MEMORIA & BALANCE

La herencia de Sturzenegger a Toto: estanflación modelo segundo semestre

En junio y julio, Caputo padecerá el traslado real de las dos devaluaciones en un mercado frenado. Empresarios ya adelantaron a ministros que el pass trough inflacionario aún no arrancó.

“Esto es increíble”, le dijo un importante empresario de materiales para la construcción a uno de sus colegas. Se acababa de enterar de que los distribuidores de su marca habían aumentado los precios de los productos que él fabrica, cuando desde su empresa no se habían pasado nuevos valores para la venta. “Hay mucho desboque, mucha desesperación”, sintetizó ante Letra P una alta fuente del sector construcción, que empezó a padecer con seriedad los efectos de las dos devaluaciones recientes: la de la salida de la corrida cambiaria y la más reciente, en la víspera y con posterioridad al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En tan solo dos meses, el peso se depreció un 50%, derrumbando las metas de inflación recalculadas e, inclusive, la meta que el Gobierno fijó para este año en la carta de intención con el Fondo, de entre un 27% y un 32%. Este paquete es la pesada herencia que Federico Sturzenegger le dejó a Luis Caputo, su reemplazo en el Banco Central. 

 

Cabrera encabezó una reunión con empresarios y comentó que la expectativa está centrada en mejorar con el crédito del FMI. 

 

 

El Gobierno quedó en el medio de una trampa peligrosa ante el convenio con el FMI. Esta semana, luego de ceder a condiciones leoninas planteadas por el organismo de crédito, el ala técnica del Gabinete le blanqueó al presidente Mauricio Macri que, ante la intención del Fondo de no financiar más un dólar controlado, el tipo de cambio debía entrar en proceso de flotación libre real, con la consecuencia obvia: tres o cuatro meses por delante con inflación muy superior a la esperada inicialmente.

 

Lo ocultan en la pública, pero en los pasillos del Banco Central, convulsionados en medio de otra turbulencia, confiesan que hay una devaluación autorizada, un dejar correr de una flotación que fue un sueño del macrismo, cumplido por el acuerdo con el FMI. “Era atraso cambiario o inflación, y el año ya estaba jugado”, sintetizó una alta fuente del organismo que hasta este jueves condujo Sturzenegger. Hasta el momento, la buena noticia para la Casa Rosada era que, en relación a otras devaluaciones, la de Macri tendría un traslado en torno al 60%, cuando, por citar un ejemplo, la de Axel Kicillof en 2014 pasó por encima del 100%. Pero esta sensación de que no hay una señal de precios y pocos saben cuánto valen los bienes pone al Gobierno en otro problema de magnitudes y marca diferencias con procesos de pérdida de valor de la moneda: los economistas ya pronostican que el rebrote inflacionario derivado de tarifas, devaluación y costos se dará en un contexto de crecimiento moderado en el consumo y la industria. Un baño de estanflación que generó rumores fuertes de salida de funcionarios responsables de la marcha de los precios, entre ellos Sturzenegger. El cuadro político que estuvo en la génesis del PRO, terminó saliendo expulsado del cargo y, afectado seriamente por los objetivos inflacionarios incumplidos, fue reemplazado por Caputo. Antes de su éxodo, en Hacienda ya afirmaban que la responsabilidad de la marcha de los precios no tenía nada que ver con la labor de Nicolás Dujovne. "Pregunten en el Central", derivaban.

 

 

 

Ya el sector corporativo le había avisado al ministro de la Producción, Francisco Cabrera, que el pass through por el desboque del dólar de la corrida aún no había ido a góndolas. Una fuente del sector alimenticio contó que, en el marco de las rondas de Ignacio Werner, subsecretario de Comercio, con el sector productivo, le explicaron al funcionario que los aumentos de hasta 20% aplicados correspondían a suba de costos previos a la devaluación de fines de abril. “Junio y julio serán los meses en los que se verá el traslado real”, confió un socio de la coordinadora alimenticia Copal, que encabeza el vice de la UIA, Daniel Funes de Rioja.

 

Uno de los primeros grandes que se puso delante de la fila de los aumentos fue Quilmes, que pasó subas del 8% en las listas de los grandes supermercados. Esto no contabiliza el plus de renta de las grandes superficies ni la última devaluación, que sumó en las últimas horas un 6% en solo una jornada. Lo que se viene en los próximos días son nuevas listas de otros productores de alimentos y productos de limpieza. Las subas serán una prueba de estrés para un mercado alicaído.

 

Hay un dato que predice la tormenta de los próximos meses: en mayo, el INDEC midió una inflación de 2,1%, con un injerencia del 3,3% de suba de alimentos y bebidas. Todo, sin impacto pleno de las devaluaciones y casi sin tarifas. Así, la inflación global de junio estará encima del 3%.

 

 

La pesada herencia de Sturzenegger a Caputo es una inflación que se disparará en un mercado estancado en su actividad.

 

 

El último informe de la consultora Scentia, que trabaja para los grandes supermercados nucleados en ASU, consigna que el Self Service sufre en mayo una contracción por segundo mes consecutivo de este 2018, siendo esta del -1,7%. En ese contexto, alimentos y bebidas se contrajo 2,8% contra igual mes de 2017, Limpieza lo hizo en un 4,2% e Higiene y Cosmética, 2,7%. Además, apunta Scentia que, en materia de tickets, las transacciones “evidencian retracción con respecto al mismo mes del año anterior, siendo éstas de -3,4%”.

 

El resto de los supermercados, los pymes y del interior, nucleados en CAS y FASA, se guían por los datos de CAME, cámara de la que forman parte. La entidad dio una caída en el consumo superior al 4%. Los comercios del interior, como la gran mayoría de los grandes de ASU, afrontan, además, un problema de rentabilidad.

 

En la faz industrial, con mucha heterogeneidad, ya hay señales de alerta: muchos sectores caen fuerte, como textiles y calzado, y pocos sobreviven, casi exclusivamente autos. Así, se encienden luces amarillas: la industria creció arriba del 3% interanual, pero bajó un 0,9% intermensual, según el último informe de la UIA. El primer cuatrimestre acumuló un crecimiento interanual de 3,5%.

 

Así las cosas, el Gobierno se juega la anímica con la inyección del primer tramo de U$S 15.000 millones del préstamos del Fondo. La teoría de la mejora posible la explicó Cabrera ante empresarios. Naturalmente, el cambio de figuras en el BCRA tiene otro test en el último día hábil de la semana: ver cómo los mercados reciben la modificación del equipo de cuadros políticos y técnicos. Y el problema pasará luego por saber a cuánto estará el dólar antes de que lleguen los billetes verdes del Fondo. Eso dará la pauta de cuánto se puede moderar el tipo de cambio. Todo, un nudo que definirá el nivel de dolor de bolsillo de los consumidores. 

 

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