El subsuelo del Hotel Alvear Icon lució calmo como pocas veces en eventos de semejante magnitud. En el año más caliente para la política nacional en años, la AmCham, cámara de empresas estadounidense en Argentina, organizó allí un summit con mensajes y señales confusas, contradictorias. Mientras la Casa Blanca intentaba bajarle el tono a la tensión que pesa sobre Cambiemos, a meses del inicio de la campaña, los CEOs se quejaban de las penurias de sus negocios y de aspectos de la política económica del Gobierno.
“Argentina atraviesa un momento difícil (…) pero estaremos ahí para ayudar", expresó el embajador Edward Prado subido al estrado. Y agregó que “todos sabemos que el tipo de transición que están encarando lleva tiempo. Estaremos ahí para ayudarlos como amigos".
El mensaje del diplomático sigue la lógica sostenida desde Washington: que más allá de que no se comulgue con las políticas de fondo, contener a Cambiemos en la crisis es la única posibilidad de recrear en América Latina un polo anti populista, que sea un aliado geopolítico. En esa misma línea está el respaldo de la Casa Blanca al Gobierno, vía el Fondo Monetario Internacional (FMI). Como contó hace meses Letra P, Donald Trump es el mejor embajador de Mauricio Macri y su principal sostén en todos los frentes.
Pero en el frente interno hay fisuras y otra mirada respecto a lo que pasa realmente en Argentina en materia económica y política. Prado acaba de cursar, a través de su esposa, una invitación a una barbecue en su propia casa, para celebrar el 4 de julio. Será unos días antes, para no superponerse con el cóctel de la Embajada. Allí habrá algunos detalles que se empezarán a ver, opiniones sobre lo que viene para el PRO en materia eleccionaria. Es que el pasillo ya muestra que, a la usanza radical, el Departamento de Estado y los organismos multilaterales creen que, para asegurar la subsistencia de Cambiemos, la gobernadora María Eugenia Vidal debe reemplazar a Macri y ser la candidata en octubre.
Prado, el embajador, banca a Macri.
“Está todo muy lindo con la institucionalidad, pero nosotros queremos ganar plata, y eso no está ocurriendo”, contó un CEO de una de las firmas de la AmCham, mientras asentía sobre el final de la exposición del gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, la punta de lanza del mensaje de que Macri no debe ser el candidato. “Mirá -siguió la fuente- el gobierno de Estados Unidos ve en Cambiemos una buena alternativa ideológica, pero no los ve como buenos gestores”.
Las empresas de capitales estadounidenses, muchas de ellas del consumo, la distribución y la petroquímica, tiene una visión del negocio muy clara: a diferencia de las firmas europeas, son prolijas al extremo, tiene reglas internas de no contaminación política pero, a la vez, son voraces en materia de ventas. Por eso penan por el descuido que el Gobierno hizo del mercado interno y la industria. Hoy, esa pandemia los pone al borde de balances en rojo.
En las casas matrices no entienden bien qué es lo que Macri quiere hacer con la economía. Desde el gobierno de Barack Obama y el made in América que implementó más productos nacionales en las cadenas y empresas, están acostumbrados a un nivel sostenido de ventas. Hoy, un poco menos conformes con la política de Trump, no pueden negar los resultados. “Es la Cristina (Fernández de Kirchner) de allá”, sostienen con picardía. Es que el esquema de sustitución de importaciones aplicado es más rígido que el del kirchnerismo. La suba de aranceles a China transformó a los asiáticos en poco competitivos y activó las plantas locales motivando un boom del empleo.
No son pocos los que se entusiasmaron con el pedido de Cornejo de ampliar Cambiemos sin un Macri imprescindible.
A Macri, los socios de AmCham (DirecTV, Motorola, Dupont, Walmart, Mondelez, United Airlines, IBM, Exxon, Citibank, Procter, entre otros) le reconocen cosas importantes en el primer año de gestión, como la salida del cepo cambiario y cuestiones vinculadas a la transparencia institucional. Pero el resto del mandato hizo virar a lugares poco felices su consideración sobre el Presidente, sobre todo como garante de los próximos cuatro años. No porque no pueda imponerse en la elección, sino porque no lo observan con capacidad de hacer las reformas que ellos reclaman. Eso hace que buena parte de la cámara no sepa a quién votar en octubre. Para las empresas, el kirchnerismo está tachado, pero no descartan a la avenida del medio.
Naturalmente, la rebelión de pensamiento en esa cámara es de las bases y contrapesa con otros CEOs muy afines a Macri. En la entidad mueven fichas dos de sus titulares, Sergio Kauffman, de Accenture, y Facundo Gómez Minujin, del JP Morgan. Son dos de las empresas favoritas del Presidente y los que militan el “aguante” a su candidatura. El caso es que el escenario ha tenido movimientos, y es toda una rareza para el contexto y para ese polo corporativo.