"Cómo andan, soy Mauricio Macri. Quiero decirles que Martín Migoya me ha contado que este nuevo grupo ha tomado como tarea batallar, defender los valores, esa Argentina que todos queremos, este cambio que hemos emprendido, un cambio cultural profundo para nuestro país que apunta a que todos los argentinos tengamos mejores oportunidades de progreso, que realmente tengamos un país federal, con trabajo para todos. Así que un abrazo grande y muchas gracias por lo que están haciendo". El audio salió del celular del Presidente con destino al del CEO y creador de la empresa de software Globant. Luego, Migoya lo reenvió al grupo de WhatsApp Nuestra Voz, que él mismo había creado junto a otro de los unicornios, el dueño de Mercado Libre, Marcos Galperín. Fue una especie de arenga, un contagio para un chat que se armó a mediados de año para respaldar al gobierno de Cambiemos. También estaba allí, en el grupo, su lugarteniente en la compañía, Guibert Englebienne. Titular de la cámara Endeavor, una de las favoritas del macrismo, y uno de los últimos en recibir al presidente en un evento público.
Desde entonces, cambió radicalmente el escenario político y algunas posiciones de los CEOs: el chat empezó a perder soldados en el fragor del cruce de ideas sobre el país, Galperín visitó a Alberto Fernández en su búnker el día posterior a las PASO y Migoya sorprendió en las últimas horas poniendo sus oficinas del Distrito Federal mexicano para albergar al presidente electo, de gira por ese país. Inclusive, Migoya charló, desde Nueva York, con el próximo jefe de Estado.
Selfie en México. Fernández en las oficinas de Migoya.
Luego, un comunicado amistoso, componedor y con guiños del electo al proyecto de Migoya. “Estoy orgulloso de ver este proyecto federal de Globant, porque demuestra lo que somos capaces de construir. Tenemos gente valiosísima en el interior del país y se abre para nuestra industria un mundo fascinante, tienen mi compromiso de que voy a seguir apoyando a las empresas nacionales”, resaltó Fernández.
Pelotero. CFK, en 2011, junto a Migoya y su socio, Englebienne.
Migoya recordó en la charla que “los cuatro fundadores de Globant empezamos este sueño hace 17 años, en 2003, en un garage chiquito en La Plata”. Hoy, la firma está valuada en más de mil millones de dólares, está presente en 16 ciudades y tiene más de 5.000 empleados. Todo, gracias a un inicio y arranque que coinciden con el período en el que Fernández ocupaba la jefatura de Gabinete y, sobre todo, a la Ley de Software, que le permitió a él y a Mercado Libre salir del garaje pagando menos impuesto a las ganancias y aportes patronales, con la condición de crear empleos. Hoy, son gigantes y el albertismo parece haber leído que hay vida más allá de la industria pesada, si es que quiere salir de la recesión.
Globant inició actividades haciendo software factoring, exportación de software a la carta para abastecer a empresas grandes en el exterior, todo en un contexto donde se benefició por el tipo de cambio competitivo. Con el tiempo, fue tomando relevancia y pisó fuerte en la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi), donde atravesó, junto a Galperín, contiendas ásperas contra multinacionales que venían a radicarse a la Argentina para hacer el mismo negocio.
Habituado a la navegación y fanático de recorrer las aguas patagónicas, Migoya convirtió a Globant en un ambiente con las mismas condiciones que popularizó Google: espacios comunes, juegos y distensión. Hoy, tiene filiales en Uruguay, Colombia, Inglaterra y Estados Unidos, destino al que exporta casi el 80% de su producción. La empresa se transformó en un caso de estudio en universidades top, como la escuela de negocios de Harvard.
Con Macri, el presidente que apoyó desde un grupo de Whatsapp.
La militancia pro Macri de Migoya, explican los que lo conocen, se debe a una cuestión más ideológica, de piel, que práctica. De profesión ingeniero, con los Kirchner hizo negocios y, además, tuvo encuentros con cierta sintonía. En 2011, cuando Globant compró la empresa estadounidense Nextive, la entonces presidenta Cristina Fernández, que en meses renovaría los votos con el tan mentado 54%, visitó las oficinas de Retiro y cruzó elogios con el CEO, que destacó “la importancia que el gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández le dieron a la industria del conocimiento. No fue sólo en la palabra, sino, también, en leyes sancionadas por el Congreso".
Ya en 2012, CFK lo sentó a su mesa en la celebración del Día de la Industria en Tecnópolis. “En la mesa principal está sentado conmigo Martín Migoya, de Globant, una de las dos empresas de software. Él y Mercado Libre, que hoy están internacionalizadas y que a partir de la ley del software nos ha convertido en el primer exportador de software en toda América latina, con más de 600 millones de dólares y también una producción de 2 mil millones de dólares, el 20% se exporta y el otro se retiene aquí en el país. Jóvenes que en el año 2003 decidieron dedicarse a esto. ¿Les suena la fecha? ¿2003? Luego vinieron la ley del software, el impulso y hoy son una empresa que ha trascendido las fronteras nacionales”, dijo la ex presidenta en aquel evento. Un tiempo después, el kirchnerismo se molestó por una movida polémica. Globant se radicó casi por completo en un paraíso fiscal: puso a su sede en Luxemburgo.