PLANO CORTO. MARTÍN LOUSTEAU

El joker

Le ofrecieron ser ministro y canciller, pero lo rechazó. Los jerarcas del radicalismo lo tientan con jugarle la interna a Macri en 2019. Los porteños lo quieren en la Ciudad. Él pone la mira en 2023.

El fin de semana en el que el gobierno de Mauricio Macri se internó en la quinta de Olivos a redefinir el esquema de gabinete, Martín Lousteau estaba tranquilo. Sin embargo, su teléfono experimentaba un aluvión de notificaciones: llamadas, mensajes, propuestas, invitaciones. Entre los remitentes, dos figuras prominentes de Cambiemos que, paradójicamente, representan dos bibliotecas diametralmente opuestas en torno al modo de sortear la crisis económica y, el tema excluyente a principios de septiembre, cómo cambiar la estructura gubernamental para enviar una señal a los mercados y la dirigencia política en general. A su turno, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, hablaron con el economista. Tras un diálogo formal y escueto hubo una oferta concreta: sumarse al gabinete de Cambiemos. Sin titubear, Lousteau rechazó la propuesta, que 24 horas después le llegaría de boca de un importante dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR) y volvería a desestimarla. No lo admite, pero lo piensa: su objetivo es el 2023.

 

El 1 de septiembre el Gobierno le ofreció a Lousteau un desembarco en la Cancillería o en el Ministerio de Educación. Tanto Peña como Monzó, que mantiene una relación de afecto con Lousteau que nació en la provincia de Buenos Aires, escucharon el por qué de la negativa a incorporarse al gabinete de Macri, que por esas horas era un movimiento de piezas cargado de nerviosismo. “¿Un economista en Educación y en este contexto? Imposible”, razonan en su entorno, a más de un mes del ofrecimiento.

 

 

Horas después de esos diálogos, lo invitaron a la Quinta de Olivos. Desechó el convite, pero sí aceptó ir a una cumbre radical en la casa de Alfonso Prat Gay. Llegó después del almuerzo y en breves minutos tuvo un cruce con el referente y ex senador  Ernesto Sanz. Lousteau lo acusó de negociar en su nombre, tras escuchar la propuesta del mendocino: "Yo voy a interior, Prat Gay como canciller y vos a Educación", le explicó Sanz. Miraban atentamente el gobernador de Mendoza y titular de la UCR, Alfredo Cornejo, el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, el senador Ángel Rozas, los diputados Mario Negri y José Cano. Prat Gay no emitió una palabra, pero siguió la línea de Lousteau: rechazo total a ese plan.

 

Tras ese cortocircuito, Lousteau tiene tres opciones sobre la mesa: competir en una PASO nacional como candidato a presidente dentro de Cambiemos; insistir por la Jefatura de Gobierno, o desistir de una candidatura en 2019 y continuar como diputado hasta 2021. En su entorno le bajan el tono a la versión que lo ubica como candidato a senador por Cambiemos en representación de la Ciudad. Sin embargo, la crisis económica rompió cualquier pronóstico electoral y desestabilizó el tablero político para el año próximo.

 

A pesar de estas ofertas y posibilidades electorales, Lousteau no muestra las cartas y prefiere esperar. La opción de ir a internas con Macri es fogoneada  por la UCR, en especial por el mendocino Cornejo. El gobernador, que por estos días mantiene una tirante relación con la Casa Rosada, quiere un candidato con imagen y conocimiento en la provincia y Ciudad de Buenos Aires. A Lousteau le hicieron llegar una medición que lo ubica con un 11% de intención de voto a nivel nacional. El economista desconfía de las encuestas.

 

La UCR ve en Lousteau el candidato posible para capitalizar y “mantener” una porción del electorado que, según sostiene el comando boina blanca, empieza a cuestionar la política económica del Gobierno y se ve afectada por la inflación, la suba en las tarifas y la devaluación. En rigor, un porcentaje de argentinos que votó a Cambiemos en las últimas elecciones pero que, como repiten en Balcarce 50, “no la está pasando bien”. El flamante radical no confía al 100% en esta aventura presidencial y tampoco cree que toda la UCR se encolumne sobre su candidatura.

 

 

 

 

 

Eufemismos afuera, sostiene que la Casa Rosada, a pesar de verse ganadora en una PASO de Cambiemos, influirá sobre gobernadores e intendentes para que “no se olviden” que el presidente es Macri. Eso no invalida el plan radical de repetir la interna del 2015 para intentar llegar mejor posicionado al armado del Gobierno para después de 2019, como detalló Letra P. Esta posibilidad se cruza con un deseo ulterior de la UCR: plantarse ante el PRO de cara al 2019, potenciar un candidato propio en la interna pensando en los próximos desafíos electorales y discutir desde otro resultado electoral con la fuerza que comanda Macri.

 

La segunda opción es alentada por los radicales porteños, fieles a Lousteau desde la primera hora. El ex titular del partido y actual secretario de Hacienda de la UBA, Emiliano Yacobitti, y el presidente del Comité Capital, Guillermo De Maya, apuestan a competir en internas en la Ciudad y plantar la coalición Cambiemos en el distrito desde la política, pero también la gestión. Esto incluye acuerdos programáticos y lugares en el gobierno.

 

La tercera opción implica el silencio. Es la única vía en la que hay unanimidad en su equipo: nadie apuesta por esta jugada. O en la Ciudad o en la Nación, pero sus dirigentes de confianza lo quieren en la competencia del año próximo. Sin embargo, Lousteau también estudia esperar, no anotarse en la contienda y apuntar a 2023. Una eternidad.

 

La estrategia de no evidenciar movimientos antes de tiempo se confirmó este viernes, cuando Lousteau decidió ausentarse de la cumbre de la cúpula de la UCR en la Capital. Fue tema de debate de su equipo íntimo. Él decidió no asistir, pero horas antes se reunió mano a mano con el intendente de la ciudad de Córdoba, el radical Ramón Mestre hijo.

 

 

 

Si a Macri le llama la atención por qué su sucesor en la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, habla periódicamente con gobernadores opositores, el jefe de Gobierno porteño también se extraña del vínculo entre el Presidente y Lousteau, a pesar de su salida compleja del Gobierno en 2016. Macri consulta al economista, intercambia ideas y hasta lo cuestiona. La última charla telefónica tuvo un capítulo distinto: el ex embajador recibió un “reto”. Palabras más, palabras menos, el Presidente le reclamó por una crítica puntual que vertió durante una entrevista televisiva en un canal de aire. Macri no sólo dedica tiempo a escuchar y leer qué dicen los integrantes de la tropa amarilla.

 

Buscado por el Gobierno, pretendido por el radicalismo, Lousteau hizo oídos sordos a las ofertas y mantiene la concentración en su juego propio. Por estas horas, delinea las pinceladas finales de un libro en el que hará un recorrido sobre “los problemas estructurales” de la Argentina que se reiteran sin importar quién esté en Balcarce 50. En su visión, la discusión económica, pero fundamentalmente la política, están “atrasadas”. Intentará plasmar esto en el escrito que editaría Sudamericana (editorial que lo acompañó con su libro Economía 3D). Bajo esa lógica se construyó la campaña que encabezó en 2017, con una intención manifiesta de surfear la polarización que acordaron, implícita y discursivamente, el kirchnerismo y el macrismo.

 

 

 

 

Sin embargo, esa lectura anti polarización le jugó en contra durante una elección de medio término donde la política pesó más que la economía y el camino del medio no rindió sus frutos. Asumió como diputado nacional, pero quedó en tercer lugar en la Ciudad, detrás de las boletas de Cambiemos y Unidad Ciudadana, que se subieron de lleno a la ola de la polarización. Experiencia similar vivió el tigrense Sergio Massa, que no pudo ingresar al Senado.

 

Con ese antecedente inmediato sobre los hombros, se dedica a su rol de diputado y a fortalecer su juego propio, a pesar de su reciente afiliación al radicalismo. Durante este año acumuló reuniones y fotos con el Papa Francisco, Bono –con quien busca coordinar proyectos educativos a través de la fundación del cantante y de la ONG Scholas Ocurrentes, ligada al Vaticano-, el ex presidente español Felipe González , el ex ministro de Hacienda chileno Andrés Velasco y la titular de la Secretaría General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, entre otras figuras internacionales.

 

 

 

Su equipo lo asesora y lo acompaña constantemente. Aunque baje el perfil, Lousteau trabaja para mantener su espacio en la arena política. No obstante, los discursos que da en la Cámara de Diputados y el mensaje que produce en entrevistas con medios de comunicación siguen bajo su lapicera. Escribe en solitario desde hace tiempo. Reminiscencias de cuando dejó todo, se alejó de sus afectos y se fue a Afganistán a trabajar como cronista de guerra.

 

Su núcleo de poder íntimo se reduce a su primo Guillermo Laje –su jefe de campaña y mano derecha en cada competencia electoral- y el publicista Darío Lanis, consejero incluso en años pares. A esa intimidad a veces ingresa “el Vikingo” Chrystian Colombo, que funge como “consiglieri”, tal como describió el periodista Diego Genoud. Yacobitti continúa en su rol de brazo político y territorial en la Ciudad. Por último, el director del Banco Ciudad Gastón Rossi y el politólogo Christian Asinelli siguen de cerca y acompañan la agenda del ex candidato a alcalde. El primero, además de ser un íntimo amigo, conoce al dedillo los avatares del presupuesto y la economía capitalina, mientras que el segundo le abre puertas a nivel internacional.

 

Tras meses de fuego cruzado con Rodríguez Larreta, que incluyó despidos de funcionarios, Lousteau firmó la paz con su rival del ballotage del 2015 por la Jefatura de Gobierno. No hubo encuentro, pero sí hubo intermediarios. Yacobitti, que habla con asiduidad con el alcalde porteño, acercó posiciones con el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli.

 

No obstante, el economista acumula información y anota, en especial los detalles de las licitaciones. Cree que la gestión del PRO en la Ciudad sufrirá un agotamiento que se verá en las urnas y, además, asegura que existe un “despilfarro” presupuestario que “será noticia” más temprano que tarde. Ese detalle numérico lo motiva a volver a pelear por la gobernación porteña, aunque la posibilidad de la unificación electoral debilitaría su boleta.

 

En el centro, Gildo Insfrán, presidente del Congreso del PJ, ladeado por Axel Kicillof, Lucía Corpacci y Juan Manzur. 
El Conicet, blanco de la motosierra libertaria.

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