

El primer debate presidencial obligatorio nos mostró un formato de debate electoral muy rígido y poco flexible para favorecer un intercambio entre los candidatos, al punto de que pareció más una exposición simultanea de los participantes que una verdadera confrontación de ideas y propuestas.
Esta rigidez vuelca la atención a los mensajes que cada uno sostuvo durante el debate, que en la mayoría de los casos no ofreció mayores novedades. Cada uno de los candidatos repitió en gran medida los mensajes que viene sosteniendo a lo largo de la campaña y que viene siendo eje de sus respectivas estrategias electorales.
Pero no todo es el mensaje. Todo acto de comunicación -un debate electoral lo es por excelencia- supone la existencia de tres elementos esenciales: un emisor, un receptor y un mensaje. Mucho se discute sobre la calidad del mensaje para calificar el éxito de una acción comunicativa, pero poco se habla sobre algo que termina siendo quizá más importante que el mensaje: la credibilidad del emisor.
En este sentido, más allá de lo que se dijo, probablemente los receptores (los votantes que observaron el debate) hayan matizado lo dicho bajo el tamiz de la credibilidad de los emisores. Un mismo mensaje puede tener efectos bien distinto al ser sostenido por distintos candidatos.
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La credibilidad de los candidatos es esencial para entender el éxito de un mensaje. Uno podría preguntarse, ¿está en condiciones Mauricio Macri para sostener un discurso creíble a la hora de hablar de los problemas cotidianos de la gente en materia de ingresos, empleo, calidad de vida, etc. después del fracaso económico de su gestión? ¿Es creíble Macri sosteniendo que “estamos listos para entrar en una nueva etapa de crecimiento y alivio para la clase media”, como dijo durante el primer debate?
Es cierto que también uno podría preguntarse, cuando en el próximo debate se hable de calidad institucional, ¿será creíble Alberto Fernández cuando quiera relativizar lo sucedido durante la gestión de Cristina Kirchner en materia de corrupción, diciendo que hubo una persecución judicial en su contra, siendo que la ex presidenta es su compañera de fórmula?
En definitiva, al igual que viene sucediendo durante toda la campaña, los mensajes que los candidatos sostengan en los debates estarán condicionados por la credibilidad de quienes los emitan. Una credibilidad que surge del pasado de cada candidato, de lo que son y de lo que hizo cada uno de ellos.
Pero no todos lidian con el mismo condicionamiento en materia de credibilidad. Y quizá allí esté la clave para entender lo que viene sucediendo en el actual proceso electoral y lo que pueda suceder en los debates. En un contexto donde la sociedad está mayoritariamente preocupada por la economía, es natural que quien logre sostener un mensaje creíble y esperanzador en materia económica sea quien se alce con los mayores niveles de apoyo. Y allí Fernández corre con ventaja. Es el candidato del Frente de Todos el que está en mejores condiciones para sostener un mensaje económico creíble y esperanzador, frente a un presidente que, diga lo que diga, estará condicionado por un presente económico agobiante.
Quizá allí radica el principal argumento para explicar el resultado de las PASO y quizá allí radiquen los fundamentos para saber quién saldrá ganando en estos debates presidenciales: no será otro que el que sea más creíble para sostener un mensaje convincente sobre los temas que más preocupan a la gente. Ten sencillo de entender, tan difícil de lograr.