En el año 2013, el Grupo Planeta lanzaba al mercado “Yo no me quiero ir” -la sentencia opuesta a la que había expuesto el ministro de Economía cristinista Hernán Lorenzino en una desafortunadísima entrevista con un medio extranjero”, el libro en el que Federico Struzenegger sostenía que alcanzaba con poner “al Estado al servicio de la sociedad” para que la Argentina zafara de “la decadencia” y “la crisis” como “destino inexorable”. El economista macrista no sabía, en ese momento, que cinco años más tarde terminaría yéndose de su cargo de presidente del Banco Central en medio de una crisis de final incierto, con el dólar imparable en su corrida alcista, el peso devaluado 50% en dos meses, un horizonte de estanflación (inflación fuerte con recesión) y un acuerdo de emergencia con el FMI que obligará al Gobierno a hacer un recorte de gastos brutal (menos obra pública y salarios a la baja) que, coinciden economistas de distintas extracciones, congelará la actividad económica, elevará las tasas de desempleo y profundizará el conflicto social.
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