Mientras se diseminaba la fake news de su supuesta internación en el Sanatorio Otamendi, el presidente electo Alberto Fernández salía de la casa de Roberto Lavagna en el barrio de Saavedra. En la reunión, más allá de los trascendidos, pasó poco. Charlaron sobre la economía del país y la herencia que deja Mauricio Macri pero, según reconstruyó Letra P, no hubo ofrecimiento de cargos en el gabinete ni tampoco la posibilidad de encabezar un hipotético Consejo Económico y Social, como se rumoreó.
“Se va a descansar, pero no va a aceptar nada fuera de nuestro espacio. Siguen pensando que ni Macri ni Cristina (Fernández de Kirchner)”, relató alguien que lo conoce bien y que asegura que no puede romper la promesa que lo llevó a competir en las últimas elecciones. Lo más probable es que, de ahora en más, se tome días en su casa de Cariló o en una de sus chacras.
Cuentan en su entorno que mientras que Macri y Fernández desplegaban artillería pesada y logística en la pelea por la presidencia, el ex ministro ahorraba y padecía. Buena parte de los kilómetros en distancias cortas los hizo en un FIAT Siena gris y el resto en aerolíneas low cost. Mientras se retira a cuarteles de invierno, los dirigentes de su espacio que serán legisladores piensan cómo arrancarán el trabajo en el parlamento.
Fernández se reunió con Lavagna.
Si bien Cristina le pidió al presidente electo que insistiera para seducir Lavagna para que ocupe un cargo -aunque sea simbólico- en el futuro gobierno, ese ofrecimiento no estuvo presente en la reunión de casi tres horas que mantuvieron, en términos amistosos, ambos dirigentes.
Fernández, de viaje en México, parece estar explorando la variante de un súper ministro de Economía para arrancar en diciembre con un referente que cubra varias áreas. A priori, ese hombre no parece ser Lavagna.