Expectativas favorables a mediano plazo

Fue una nueva semana de tristes récords para el mercado local. En concreto, fue, como se diría, la frutilla del postre de un semestre realmente para el olvido. Ahora bien, refugiarnos en el contexto externo puede ser la excusa más fácil, pero no la más realista. Esto, producto de que, si bien es cierto que esta coyuntura lejos está de ser favorable para los emergentes, el castigo que recibió Argentina debe explicarse en gran parte por nuestras propias debilidades o vulnerabilidades.

 

Mucho de lo que se vivió esta semana tuvo que ver con la falta de claridad de las políticas locales, algo no menor en un escenario en el que, entendemos, existe una crisis de confianza o expectativas. El problema quizás es más preocupante: es que no es la primera vez que pasa en estos meses.

 

Hubo una cantidad de múltiples hipótesis/noticias y/o rumores, con probabilidad diversa, durante las últimas ruedas que se combinaron para terminar generando un clima realmente complicado.

 


 

 

¿De qué tan complicado hablamos? De un billete que llegó a mostrarse en las pantallas minoristas cerca de los $30. Si tomamos como referencia el BCRA3500, la devaluación en la semana superó poco más del 6% y acumula en el año una suba del 54%. Incluso le costó reservas.

 

El Credit Default Swap a 5 años de Argentina –como medida de riesgo- marcó nuevos máximos en 450 puntos, contra un nivel de 230 a principios de año. Los rendimientos de los bonos más largos se ubican, así, cerca del 9.5% anual. Si miramos el bono centenario, la TIR pasó debajo del 7% a fines del 2017 a poco más del 9.4%. En las acciones, el escenario no es mucho mejor. Desde los máximos de enero, en dólares, el índice líder cae más del 50%. Para tener como referencia, se ubica debajo de los 900 puntos, en niveles de mediados de 2016 y lejos (y mucho) de los máximos arriba de 1800 de febrero. En la última semana, en esta moneda, el índice cayó cerca de 20% con acciones con rojos de hasta 31%.

 

En este marco, está claro que mantenemos la visión de cautela, que, en realidad, nunca habíamos abandonado en los últimos meses. La volatilidad será alta y el piso puede aún no haberse visto, pero creemos que está más cerca que lejos en estos niveles de precios. Las expectativas de corto está claro que son malas, pero de mediano plazo se mantienen favorables. Ahora bien, sí es real que gran parte de a qué ritmo se deterioren estas expectativas dependerá de qué tan rápido lleguemos a ver señales positivas o, al menos, como primer paso –pero no menor en este marco-, una mayor estabilidad de las variables financieras. 

 

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