FLOR DE RELÓS. No fue el despliegue de los helicópteros que abrió la ceremonia por el aniversario de la Policía Bonaerense ni la música de la orquesta que acompañaba los ritmos del acto. Mucho menos, el perro que ayudó a desbaratar una banda narco y se ganaba las caricias de los funcionarios. La atención de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, estuvo centrada en su muñeca izquierda, donde lucía un voluminoso reloj inteligente ( I-watch) que no dejó de consultar a cada instante, sea para echar un vistazo fugaz a la hora o para detenerse a repasar mensajes.
La Piba no pudo resistir a la tentación de este chiche de la tecnología, incluso mientras a su lado estaba hablando la gobernadora María Eugenia Vidal. Ya sin la mandataria en escena, se sumergió completamente en su reloj, al punto de encontrarse distraída cuando fue convocada por el maestro de ceremonias a bajar de la platea de autoridades para condecorar a un policía herido en servicio que, en muletas, lógicamente no podía subir las escaleras para recibir la distinción. Salutación mediante, la ministra –no sin antes casi tropezar con su par bonaerense, Cristian Ritondo- volvió a su asiento para concentrarse en su reloj multiuso, que minutos después le marcó la hora de la retirada.
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OPERATIVO RETIRADA. Ya había pasado la entrega de distinciones a efectivos y canes que se destacaron en su labor y estaban transcurriendo los discursos. Pero en el cronograma de la ceremonia todavía faltaba el extenso desfile de todas las unidades de la Bonaerense que estaban apostadas sobre el cuadrado de la plaza de armas de la Vucetich. El sol del mediodía calcinaba y los mensajes en el I-Watch de la ministra no cedían. Estaba hablando Ritondo y muchos esperaban las palabras de sus pares de la Nación y la Ciudad (Diego Santilli). Atenta a eso, Bullrich se acercó al jefe de la Bonaerense, Fabián Perroni, para deslizarle un escueto mensaje al oído.
Servicial, al instante Perroni empezó a estirar el cuello buscando algún asistente. Pero nadie aparecía. Visiblemente más inquieto, finalmente captaron las señales del comisario. Le dejó una breve indicación a una asistente que, a su vez, hizo lo propio en efecto dominó: le habló al encargado de la movilidad que, vía handie, pidió acercar el vehículo oficial al palco, mientras que el maestro de ceremonias comenzó a tachar su rutina impresa y a escribir por encima del texto. Ritondo terminó su discurso y, enseguida, se procedió a la rauda despedida de Bullrich y Santilli, evitando los micrófonos.
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COMISARIO AMARILLO. Perroni es un jefe policial que le sienta bien al vidalismo. No sólo por haber sucedido a un incómodo Pablo Bressi –incansablemente denunciado por Lilita Carrió-, sino porque despliega al pie de la letra el discurso de “lucha contra las mafias” en el que se encorseta la liturgia PRO en materia de seguridad. Pero, en esta ceremonia, el mandamás de la Bonaerense fue por más y lució con fuerza su alineamiento a la tropa amarilla que lo catapultó a la cima del poder policial.
Así, ponderó “el resultado de una política a partir del 10 de diciembre, cuando nuestra gobernadora María Eugenia Vidal y el ministro Cristian Ritondo entendieron qué era lo que necesitaba nuestra policía”. “¡Por fin tuvimos la oportunidad y la Policía se lo merecía y se lo merece, de tener conductores políticos como los que nos tocan hoy!”, exclamó con devoción el comisario y describió a la Bonaerense como una fuerza “más capacitada, más preparada, con los recursos necesarios para enfrentar el delito, con una gestión de honestidad”. Y, aunque Vidal ya no estaba, cerró haciendo buena letra con su jefa: “Escuchar las palabras de nuestra gobernadora -afirmó- es un placer y un orgullo”.
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SINTONÍA VERDE. Aunque en los últimos días el protocolo para el uso de armas había generado una tensión entre Bullrich y funcionarios vidalistas, la gobernadora y la ministra de Seguridad buscaron mostrar sintonía. Y no sólo lo hicieron por compartir un acto, sino también por el color elegido en sus vestuarios: el verde. No dejó de llamar la atención entre los presentes que el saco asimétrico de la mandataria y el blazer de la ministra fueran de la misma tonalidad, característica por estos tiempos de la campaña por el aborto legal.
Ambas sostienen posturas encontradas sobre el tema: "Estoy a favor de la legalización. La penalización del aborto es algo que no tiene ningún sentido", supo afirmar Patricia. "Si la ley no se vota, voy a estar más aliviada", remarcó María Eugenia mientras se debatía la iniciativa en el Congreso y dejaba difundir imágenes suyas con el pañuelo celeste anti interrupción voluntaria del embarazo. La mandataria solía recurrir a este color en su vestuario –de hecho, lo utilizó en su primer discurso de apertura de sesiones en la Legislatura, en 2016- y el verde fue el elegido para mostrar su gestión institucionalmente. Pero con la discusión por el aborto legal sobre la mesa había mermado en la elección de ese color en su vestuario, al que volvió para mostrar sintonía con la ministra.
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THRILLER AZUL. La centenaria Agrupación Sinfónica de la Policía Bonaerense posee un variopinto repertorio musical que suele lucir en diversas actividades institucionales a lo largo y a lo ancho de la provincia, desde temas característicos de películas, pasando por rock, tango y hasta pasodoble. Pero para el aniversario de la fuerza sorprendió con la interpretación de temas populares de intérpretes internacionales, entre ellos, el clásico de Michael Jackson “Thriller”, en el cual, además, por momentos se animaron los miembros de la orquesta a emular pasajes del mítico video clip que catapultó al rey del pop, puntualmente, la escena donde los zombies se iban acercando coordinadamente a la joven horrorizada.
La aceitada interpretación de la banda policial provocaba reacciones diversas en el palco (ya sin Vidal, Bullrich y Santilli). Los más jóvenes, entre los que se encontraba el titular de la Cámara baja bonaerense, Manuel Mosca, y el ministro de Salud provincial, Andrés Scarsi, se mostraban animados, mientras que los más veteranos, como Leonardo Sarquís (Agroindustria) y Gustavo Ferrari (Justicia) permanecían con semblante de protocolo. Pero el tema elegido por la sinfónica para el cierre tuvo una entusiasta recepción generalizada: "Live and let die" (Vive y deja morir), escrita por Paul y Linda McCartney.