El viaje del presidente electo, Alberto Fernández, a México tiene doble dimensión a la vez política y económica. En lo que hace a la primera, pasa por la búsqueda de un socio progresista en el presidente Andrés Manuel López Obrador, con quien compartir una mirada de los asuntos regionales en un contexto regional muy volcado al centro-derecha. En lo segundo, intenta explorar posibilidades de comercio e inversión con la segunda economía latinoamericana y puerta de ingreso al mercado de Estados Unidos en momentos en que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, pone el jaque al Mercosur al amagar con una eventual salida de su país. La sintonía política resultó prometedora, lo mismo que la económica, aunque esto queda supeditado a que la Argentina deje de ser el reino de la inestabilidad y se convierta en terreno mínimamente fértil para los negocios. En este segundo aspecto, entonces, ¿qué cabe esperar del vínculo con el gigante del norte de América Latina? ¿Podría convertirse en una alternativa en caso de que el socio sudamericano opte por un camino de apertura multilateral?
UNA PROMESA EN EL NORTE. México es la segunda economía de América Latina, con un Producto Bruto Interno de 1,22 billones de dólares. Marcelo Elizondo, especialista en comercio e inversión internacional y director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), le dijo a Letra P que ese país “es muy relevante y, en términos de comercio internacional, mucho más importante que Brasil. Pensemos que está entre los 15 principales exportadores e importadores del mundo, mientras que Brasil recién aparece entre los primeros 30”.
La oportunidad está sobre la mesa. Entre enero y agosto de este año, las exportaciones argentinas a México totalizaron 431 millones de dólares, algo menos que los 455 millones del mismo período de 2019. En tanto, las compras nacionales fueron de 752 y 1.365 millones, respectivamente.
Se trata de números absurdamente bajos por tratarse de un país grande y que “tiene una economía muy abierta, con un arancel promedio de ingreso bajísimo del 3 al 4% que contrasta con el 12-13% de la Argentina y Brasil”, añadió Elizondo. Así, el especialista resaltó que “México es uno de los grandes actores del comercio internacional, ya que tiene tratados de libre comercio con el 80% de la economía mundial”.
¿Por qué, entonces, la relación es tan limitada? En primer lugar, porque México está hoy enfocado en los mercados de Estados Unidos, la Unión Europea y Asia. Segundo, porque suele exigir a sus potenciales socios la firma de tratados de libre comercio, algo que en el caso de nuestro país pretende instrumentar en base a la ampliación del Acuerdo de Complementación Económica (ACE) número 6 pero que representa complicaciones tanto en un país como en otro.
El potencial para las ventas argentinas de alimentos a México es muy grande, desde el maíz hasta la carne de pollo, pasando por el arroz y otros productos. Sin embargo, la carne vacuna representa un inconveniente, dado el reclamo de protección del sector criador y frigorífico de ese país.
En tanto, para la Argentina un problema de calado son los autos, mercado que está reglamentado por el ACE 53. “Cuando se lo pretendió ampliar, la Argentina se opuso, porque el sector automotor de aquel país es muy competitivo”, dijo Elizondo. En efecto, la idea del libre comercio de autos quedó relegada hacia 2022, mientras que hasta entonces el intercambio seguirá regido por un sistema de cuotas.
CON BRASIL, EN EL TOBOGÁN. Los problemas del Mercosur no son nuevos ni se explican enteramente por las posturas de ultraderecha de Bolsonaro, su repulsión al kirchnerismo y el sueño de acordar el libre comercio con Estados Unidos que le susurran las alas ideológica y liberal de su gobierno. En rigor, el comercio bilateral alcanzó su máximo nivel en 2011, “con exportaciones argentinas por más de 17.000 millones de dólares, 21% del total, y e importaciones desde Brasil de casi 22.000 millones de dólares, 30% del total“, dijo un reciente trabajo de DNI. El comercio bilateral total “es hoy 25% más bajo que a inicios de la década”, añadió.
Brasil es hoy más importante para la Argentina que la Argentina para Brasil, algo que explica en buena medida los desplantes de Jair Bolsonaro.
Desde aquella etapa de oro, el intercambio sufrió por la falta de dólares de la Argentina, que llevó al país a imponer un cepo y restricciones al comercio en 2011, al igual que hoy. En el medio, durante la era de Mauricio Macri, el problema fue una recesión que solo encontró una pausa en 2017.
La declinación se explica en números. El año pasado, las exportaciones argentinas a Brasil fueron inferiores a los 8.000 millones de dólares y las compras, de 15.694 millones.
Este año, devaluación, caída de la economía y reimposición de restricciones cambiarias mediante, entre enero y octubre, el saldo comercial bilateral se hizo positivo para la Argentina en 665 millones de dólares, cifra que contrasta con el rojo de 4.160 millones acumulado en el mismo período de 2018. El “milagro” se explica por la crisis nacional: las importaciones se derrumbaron un 50% y hasta las exportaciones cayeron un 4% interanual, según reseñó Ecolatina.
Brasil es hoy más importante para la Argentina que la Argentina para Brasil, algo que explica en buena medida los desplantes del militar que gobierna allí. En efecto, ese país sigue siendo nuestro principal socio comercial y destino del 16% del total de las exportaciones, proporción que se eleva al 27% entre las industriales.
En paralelo, Argentina es hoy el tercer mercado para las exportaciones brasileñas, de las cuales absorbe el 8%. Esto la deja detrás de China y Estados Unidos. Sin embargo, sigue siendo el principal destino de las ventas manufactureras de Brasil, lo que se expresa en la resistencia de buena parte del sector industrial, sobre todo en sus renglones menos competitivos, a la idea de Bolsonaro de abrir radicalmente el Mercosur.
PASANDO EN LIMPIO. Hay una diferencia sustancial entre lo que México y Brasil tienen para ofrecerle a la Argentina. El primero podría convertirse en un gran comprador de alimentos, mientras que el segundo absorbe hoy manufacturas de origen no agropecuario más difíciles de colocar en otros mercados.
De acuerdo con Marcelo Elizondo, “para la Argentina, la relación con Brasil es privilegiada. Primero por el Mercosur, que implica una reducción arancelaria integral. Segundo por la cercanía, lo que hace muy sencilla la logística. Tercero porque Brasil tiene una economía que hasta hace poco fue bastante poco competitiva, lo que hacía que el Arancel Externo Común (del bloque) nos permitiera vivir entre nosotros bastante protegidos”. “Eso con México no podría ocurrir por ser una economía muy abierta”, añadió.
Según el especialista, “México puede ser un aliado importante en el futuro. La Argentina hoy no lo aprovecha y ese país no está entre sus principales socios comerciales a pesar de su relevancia en materia de comercio internacional. Sin embargo, no podría reemplazar a Brasil porque son dos países con perfiles distintos”, cerró.