Como el miedo no es zonzo, el Banco Central (BCRA) ya salió a contener los pesos en el sistema a través de dos decisiones.
Una, la comunicación A 6661 del 28 de marzo dispuso que las entidades podrán en lo sucesivo volcar a las súper tasas de las Letras de Liquidez (Leliq), cercanas hoy al 68% anual, la totalidad de sus saldos diarios de depósitos en pesos. La idea es que, si ese dinero les diera más ganancias a los bancos, estos tendrán mayor margen para premiar mejor a sus ahorristas.
La otra, la decisión de su Comité de Política Monetaria (COPOM) del 1 de abril de “sostener una tasa mínima (de referencia) de 62,5% durante el mes de abril”. De esa garantía de súper tasa debería salir la ganancia de los bancos y la mencionada mejora para los plazos fijos.
Federico Furiase, director de la consultora Eco Go, le dijo a Letra P que “el Central les dio a los bancos la señal para que suban la tasa de depósitos al asegurarles que no va a aflojar la de Leliq frente a la entrada de los dólares de la cosecha y del Tesoro”.
La reacción del sistema comenzó. Los plazos fijos pagan ahora entre un 37% y un 50%, de acuerdo con la entidad, el monto y el plazo. A nivel minorista, naturalmente, el Banco Nación salió a hacer punta en la mejora.
El problema para Dujovne son las expectativas. Número más o menos aparte, el deterioro de éstas en materia de inflación y tipo de cambio, las dos claves de la estabilidad de los plazos fijos, es probablemente el dato más destacado del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) publicado esta semana por el BCRA en base a los pronósticos de analistas y consultoras de referencia. En efecto, si en enero la inflación esperada para el año era del 29% y en febrero era del 31,9%, el mes pasado trepó al 36%. El 40% al que apuntan economistas críticos está cada vez más cerca del horizonte de los economistas mainstream.
En paralelo, los especialistas que aportan al REM ven, en promedio, que el dólar estará a fin de año en $50, dos pesos por encima de un mes atrás. Ese salto, desde los $43,30 a los que cotizó este jueves en el mercado mayorista, implicaría una suba del 15% hasta fin de año. El problema es que, si la inflación se siguiera empinando, necesariamente lo haría la expectativa de devaluación y, en tal caso, la tasa de los plazos fijos no alcanzaría para compensar la codicia de los inversores y, también, la incertidumbre que los carcome en el plano electoral.
“La inflación de marzo y abril corre a un ritmo del 4% mensual y las tasas de depósitos, que viajan en carreta frente a la suba por ascensor de la tasa de Leliq, no dejan colchón de tasa real positiva (NdR: por encima de la inflación), aumentando el riesgo de dolarización de una parte de los depósitos en un contexto de volatilidad cambiaria”, explicó Furiase.
Jorge Carrera, ex gerente de Investigaciones del BCRA, dijo que, “si algo explica por qué fracasó este plan, cuando inicialmente parecía bastante simple y transparente, de monetarismo básico, es porque quedó demasiado tiempo prendido a una tasa de interés (de Leliq) muy alta, lo que hizo un estrago en la economía. Una cosa es que una tasa de ese tipo dure un mes o seis meses”.
“Por eso, al principio había (un stock de) $400.000 millones de Leliq y hoy ya pasamos del billón. Y vamos a tener que seguir teniendo tasas altas”, añadió.
“Si algo explica por qué fracasó este plan de monetarismo básico es porque quedó demasiado tiempo prendido a una tasa de interés (de Leliq) muy alta, lo que hizo un estrago en la economía”, dijo Jorge Carrera.
“Una segunda explicación para el fracaso de este modelo es que la inflación no baja. Es cierto que es un fenómeno monetario, pero no es uno exclusivamente monetario. Entonces, faltó hacer algo más para evitar esta inercia. Se hizo política de ingresos por el lado de las retenciones y deberían haberlo hecho en energía y tarifas”, explicó Carrera.
La declamada complacencia de Dujovne con los resultados del programa en marcha es eso: declamación. De hecho, las medidas del presidente del Banco Central, Guido Sandleris, van de la mano de su inquietud de curarse en salud con la estabilidad de los plazos fijos. Además, si bien el ministro estar “muy cómodo con el esquema de banda cambiaria" negociado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), él mismo llevó a Washington hace pocas semanas el pedido de que el organismo habilitara 9.600 millones de dólares para calmar, en los próximos meses, la sed de billetes verdes del mercado, a razón de 60 millones por día. La flotación tan amplia de la divisa, es sabido, lo pone tenso.
Pero esos 60 millones, más lo que, se espera, vuelque el complejo sojero en los próximos meses serían suficientes para atender alrededor de la mitad de la demanda de un mercado cambiario mayorista en condiciones normales. Si las subas (como la de este jueves, otra vez, del 1,2% a $43,38 en ese segmento) y bajas se hacen más bruscas, convendrá mirar el día a día de los plazos fijos para precaverse de problemas.
Mientras tanto, los especialistas en inversiones aconsejan a sus clientes mantenerse dolarizados en la previa de las elecciones.
Matías Roig, director de Portfolio Personal Inversiones, dijo para esta nota que, “después de la suba del tipo de cambio del año pasado, los niveles de dolarización de los argentinos quedaron mucho más altos que en épocas anteriores. En épocas electorales siempre hay una dolarización, pero parte de eso ya se dio en aquel proceso. Entonces, nuestra postura es que, si uno tiene dólares y quiere hacer algo conservador, puede optar por letras que terminen antes del 10 de diciembre (día del incierto recambio presidencial) al 4 o 4,5%”.
Para el especialista, “los activos en pesos también tienen sentido. Los títulos públicos nacionales están rindiendo hasta un 14% y más de un 15% los de algunas provincias, cuando los números fiscales de éstas y del Estado nacional son mucho mejores que hasta hace algún tiempo”. Sin embargo, reconoce, esas opciones son solo para los que concilian el sueño con mayor facilidad.
"Nuestra postura es que si uno tiene dólares y quiere hacer algo conservador, puede optar por letras que terminen antes del 10 de diciembre (día del incierto recambio presidencial) al 4 o 4,5%", dijo Matías Roig, de Portfolio Personal Inversiones.
Volviendo al combustible potencial de una segunda oleada dolarizadora de inversiones, los plazos fijos en pesos, hay que consignar que la caída incipiente de la primera mitad de marzo se compensó en el cierre del mes, con un stock de depósitos que finalizó con un leve crecimiento -a falta de resultados definitivos- del 0,4%. No fue, ni de lejos, el auge de los meses anteriores, pero sí una evolución suficiente para calmar temores.
“Creo que que partir del 15 de este mes podemos tener cerca de 200 millones de dólares diarios en el mercado frente a la liquidación de la cosecha y la venta de los dólares del Tesoro, en un contexto en el que mejoró el tipo de cambio real y el colchón de tasas reales que reciben los depositantes: eso podría calmar las aguas. Pero si tenemos viento de frente en mercados emergentes o bien escala el riesgo político local, no hay mucho que pueda hacer la política monetaria”, advirtió Furiase.
En tal caso, el $1,141 billón mencionado al comienzo equivale, al cambio minorista oficial de este jueves, nada menos que a unos 25.000 millones de dólares. Ése es el termómetro que, prudente, Dujovne no menciona y que acecha sus pronósticos de calma chicha.