“Cortá que ahora te llamo”, dice un CEO a la salida de la cena de agasajo a los reyes de España en el CCK. Cuando devuelve la llamada, no viene por línea convencional de teléfono, sino por Whatsapp. “Es que escuchan todo los muchachos”, se ataja. Ese intercambio se repite en la habitualidad del trato con las fuentes de información. La paranoia de los teléfonos pinchados en la era Macri parece haber alcanzado un cénit tras el escándalo del falso abogado Marcelo D´Alessio. Y con un caso más, el del espionaje del propio Cambiemos sobre conversaciones de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. Esos dos hitos dejaron en evidencia que nadie está exento.
D´Alessio. El caso del falso abogado, un hito en la paranoia.
Hoy, el Círculo Rojo y la política se preservan como pueden de lo que consideran “trabajos habituales de inteligencia”. El temor a ser escuchados es uno de los pocos temas que aglutina voluntades más allá de la grieta y las líneas de teléfono han dejado de ser una opción, derrotadas a manos de alternativas como llamadas de Whatsapp, Telegram o Signal, servicios que, a priori, no estarían alcanzados por las malas artes.
Los K sospechan que los escuchan "desde siempre". Charlan lo importante solo en reuniones.
En hechos puntuales, casi todos los ministros y voceros de la Casa Rosada usan el Telegram. Y en la Ciudad, los ministros del gabinete porteño de Horacio Rodríguez Larreta usan ese mismo servicio desde que asumieron el poder. Previamente, el jefe de Gobierno únicamente chateaba por Blackberry Messenger, incluso seguía utilizando ese servicio de mensajería a pesar de haber cambiado de teléfono móvil. Además, las comunicaciones grupales del Gobierno porteño pasan por Telegram: hace tiempo que borraron el grupo de WhatsApp e incluso algunos ministros también utilizan el servicio de llamadas de esa plataforma, en desmedro de los llamados por línea de celular.
La confirmación de las escuchas a Vidal sumaron paranoia.
La psicosis no es propiedad exclusiva de Cambiemos. En el kirchnerismo descuentan que los están "escuchando desde siempre” y admiten que usan alternativas como Whatsapp y Telegram, pero cuando hay temas puntuales, nada es por teléfono, todo personalmente.
Macri y Vidal fueron pioneros en buscar vías alternativas al teléfono. Durante la campaña 2015, se mudaron de WhatsApp al servicio de mensajería instantánea Telegram. Hacia dentro del PRO llevaron la novedad, pero la clase política utilizaba ese servicio hace meses y por dos hechos que, a su manera, expusieron la velocidad de las filtraciones y los riesgos del almacenamiento digital: el asesinato del ex agente de inteligencia Pedro “el Lauchón” Viale (2013) y la muerte del fiscal Alberto Nisman (enero de 2015).
El Círculo Rojo, abonado a Whatsapp.
En la campaña de 2013, como la de 2015, el comando electoral del macrismo hablaba de un “descontrol de los servicios de inteligencia”. A pocos días de las PASO de 2013, un prefecto ingresó a la casa de Sergio Massa, entonces candidato a diputado nacional en alianza con el PRO. Más cerca, hubo otro robo similar en las oficinas que el tigrense tiene en la Avenida Libertador.
En la actualidad, nadie lo discute y la mayoría de los ministros nacionales elige sostener conversaciones privadas por Telegram, que ofrece una opción que borra mensajes automáticamente. En rigor, en acuerdo entre quienes chatean, la aplicación elimina en un tiempo estimado lo mensajes ya leídos. Además, el servicio informa cuando una de las dos personas toma una captura de la pantalla para registrar la conversación. Para los menos paranoicos, el servicio de llamada de voz de WhatsApp todavía alcanza.
Larreta eliminó los grupos de WhatsApp. Desde hace años, el más precavido.
Con Signal Private Messenger pasa algo particular: es una aplicación bastante antigua, la popularizó el topo Edward Snowden, pero aquí la usan algunos como una novedad. Según los expertos en tecnología, es la alternativa más confiable porque detrás del servicio no hay intereses privados, como sucede con WhatsApp, que pertenece a Facebook. En rigor, su código es abierto y la aplicación se financia con aportes y donaciones de usuarios, por lo que ahuyenta la posibilidad de publicidades y sospechas comerciales.