“Vamos a fortalecer el programa con más productos en la canasta y con una mayor variedad de ítems, apuntando a que las familias tengan más opciones económicas”, le confirmó a Letra P una fuente cercana al ministro Dante Sica.
Aquel programa había sido una de las banderas del gobierno de Cristina Kirchner, cuando, pese a la acumulación de controles en la economía, la inflación rondaba un peligroso 25%. Hoy ya no rigen esos “cepos” (ya sea cambiarios, como de precios y de movimientos de capitales), pero el incremento de los precios no cede. Al 47,6% de 2018, en este 2019 electoral ya hay que mentalizarse para un índice del orden del 40%... y eso si el dólar no juega más malas pasadas.
Así las cosas, el plan Precios Cuidados, mantenido con poca vocación por la administración actual en su primer año de gestión -uno de inflación también muy elevada- y prácticamente abandonado más tarde, vuelve hoy por su revancha. Ya se sabe cuál es el rostro de la necesidad.
“Lo positivo es que, por primera vez en tres años, el Gobierno piensa en hacer algo más allá de controlar la inflación con la tasa de interés o la emisión, cosas que en un país como la Argentina no tienen ningún impacto. Por eso ahora habla de control de precios, de ley de góndolas, defensa de la competencia…”, le dijo a Letra P el coordinador del Observatorio Monetario-Financiero del CEPA (Centro de Economía Política Argentina), Leandro Ziccarelli.
“Muestran que empiezan a pensar un poquito más allá, porque con sus recetas el fracaso por ahora es rotundo. Entonces terminan haciendo lo que le criticaron al kirchnerismo durante ocho años”, agregó.
Desde una perspectiva diferente, el analista financiero Christian Buteler explicó que “la inflación es una de las principales preocupaciones del Gobierno porque no está bajando como se esperaba a principios de año”.
“Sabíamos que el primer trimestre no iba a ser de los mejores en materia de precios, pero terminó dando peor que lo estimado. Y ahora se ve que es posible que tampoco baje partir de mayo si es que vuelve a enrarecerse el frente cambiario”, añadió. “Todo eso se complica con los tiempos electorales”, dijo.
En efecto, la última edición del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), la compulsa mensual que realiza el Banco Central entre economistas y consultoras de referencia, marcó un veloz deterioro de las expectativas. La inflación promedio esperada para el año por esos analistas era a fines de marzo del 36%, cuatro puntos más que en febrero y siete más que en enero.
Sin embargo, consultoras líderes como Eco Go y Elypsis acaban de elevar sus pronósticos de inflación al 38%, por encima del REM y algo que, además, queda supeditado a una por ahora incierta paz cambiaria.
“El escenario de desaceleración de inflación para el segundo semestre está subordinado a las chances de que la política monetaria controle el dólar frente a la incertidumbre electoral”, le dijo a Letra P el director de Eco Go, Federico Furiase.
Para él, “hay una combinación de apretón monetario con inflación alta y persistente en la zona de 4% mensual frente a la suba de tarifas, el traslado a precios de la devaluación pasada, la inercia de paritarias que tratan de recomponer algo de la pérdida del salario real del año pasado y el recalentamiento del dólar”.
Ante todo eso, siguió Furiase, “las empresas tratan de mantener sus márgenes frente a la presión de costos por suba de dólar, tarifas, salarios y tasa de interés aun a costa de acumular inventarios. Ocurre que no hay credibilidad en la persistencia de una política monetaria dura en el tiempo”, explicó.
“Los mecanismos de propagación (del aumento de precios) siguen ahí a pesar del apretón monetario. A la política monetaria le cuesta generar credibilidad y entonces pierde eficiencia, aunque sigue siendo el núcleo de cualquier estrategia para bajar la inflación”, según el hombre de Eco Go. “De poco sirve un acuerdo de precios y salarios para bajar la inflación si no hay expectativas de una consistencia monetaria y fiscal de mediano plazo. La política monetaria sigue siendo el plato principal y el acuerdo de precios vendría a ser la ensalada”, completó en relación a giro oficial en ciernes.
“Las empresas tratan de mantener sus márgenes frente a la presión de costos por suba de dólar, tarifas, salarios y tasa de interés aun a costa de acumular inventarios”, dijo Federico Furiase.
Gabriel Zelpo, economista jefe de Elypsis, pone la mira en otro aspecto: “El principal problema es que no hay un ancla para la inflación, no hay una referencia a la cual se ajusten los precios”.
Con la política de metas de “(Federico) Sturzenegger, uno podía creer más o menos, pero algo creía. Había una meta; hoy en día no la hay”, dijo.
“El Banco Central perdió la credibilidad para tratar de orientar las expectativas en torno a una determinada referencia y el Gobierno hoy está más interesado en las elecciones que en la política anti inflacionaria”, señaló.
De acuerdo con las proyecciones de Elypsis, “marzo registrará una inflación del 4,1%, abril una del 3,5% como piso y de junio en adelante debería de empezar con 2... si es que no hay sobresaltos cambiarios. Como ves, el riesgo es al alza”, explicó el economista.
El próximo lunes 15, el Tesoro empezará con las licitaciones de 60 millones de dólares por día pactadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), justamente para desinflar cualquier expectativa de corrida. En esa pulseada con el mercado se jugarán cosas demasiado importantes: el futuro del dólar, la inflación del año y, en buena medida, el desenlace electoral.