“Yo sí voy a conducir a la policía”, repetía serio a la cámara Omar Perotti en sus spots de campaña. Esta frase desnuda uno de los gérmenes de la inseguridad y el narcotráfico de la última década en Santa Fe: la connivencia de la policía con los pesados y malos. Eso quizás es lo que lo convence al gobernador electo para evaluar a Marcelo Sain como posible ministro o encargado de la seguridad pública de Santa Fe para arrancar su mandato.
Es que el doctor en Ciencias Sociales, ex interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) durante el gobierno de Néstor Kirchner, y hoy director del Organismo de Investigaciones de Santa Fe también enfoca el diagnóstico en el manejo político de la fuerza. “Que Perotti recupere la conducción política de la policía es una condición sine qua non para que todo funcione. Hasta ahora hubo conducción de la policía y la policía autogestionada no funcionó”, afirmó.
También lo dice con un tono más brutal: “Lo que no me gusta es que los policías sean chorros o narcos. Sos policía o sos delincuente”. Cuenta que eso se lo enseñó su padre, quien fue parte de la fuerza. En los últimos días es quien corre con más ventaja para el cargo, según se comenta entre bambalinas del peronismo santafesino. Él lo desmiente, parece enojarlo la mención, sólo reconoce que ha tenido alguna consulta suelta en la materia. “Es una ficción”, resuelve.
Hace pocos meses dio una exclusiva a Letra P donde brindó definiciones que trajeron cola. Antes de comenzar aquella entrevista tomaba un té y leía ¡Contrahegemonía ya! por un populismo progresista que enfrente al neoliberalismo, de Nancy Fraser, lo último en la materia.
Su costado académico no lo convierte en un tipo blando, pero no parece encastrar del todo con el estilo del gobernador electo y con las pretensiones de otros sectores peronistas. “Si Sain llega a ser ministro será el Che Guevara de Perotti”, chicaneó al gobernador electo en una entrevista con La Capital el actual ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro.
“Orden y paz”, fue el inflexible slogan de campaña que deberá hacer realidad a partir del 10 de diciembre Perotti. Así lo prometió y sin ceder ante algunos cuestionamientos: “Hay que ordenar la provincia, y no me molesta para nada usar la palabra orden. Orden es que los delincuentes estén presos y la gente decente y trabajadora viva en paz”.
BIO. Fue viceministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires entre 2002 y 2003, titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria desde que Néstor Kirchner la creó en 2005 hasta 2009 y director de la Escuela Nacional de Inteligencia. Concursó y ganó la jefatura del Organismo de Investigaciones del Ministerio Público de la Acusación de Santa Fe, donde asiste a fiscales en casos complejos.
Por eso no sonó descabellado que se hablara del ex secretario de Seguridad de la Nación Sergio Berni para ocupar el cargo, una figura más atada a esa visión. En contacto con Letra P, calificó de un “invento” la oferta aunque reconoció que asesora desde hace tiempo al rafaelino.
RESISTENCIA. La victoria de Perotti tiene mucho que agradecerle a la expectativa de los ciudadanos de reducir la inseguridad, problemática que en los últimos años se ha vuelto por momentos indomable. Esa demanda social conectó con su figura firme y con su promesa que se convirtió en máxima.
Asimismo, significó un mensaje en contraposición con un socialismo que no supo o no pudo, y al que se lo criticó por desatender o al menos confiar demasiado en la policía sobre todo en gestiones anteriores. Esto último dio como resultado el buceo policial en el mundo del narcotráfico, en estructuras de complicidad y un inevitable desmadre. Después de correr de atrás durante años, la depuración y desarme de bandas de a poco logra algunos resultados.
El PJ de Santa Fe no está exento de diferencias. Al contrario, sufre una prematura interna antes de la asunción del gobernador, la cual abarcó todo el espectro político, desde lo legislativo, lo presupuestario hasta la seguridad pública. Justamente, el cargo de la cartera quedó en la puja, no sólo en el plano ideológico sino en lo pragmático de un área sensible.
Como en todo cargo caliente, los detractores raspan y los promotores enaltecen. El nombre de Sain quedó en el medio del libreto en el que para algunos es la gran carta de solución de la problemática y para la resistencia, un "justiciero" que puede hacer ruido en estructuras de poder añosas.
Desde un sector del peronismo se arrojó el nombre de Gustavo Peters, ex secretario de Seguridad Pública de la gestión de Jorge Obeid. Quienes lo pretenden dicen que la fuerza policial lo vería con buenos ojos, en contraposición de un nombre resonante y de exposición.
“Acá hay notorios jefes policiales (con conexión) con el mundo criminal que tienen vinculaciones estrechas con un sector del peronismo, pero que también han sido prohijados por la actual administración y particularmente por la anterior”, sostuvo el propio Sain en Radio 2, en una entrevista en la que parece haberse decidido a hablar sin pelos en la lengua. En su análisis dice que las organizaciones criminales “han estado protegidas por el propio Estado, por desidia o complicidad”.
Sain mezcla conceptos de cátedra con expresiones de calle. Es hábil y verborrágico declarante, distinto del académico tradicional habitué del descanso en lo políticamente correcto. Conoce la política del derecho y del revés: desde el plano legislativo, la gestión y la Inteligencia. Se coló en algún momento como ficha para la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) de Alberto Fernández aunque parece no haber prendido. “Soy peronista, soy un servidor”, define quien dice tener “estrecha” relación con el presidente electo.
ESCRITOR. Politólogo y profesor-investigador, ha escrito artículos y libros, entre los que se destacan Seguridad, democracia y reforma del sistema policial en la Argentina (2002); Política, policía y delito. La red bonaerense (2004) y El leviatán azul: policía y política en la Argentina (2008); Los votos y las botas (2010); El péndulo: reforma y contrarreforma de la policía bonaerense (2015); El gremio de la gorra (2016).
PECES GORDOS. Su carta de presentación no termina en los libros que escribió. Por estas horas, desde el Organismo de Investigaciones, está detrás de la estructura narco más sofisticada de la última década en Santa Fe, a la que no se le puso el ojo encima mientras el flash encandilaba con la atroz banda de Los Monos. En un año logró una cucarda grande: investigar y detener a Esteban Lindor Alvarado. La causa promete abrir una Caja de Pandora.
Esto lo coloca en el candelero de la consulta permanente de los dirigentes y en la órbita de ministeriable. “Dijimos de ir por todo”, recuerda. Un enérgico ritmo de trabajo lo acerca a Perotti y lo distancia del que se encontró en Santa Fe cuando llegó de la mano de Miguel Lifschitz. Dice que no se puede trabajar hasta la una de la tarde si se quiere hacer persecución penal porque los narcos te pasan por arriba.
Por ahora, el gobernador electo no abre la boca. Es el único cargo de peso que no se filtró. “El Gringo no dice una palabra del ministro”, dice un legislador peronista como apreciando la capacidad que tiene el rafaelino de no soltar prenda. Sólo lo hace con muy pocos. Uno es Roberto Mirabella, la mano derecha política del futuro gobernador. Él tuvo al menos una reunión de diagnóstico con Sain.
El académico sostiene que en escenarios violentos es necesaria una “planificación multiministerial y una férrea conducción de instrumento policial”. “Hay que llevar la ciudad integrada a los barrios populares. Hay que construir ciudadanía para revertir el ciclo de violencia”, confía desde su conocimiento en ciencias sociales.