DETRÁS DE ESCENA. CAMBIEMOS

Killer por decreto de necesidad y urgencia y cirujano de la información

Ritondo operó bien el relato de que le espera un protagónico por mérito propio. La orden caliente: terminen con Monzó. Salida anticipada y los candidatos al sillón caliente de Seguridad.

“Ritondo encabezará la lista de diputados nacionales bonaerenses para reemplazar a Monzó” (Perfil). “Ritondo encabezará la lista de candidatos a diputados y reemplazaría a Monzó” (El Cronista). “Ritondo encabeza la lista de diputados de la provincia y reemplazará a Monzó” (La Política Online, que primereó con la noticia). “Evalúan a Ritondo para reemplazar a Monzó en Diputados” (La Nación).

 

La orden de Marcos Peña fue de cumplimiento efectivo e inmediato: terminen de sacar de la cancha a Emilio Monzó.

Son conocidos los buenos oficios de operador mediático del ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Con una vasta red de contactos en las redacciones, engordada durante años y toneladas de horas/hombre en la cocina del off the record, el peronista más macrista del PRO tuvo éxito esta semana en una empresa ambiciosa: convirtió una situación de necesidad y urgencia en la noticia de un ascenso por mérito propio.

 

La orden de Marcos Peña fue de cumplimiento efectivo e inmediato: terminen de sacar de la cancha a Emilio Monzó, que lleva más tiempo despidiéndose que Los Chalchaleros. En su retirada extra large, el presidente de la Cámara de Diputados debilita al oficialismo: lo exhibe rengo, con un hueco difícil de llenar en un espacio clave para la gobernabilidad. A la pasada, descarga un camión de críticas al estilo de construcción política del macrismo hard core.

 

Ritondo no había alcanzado a abandonar el edificio de Balcarce 50 después de reunirse con el jefe de Gabinete y su teléfono celular ya estaba al rojo vivo por una catarata de llamadas salientes. Se miró la ropa dos veces: estaba seguro de que esa mañana no había salido de su casa con ese traje. Recordaba, sí, lo que había dicho un mes antes en la tele: "No pienso ser candidato". 

 

 

¿YA? Este miércoles, la gobernadora le dijo a su tropa del Senado provincial que su compañero de fórmula es un asunto que todavía no está definido. Lo mismo avisó este viernes, desde Vietnam, el presidente Mauricio Macri: falta mucho para que se disponga a elegir a quien completará el binomio presidencial del oficialismo. Y en la Ciudad es un enigma qué hará Diego Santilli: si declinase la invitación de Horacio Rodríguez Larreta para volver a acompañarlo, se abriría una ronda de final incierto. O sea, la ruleta de los vices de los tres fantásticos recién está empezando a girar, pero resulta que ya no hay dudas sobre la cabeza de la lista de candidatos a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires, que será anotada por los apoderados de Cambiemos dentro de 130 días. ¿Ciencia ficción? No, un DNU ejecutado por las manos mágicas del cirujano de la información.

 

La Operación Ritondo fue, efectivamente, un mensaje al bueno de Emilio, niño mimado de la oposición. Ya fuiste. Tenemos candidato y tenemos presidente de la Cámara –claro: si todos los planetas se alineasen y, pese al desastre económico, Macri fuera reelecto y hubiera segundo turno de Cambiemos en Balcarce 50.

 

Además, fue teléfono para los radicales recargados (con poco) después de ganarle al macrismo la módica interna pampeana: no se ilusionen con la silla de Monzó, un espacio apto para maniobras políticas de condicionamiento en un esquema de coalición inestable y, en términos parlamentarios, minoritaria como Cambiemos. A Ritondo lo hicieron saltar a la cancha, también, a jugar de volante tapón para neutralizar eventuales ofensivas del team Cornejo.

 

 

 

NO TODO LO QUE BRILLA. Con la inseguridad galopando la cancha de la madre de todas las batallas, en La Plata se consolida la convicción de que resulta imperioso pedirle la placa al comisario mayor del gobierno bonaerense antes de que se acelere la campaña por la reelección de María Eugenia Vidal, en la que se juega, en enorme medida, la del Presidente.

 

Los estrategas del macrismo duro saben que la promesa fundacional y constituyente del PRO de enfriar las estadísticas del delito –de que los argentinos y específicamente los bonaerenses vivirían más tranquilos- no se tradujo en hechos: los grandes conglomerados urbanos de la provincia son un polvorín. La tan mentada lucha contra las mafias de la Policía bonaerense es un eslogan taquillero, pero se convierte en letra muerta si la población sigue sintiéndose insegura.

 

Por todo ello, en La Plata (esta referencia geográfica es un recurso casi literario; lo correcto sería decir en Retiro, donde atiende Vidal) pesan el riesgo de mantener a Ritondo si se va a subir al Mariumóvil y va a pegar su cara y su nombre a la de la figura que llevará sobre sus hombros la responsabilidad de subirle una montaña de votos a un Macri con imagen negativa trepando por encima del 60%.

 

Hoy, la inseguridad es una bomba de tiempo. Ningún estallido debe ocurrir cerca de la gobernadora, razonan, con instinto de supervivencia, en el segundo piso del vidalizado Museo Nacional Ferroviario.

 

 

 

LA SUCESIÓN. Dos nombres aparecen en el tablero de control de la mesa chica PRO con chances de reemplazar a Ritondo:

 

-El ministro de Justicia, Gustavo Ferrari, que podría convertirse en superministro de las dos áreas. El ex denarvaísta/ex sciolista (hubiera sido el Señor 5 de la AFI si el ex gobernador hubiese ganado el ballotage) ha demostrado que el éxito está reservado para los que saben adaptarse a los tiempos y las circunstancias.

 

-El diputado nacional Guillermo Montenegro, que fue juez y, con Macri en la gobernación porteña, ya trabajó de ministro de Justicia y Seguridad. Vidal tiene un problema con el también ex embajador en Uruguay: representa su esperanza de tener un tropa propia en la intendencia de Mar del Plata, principal territorio –en términos demográficos- que gobierna Cambiemos pero a través de un outsider, el vecinalista de ultra derecha Carlos Arroyo, que resultó un incordio para la mandataria.

 

 

 

El DNU que se cocinó a fuego fuerte en el primer piso de la Casa Rosada aupó al ministro casi hasta el tope de la marquesina. Si el plan se concretase, como decía Aníbal, el líder de Brigada A, Ritondo lograría un buen ascenso. Pero faltan 130 días para el cierre de listas. Una eternidad y un río caudaloso de rosca. Y falta que gane Macri, porque no habrá presidencia de la Cámara de Diputados para Ritondo sin Macri en la Casa Rosada. Por eso, acaso el ministro ya esté temiendo quedarse sin el pan y sin la torta. O, por lo menos, que la torta termine siendo apenas una banca cualquiera en el mar de las 257 de la vasta Cámara baja nacional.

 

Maximiliano Pullaro recibió patrulleros de la provincia de Buenos Aires
Martín Menem y Karina Milei.

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