MEMORIA & BALANCE

El peligroso sicariato de la bromista

En el peor momento del Gobierno, Macri le da centralidad a una Carrió desencajada en escenarios empresarios y políticos. Sica, Finocchiaro, Dujovne y Etchevehere se plantan ante las afrentas públicas.

Elisa Carrió aparece sentada en un sillón, sola, en el medio de un escenario vacío y ante un auditorio colmado en el CCK. Se para y pregunta si ya puede arrancar. Por esas cosas de la política y justo cuando la relación entre ambos entró en fase recesiva, Mauricio Macri decidió -una vez más- darle un rol protagónico: primera oradora en la presentación del plan Argentina Exporta. Incluso antes que el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, quien carga el expertisse y los puntos centrales del programa.

 

 

Según confirman diferentes fuentes oficiales, la líder de la Coalición Cívica es el alter ego de Macri. Ejerce la vocería de los temas más espinosos, esos conflictos que el Presidente siente en carne propia pero no puede exhibir tan crudamente, considerando su posición. En su discurso del CCK no hay nada nuevo, nada que no haya marcado en sus últimas apariciones. Críticas a los monopolios, a la concentración, a los laboratorios, al Círculo Rojo y a los CEOs corruptos y menciones soft a la crisis económica. “Acá el problema no es lo que dice, porque en algunas cosas coincidimo; el asunto es cómo lo dice. Ya cansa”, cuenta un ladero de uno de los ministros presentes ante Letra P.

 

“A ver, vos, Sica, te voy a controlar que no te vayas para el lado de los grandes; tenés que atender a las pymes”, le disparó Carrió al ministro, que la escuchaba en la primera fila. Fue la segunda afrenta pública al ex Abeceb en el plazo de un mes. Ya en el Día de la Industria, celebrado en la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), le había sugerido que dejara de priorizar el diálogo con la Unión Industrial Argentina (UIA). Sica, de notable perfil bajo y rictus inmutable, es uno de los que se empezó a agotar del exhibicionismo político de la diputada. 

 

 

Carrió en el CCK. Un show que cada vez contagia menos y enoja más a la tropa. 

 

 

Sica compartió lugar en el evento con el secretario de Agricultura, Luis Miguel Etchevehere; el radical Mario Negri y el titular de la AFIP, Leandro Cuccioli. “Yo destaco la gestión de Cuccioli”, explicó en el medio de un stand up en el que volvió a embestir contra los laboratorios por haber operado la salida del Gobierno del vicejefe de Gabinete, Mario Quintana.

 

Con el jefe de los sabuesos, Carrió tuvo un pequeño triunfo. Como una especie de premio consuelo, desde la Casa Rosada le pidieron al titular del fisco que mantuviera con algún cargo especial a Jaime Mecikovsky, uno de los dirigentes desplazados del organismo, de esos cuadros fieles que colaboran con Lilita desde los años del kirchnerismo.

 

 

 

Ha de ser ése el único logro, incluso más allá de las estridencias públicas de la diputada. Estas victorias de Carrió a lo Pirro explican, de algún modo, el modus operandi de Cambiemos para establecer un fino equilibrio de convivencia con la jefa de la Coalición Cívica. “Darle lo mínimo e indispensable”, sintetizan en torno a otro de los ministros de peso. Recapitulando, y con esta modalidad, Carrió ha perdido contra Cambiemos en el caso del aborto, en la relación con los empresarios y en las exigencias sobre el gabinete: resignó a sus “héroes” en AFIP y a su amigo y confidente Quintana. De hecho, la vocería ante el Círculo Rojo es una delegación de Macri para ponerla a comandar el sicariato contra algunos sectores que el Presidente repudia. El principal, los comerciantes y los supermercadistas, además, claro, de los productores de remedios.

 

 

Sica, junto a Faurie en el CCK. Volvió a recibir el ministro chicanas de Lilita.

 

 

Pero el sobregiro de Carrió está llegando a lugares inesperados, como la interna del gabinete. Sin contar el caso del ministro de Justicia, Germán Garavano, para quien mantiene en suspenso un pedido de juicio político, hubo críticas a Etchevehere y alusiones al jefe de Hacienda, Nicolás Dujovne. Los dos la respetan, pero en el fuero íntimo se van quedando, también, sin paciencia.

 

Sica hizo punta en bajarle el tono al histrionismo de Elisa al decir, en la conferencia posterior al Argentina Exporta, que es una diputada y él, un ministro con responsabilidades. Lo propio hizo el titular de Educación, Alejandro Fionocchiaro, quien afirmó que “nadie debe condicionar al Presidente”.

 

Las posiciones de Carrió ya hacen un ruido dañino para la convivencia dentro del espacio oficialista. Además, pocos comprenden la articulación de su discurso, que navega entre anécdotas del pasado, elogios a su persona y una pretensión de centralidad política que no está del todo clara. De todos modos, la mayor parte le guarda un respeto que, en algunos casos, roza el temor, el miedo. Fueron repetidas las menciones del canciller Jorge Faurie al discurso desordenado de Carrió. “Y… es que hay muchos que no vienen de la política y no saben para qué lado puede salir Lila”, se sinceran.

 

 

Cariño distante. El beso de Macri a Carrió en el CCK generó comentarios. 

 

 

Con el Círculo Rojo, la relación de Carrió está dinamitada hace rato. No la ven como interlocutora y ella lo sabe. Por eso, encontró un nicho de supervivencia en el sector de la pequeña y mediana empresa. Los empresarios creen que Macri mantiene a Carrió cerca porque representa el anclaje de la pulcritud política y la lucha contra la corrupción. Elisa tiene, además, otra ventaja sobre el propio Macri: un vínculo con los medios masivos de comunicación del que ni el propio presidente goza. Incluso en el seno del Grupo Clarín es bien tratada, aún cuando dispara dardos misteriosos en cada charla con periodistas del holding.

 

Los ánimos políticos del macrismo con Carrió ya venían en cortocircuito, pero el evento en el CCK será recordado como un quiebre, un mojón en la relación. El día en que el propio Macri, luego de escuchar los ataques a Garavano y las chicanas a sus ministros, envió emisarios y referentes de su gabinete a contrastar los dichos de Lilita. Un dato político no menor.

 

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