“¡No! ¡Qué va a ser difícil! La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar. En mi presidencia la inflación no va a ser un tema, no va a ser un desafío”. Esto decía Mauricio Macri cuando todavía era candidato, prefigurando lo que se convertiría, tras su triunfo de noviembre de 2015, en uno los mitos fundacionales del gobierno de Cambiemos. El último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), correspondiente a mayo, da por tierra con esa pretensión y amenaza con convertir su administración, siguiendo la lógica del jefe de Estado, en un rotundo fracaso.
“Para 2018 la inflación esperada (nivel general) subió a 27,1%”, dice el REM. Esto es un incremento de 5,1 puntos porcentuales con respecto a lo estimado hasta el momento. No es difícil establecer la causa del cambio de clima: si la fuerte incidencia de los aumentos de tarifas eran un daño asumido, la brusca devaluación de abril-mayo terminó de alterar todos los cálculos.
Además, indica el informe, la inflación del 2019 electoral será del 19%, si no se presenta otro evento indeseado, y la de 2020, del 14%. Hasta allí llega la imaginación de los gurúes de la city, lo que deja la promesa de la inflación de un dígito, que se suponía llegaría el año próximo, recién para cuando promedie el segundo mandato de Macri o el de quien lo suceda.
Ni el Presidente ni su jefe de Gabinete, Marcos Peña, podrán seguir insistiendo en las bondades de un modelo que permite cada año estar un “poquito mejor”. Si la salida abrupta del “cepo” cambiario en diciembre de 2015 trajo el regalo de un incremento de los precios del 38% al año siguiente, el 24,8% de 2017 fue presentado como parte de esa mejora gradual. El 27% promedio que surge del Relevamiento del Central, que algunos analistas elevan al 30%, supera el registro del año precedente y dará por tierra con aquella doctrina.
La expectativa de crecimiento de la economía es otro aspecto que derriba el último REM, en concreto el rap de los “siete trimestres consecutivos de crecimiento”. Otra vez, el virtuosismo del gradualismo tropieza: la economía retrocederá un 1% en el segundo trimestre y 0,4% en el tercero, lo que configurará una recesión técnica. Así, el año terminaría con un promedio positivo del 1,3% (casi la mitad del 2,5% que se esperaba apenas un mes atrás), ni más ni menos que el arrastre estadístico que había dejado la expansión de un 2017 que, elecciones mediante, fue generoso en gasto y obra pública.
Para el año que viene, los especialistas esperan, en promedio, una expansión del 2,2%. ¿Otra muestra de voluntarismo?
Mariano Kestelboim, profesor de Economía de la Universidad Nacional de Avellaneda, le dijo a Letra P que “me resulta muy sorprendente que, por tercer año consecutivo, las consultoras recorten muy significativamente su previsión de crecimiento y amplíen también notoriamente su previsión de inflación. Evidentemente, tenían una excesiva confianza en la capacidad de las políticas económicas que preveían que iba a aplicar el gobierno porque siempre se equivocan en el mismo sentido”.
“El REM volcó al papel todo lo que el mercado venía descontando, que la inflación va a ser mayor que la esperada, que el crecimiento va a ser menor y que se viene cierta recesión, con (una reapertura de) paritarias muy difícil de resolver”, le explicó a este portal Pablo Castagna, director de Portfolio Personal. “Sí, vamos a tener entonces un segundo semestre bastante difícil”, estimó.
Amílcar Collante, economista del Centro de Estudios del Sur (CeSur), señaló también en diálogo con este medio que “lo clave del REM es que seguramente vamos a tener recesión en el segundo y tercer trimestre y una disparada de la expectativa de inflación de este año y de 2019. El impacto de la sequía fue grande en el segundo y además pega el consumo, con un salario real que se va a ver más afectado en los próximos dos meses por la inflación y con el crédito limitado por las tasas de interés tan altas”.
A la hora de pensar lo que viene, Gabriel Zelpo, economista jefe de Elypsis, señaló que “claramente vamos a tener una contracción en los últimos dos trimestres, lo que va a dejar un arrastre negativo fuerte de -0,5% para 2019”.
Silvina Batakis, ex ministra de Economía de la provincia de Buenos Aires, dijo en diálogo con Letra P que “el 30% es el piso de inflación". "No podría ser de otra manera con la devaluación que ya lleva más del 30% en lo que va del año y con tasas de interés del 40%”, completó.
“Si el PBI no cae, habrá que festejar. No descarto que cierre el año en -1%, pero es cierto que el arrastre estadístico de 2017 puede hacer que no se llegue a ese número. Igual, ese arrastre no va a alcanzar para 2019”, añadió.
Federico Furiase, director de Eco Go, anticipó que “nuestras proyecciones apuntan a una caída del segundo trimestre contra el primero, desestacionalizado, porque además del impacto de la sequía se junta la licuación del poder adquisitivo del salario ante el aumento brusco del dólar, el encarecimiento del crédito por las tasas del 40% del Banco Central y la incertidumbre sobre cómo sigue la macro una vez que el mercado le bajó el pulgar al gradualismo”.
Más allá de las percepciones populares, algunos economistas creen que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) puede impactar positivamente a través de una restauración de la confianza del mercado en el Gobierno.
“La buena noticia es que el Gobierno está avanzando con el préstamo-salvataje del FMI, que va a servir en la medida en que se concrete pronto y que sea por un monto importante, no menor a los 35.000 o 40.000 millones de dólares”, dijo Castagna. “Sin eso, la situación sería aún peor. El préstamo no va a cambiar la situación de fondo, la recesión ni la inflación, pero sirve si es una transición para resolver los temas de fondo: el déficit fiscal, la inflación y bajar tasas de interés que distorsionan tanto la economía”, completó.
“La macro puede estabilizarse y moderar el impacto contractivo hacia el tercer y cuarto trimestre, aunque no veo una economía arrancando fuerte en ese período. Para 2019 sí se puede ser más optimista, con los dólares del Fondo y los de la soja, que van a impactar más por la baja base de comparación de 2018, y con un aumento de las exportaciones”, coincidió Furiase.
Batakis, muy crítica, cerró al afirmar que “este Gobierno va a poder exhibir dos triunfos electorales y ningún triunfo económico y social. El PBI per capita de estos cuatro años de gestión va a mostrar un empobrecimiento absoluto y uno relativo para el 10% de la población de más altos ingresos”.
A esta altura, Macri ya debe haber comprendido que gobernar no era tan fácil y que la inflación es, en tanto producto de la puja distributiva, un problema tanto social como monetario. Se tratará de un aprendizaje amargo, que puede hacerlo cargar con la cruz de la palabra “fracaso” justo cuando deba volverle a pedir el voto a los argentinos.