tecnológica va a ser enorme, algo que también rige para los europeos.

 

Ahora bien, la Argentina tiene que pensar en firmar acuerdos de apertura recíproca no solamente con los desarrollados. Por supuesto que con estos últimos es más cómodo, porque ellos no compiten por costos bajos, entonces nosotros, que tampoco lo hacemos, vamos a tener más posibilidades de vender en esos mercados y mejores condiciones de competencia. Pero con eso no alcanza. De hecho, la Unión Europea es un espacio en crisis y no sabemos cómo va a evolucionar debido a sus problemas internos, a sus discusiones y a sus indefiniciones. Entonces, también hay que avanzar en acuerdos de otro tipo. Por ejemplo, hay mercados en Asia en los que la Argentina vende más que en la Unión Europea y que nos resultan más complementarios, porque no compiten con nosotros en agro como sí lo hace la UE. En esos casos, también podrían plantearse escenarios de negociación y de apertura recíproca. La Argentina es una economía muy aislada. Los datos de 2018 que acaba de publicar el Banco Mundial muestran que nuestro país es una de las diez economías más cerradas del mundo, ya que es apenas la décimo quinta peor en términos de ratio exportaciones-PBI. Una de las maneras de corregir eso, aunque no la única, es firmar más acuerdos de apertura recíproca. Las otras pasan por mejorar la macroeconomía, la mesoeconomía y la microesconomía.

 

 

 

-¿Cuál sería el impacto del acuerdo en materia de empleo?

 

-Eso tampoco lo sabemos; falta muchísimo para que todo esto entre en vigencia. Ahora, quiero romper el prejuicio de que la apertura destruye empleo: Latinoamérica no muestra eso. Excluida Venezuela, que está en crisis y por eso la excluyo de este análisis, los dos países con tasas de desempleo más altas de la región, de dos dígitos, son Brasil y Argentina, que, por otra parte, son las economías más cerradas. Por otro lado, las economías más abiertas de Latinoamérica, como Chile, Perú y México, tienen tasas de desempleo más bajas que Argentina y Brasil. En el caso de México, 4%; en el de Chile, alrededor del 7%. Entonces no hay una relación lineal entre apertura y desempleo y la evidencia lo muestra. En todo caso, la relación se da con otras condiciones, de competitividad, de productividad del trabajo, de entorno macroeconómico y, sobre todo, la tasa de inversión. Ahora bien, como este acuerdo cambia estratégicamente la matriz de la economía argentina, en mi opinión, puede conducirnos a un círculo más virtuoso de inversión, innovación, tecnología y eficiencia, lo que puede generar empleo de más calidad. La evidencia indica que los países más abiertos mejoran la calidad de los bienes y servicios que producen y la calidad del empleo que generan, porque las empresas que compiten internacionalmente invierten en sus recursos humanos y, además, los formalizan.

 

 

"Hay que romper el prejuicio de que la apertura destruye empleo: Latinoamérica no muestra eso. Excluida Venezuela, los dos países con tasas de desempleo más altas de la región, de dos dígitos, son Brasil y Argentina, que, por otra parte, son las economías más cerradas".

 

 

-¿Es correcta la intención enunciada por el presidente Mauricio Macri de intentar replicar ese acuerdo con Estados Unidos?

 

-Bueno, algo así dependería de en qué condiciones se lo hace. Es muy temprano para eso, aunque sospecho que el que lo impulsa es Brasil, debido a la búsqueda de acercamiento de (Jair) Bolsonaro. Además, Brasil viene planteando desde hace mucho esa posibilidad, desde la presidencia de Michel Temer. No se puede opinar sobre eso en abstracto. ¿Qué hay detrás? ¿Qué se busca? ¿Solo un acuerdo comercial o uno de fomento de inversiones? ¿Sería solo para bienes o también para servicios? ¿Sería solo de libre comercio o de confluencia regulatoria para alentar la integración en cadenas (de valor)? La evidencia empírica muestra, en el contexto actual de globalización, que los acuerdos de integración alientan el desarrollo y el crecimiento económico, pero hay que ver cada caso en particular.  

 

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